Manolo Caro sorprende con su primera serie dramática - Spoiler Time

Manolo Caro sorprende con su primera serie dramática

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La muerte es el destino final.

¿A quién matarías por obtener tu felicidad? Es la pregunta que nos lanza Manolo Caro con su nueva miniserie Alguien Tiene Que Morir que acaba de estrenar en Netflix y, para sorpresa de muchos, es una de las producciones más sólidas de su carrera. Curiosamente es la primera que lo acerca al drama, género poco explorado en sus productos que siempre usaban la comedia como estandarte para contar cierta historia.

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https://www.youtube.com/watch?v=kbZynsTzu9Y

La serie nos presenta a Gabino (Alejandro Speitzer), un joven español que ha pasado 10 años viviendo en México y que después de tanto tiempo vuelve a casa, a España, pero no regresa solo: va acompañado de Lázaro (Isaac Hernández), un amigo mexicano dedicado a la danza. Esta inesperada visita comienza a mermar a la familia Falcón debido a los rumores sobre la sexualidad de ambos jóvenes, a quienes se les señala como una pareja de maricones, lo cual los convierte en objeto de burlas, enojo y un blanco perfecto para el sistema judicial que pena ese tipo de conductas.

Pero más allá de la sexualidad de estos jóvenes, el regreso de Gabino reabre muchos secretos del pasado, esos que se quisieron ocultar cuando fue enviado a vivir con su familia materna a México, mismos que podrían poner en peligro a toda una familia que se ha caracterizado por su buen nombre y el buen comportamiento que ha mostrado por años ante la sociedad madrileña.

Crédito: Netflix

A diferencia de su primera producción televisiva, La Casa de Las Flores, esta vez el realizador mexicano suma un reto más a su carrera al dirigir y producir su primera producción dramática, que además es de origen español y es una miniserie de 3 episodios que se sienten más como una película de dos horas y media divida, reflejando a la perfección la introducción, el desarrollo y el desenlace de cualquier historia, hecho que sin duda favorece a la historia porque se delimita pulcramente lo que se quiere contar y por ende tiene un ritmo constante donde la intriga y la traición se hacen presentes.

Ubicada en la década de 1950 en una España conservadora y tradicionalista, se hace notar que la producción puso un cauteloso cuidado a la dirección de arte, que nos traslada muy bien a la época señalada. Esto no parece ser una novedad teniendo en cuenta los trabajos previos de Manolo Caro, los cuales siempre tienen un estilo muy característico. Incluso muchas veces se ha comparado con Pedro Almodóvar debido a que es un referente de lo que Caro quiere ser.

Crédito: Netflix

En cuanto al guion, podemos notar uno de sus trabajos más sólidos como lo mencionamos antes, pero que aún tiene fallas que provienen de contar una historia coral, aquella donde no hay un solo protagonista, sino que todos los personajes tienen su propia trama completamente o ligeramente ligada a la historia principal que se quiere contar. En esta ocasión existen dos eslabones débiles: en primer lugar tenemos a Rosario (Mariola Fuentes), la mucama de la casa, que tiene una historia ligada a la guerra civil española y al franquismo que plantea cierta tensión, pero que al final tiene un pobre desenlace que, si bien ayuda para la historia mayor, no lo hace para la propia; la segunda de ellas es la de un secreto sobre la muerte del abuelo de Gabino, el cual se plantea dentro de los primeros minutos del primer episodio y se olvida, casi por completo, hasta retomarse como la gran revelación en el final de la historia.

Como ya es costumbre, los personajes femeninos de Caro tienden a tener el gran arco dentro de la historia, y esta vez vuelve a ser así. Cecilia Suárez como Mina y Carmen Maura como Amparo destacan por sus actuaciones, tienendo pequeños enfrentamientos que generan las situaciones más tensas dentro de la historia. Afortunadamente esta vez Suárez destaca por su sobriedad en su interpretación, aunque seguramente su acento mexicoespañol generará un poco de polémica entre unos cuantos.

También me gustaría destacar el trabajo de Alejandro Speitzer, quien se quita la imagen de galán, y entrega una actuación contenida, denotando el trabajo que ha realizado al darle un giro a su carrera y no ser solo una estrella de telenovela.

Crédito: Netflix

En términos generales, Manolo Caro sorprende para bien con Alguien Tiene Que Morir porque esta vez puso un poco más de atención a su historia sin descuidar el cómo luce la imagen. Pero claro que hay un rastro de melodrama innegable que en momentos recuerda a producciones como Gran Hotel o El Amor Entre Costuras.

Sin duda, este camino es el que mejor le va a Caro, retratando una realidad desde una visión más dramática y menos artificiosa.

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