El show de las máscaras: una segunda entrega más ambiciosa que aborda el mundo de los nativos digitales - Spoiler Time

El show de las máscaras: una segunda entrega más ambiciosa que aborda el mundo de los nativos digitales

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El dúo de Peter Maldonado y Sam Ecklund se enfrentan a un escatológico misterio en un colegio católico.

Una de las grandes sorpresas del 2017 vino de la mano de Netflix y el género de los mockumentaries (falso documental), un tipo de ficción que desde la década pasada con REC (2007) no nos había vuelto a ofrecer algo que realmente valiera la pena mirar. Como una parodia a las famosas docuseries de misterio y crimen como Making a Murderer, la historia de American Vandal nos trasladaba a un colegio secundario de California donde un joven estudiante había causado todo una conmoción en la comunidad escolar tras un acto de vandalismo. El atentado del muchacho: dibujar penes con aerosol en los autos de los profesores.

Partiendo desde el absurdo, la serie creada por Tony YacendaDan Perrault proponía descubrir la identidad del verdadero bromista detrás de los dibujos obscenos. Para ello contaba con los estudiantes del colegio y aspirantes a cineastas Peter Maldonado y Sam Ecklund (interpretados por Tyler Alvarez y Griffin Gluck), quienes a través de entrevistas y una exhaustiva investigación, nos entregaban un misterio tan cautivante y convincente que lo ridículo de la situación llegaba a convertirse casi en una cuestión de Estado.

Este año, el dúo regresa para un nuevo y más grande desafío, esta vez situado en un prestigioso colegio católico de Washington. Un estudiante ha provocado toda una investigación policial luego de envenenar a sus compañeros con laxantes. La lluvia escatológica ha arrasado con la institución y ahora todo gira alrededor de una sola pregunta: ¿quién es el enigmático vándalo conocido como The Turd Burglar?

Luego de que su documental sobre las pintadas de penes se volviera viral, llegando incluso a la televisión y coronándose como nuevas estrellas juveniles, Peter y Sam han recibido una propuesta de parte de Netflix para filmar otra serie documental con toda una maquinaría de producción facilitada por la plataforma. Entre las decenas de mails de ciudadanos invitándolos a viajar a su ciudad para descifrar algún misterio, los amigos han elegido ir a Seattle (Washington) para documentar un nuevo ataque en una escuela secundaria.

El colegio St. Bernadine ha sido noticia luego de un lamentable suceso conocido como “el marronazo”. Aquel nefasto día, un estudiante envenenó el dispensador de limonada de la cafetería con un poderoso laxante, haciendo que sus compañeros terminaran defecando por todos los pasillos. Este misterioso bromista se hace llamar The Turd Burglar y ha estado vanagloriándose del hecho a través de una cuenta personal de Instagram. Pero no solo eso, sino que también ha seguido acechando al colegio con otros dos atentados, generando una locura y miedo colectivo.

Tras las quejas de los padres, las autoridades han decidido abrir una investigación policial y finalmente han logrado capturar al vándalo, quien se hizo responsable de los tres ataques al colegio. Sin embargo, este estudiante llamado Kevin McClain afirma que ha confesado bajo presión y niega ser el Turd Burglar. ¿Se trata realmente de un chivo expiatorio?

American Vandal

Mientras Peter y Sam recolectan toda la información e inspeccionan las coartadas a los posibles culpables, algunos secretos del St. Bernadine High comienzan a salir a la luz. Al parecer, esta escuela católica de excelente reputación se sustenta, en gran medida, gracias a los aportes recibidos por el mundo del deporte. El básquet es el punto fuerte del colegio y el deportista modelo DeMarcus Tillman, la gallina de los huevos de oro. Tal es así que los basquetbolistas del lugar gozan de privilegios e imputabilidad frente a sus otros compañeros que resultan sancionados o expulsados ante el menor desmán.

Al igual que sucedió en la primera temporada con el inadaptado estudiante Dylan Maxwell que había sido responsabilizado injustamente por los graffitis, Kevin también parece ser el típico joven que podría causar el tipo de ataques que se adjudica The Turd Burglar. Se trata de un chico excéntrico y aparentemente acosado por los compañeros que ha recibido burlas desde sexto grado por un incidente también relacionado con la materia fecal. No cabe dudas que las autoridades han aprovechado este estereotipo a la perfección, vinculando los atentados con una especie de venganza personal.

A pesar de que en esta ocasión juegan de visitantes, fuera de su colegio y ciudad natal, el dúo de Peter Maldonado y Sam Ecklund logra introducirse mejor que nadie en este microcosmos tan particular. A medida que los episodios avanzan, todo lo que suponíamos va cayendo pieza por pieza, demostrando como nosotros mismos como espectadores podemos también engañarnos con los prejuicios que pone de manifiesto la ficción.

Más allá del considerable aspecto visual y las convincentes interpretaciones, la impredecibilidad y el ritmo siguen siendo los puntos fuertes de la serie, captando toda nuestra atención y nuestras ganas por conocer quien es el famoso criminal que opera desde las sombras. Pero esta temporada añade además una importante cuota de angustia que tiene sus orígenes en la realidad virtual y el vínculo entre los jóvenes y la tecnología.

Las redes sociales y el tema de las apariencias constituyen una parte esencial de esta nueva entrega. La diversas máscaras con las que nos presentamos ante la sociedad adquieren más significancia a partir de estas herramientas digitales que se han transformado en nuestra nueva carta de presentación del mundo. Poder relacionarnos con gente que sepa quienes somos realmente detrás del disfraz es una de las formas de poder sobrevivir a este mundo dual y a eso apunta la moraleja de la serie.

La ambiciosa segunda temporada de American Vandal finaliza con la revelación de The Turd Burglar, algo que realmente no lo esperamos luego de que la entrega anterior dejara un final abierto a la interpretación del público. 

El equilibro entre la parodia, el misterio y la desesperanza la posiciona nuevamente como una de las series más frescas y adictivas de la plataforma. Sin duda, ansiamos ver a la dupla de futuros documentalistas en una tercera parte que ya los encuentre mucho más maduros y dentro de los confines universitarios.

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