Con una serie tan buena como lo es Stranger Things es muy difícil elegir a un personaje con el cuál quedarnos; uno siempre crea demasiados lazos con lo que aprecia en pantalla, pero este es un caso muy peculiar, porque todos son queribles. Claro que los niños son el centro de atención, sin embargo, hasta nos dan ganas de ir y abrazar a los Hermanos Duffer por habernos regalado un material tan sólido.
Hacía mucho tiempo que no pasaba algo similar con una serie; esto fue amor a primera vista del más automático y puro. El regreso de Winona Ryder no pasó desapercibido, es por eso que muchos le dedicaron su arte a esa madre desesperada que durante 8 episodios no cesó la búsqueda de su amado Will Byers.