Los estudios de cine y las cadenas de televisión están en constante búsqueda de una franquicia que les haga ganar dinero. Sin embargo, normalmente terminan tomando malas decisiones con ellas, lo que deja a los fanáticos con un gusto agridulce. Aquí repasaremos las distintas etapas de una franquicia y cómo deberían cuidarla.
Etapa 1: Cuando una cadena o un estudio encuentran una franquicia que pueden exprimir, podemos ver como ponen toda su maquinaria de marketing y publicidad detrás de ella, respondiendo a los elogios de los espectadores, quienes inundan las redes sociales con posteos, teorías, memes y demás.
Esto hace que la voz se empiece a correr y de a poco la franquicia va ganando más adeptos. Pongamos como ejemplo Game of Thrones y John Wick. Empezaron con una determinada cantidad de fanáticos, pero luego de la primera entrega, las buenas críticas y la gran recepción de los espectadores, comenzaron a hacerse más grandes, con sus respectivas productoras empujando el éxito.
Etapa 2: Esta podría ser el clímax, la cima de la montaña. La franquicia ha acumulado tantos fanáticos que ahora cada cosa que sucede, cada noticia, cada rumor, es un tema de conversación en las redes. De hecho, ya se expandió tanto que hasta la gente que no mira las películas/temporadas sabe su nombre. Se ha convertido en un fenómeno cultural y las exigencias de parte de los fanáticos son cada vez más grandes.
Esta es la etapa donde, detrás de escena, ya empiezan a pensar en el futuro de la franquicia. Cuántas temporadas/películas merece, qué spin-offs valen la pena, cuáles son las secuelas o precuelas viables. Básicamente, cómo pueden seguir exprimiendo a la franquicia una vez que el contenido original finalice. He aquí donde se producen la mayor cantidad de errores.
Etapa 3: esta es la del descontento. Los creadores y productores generalmente le sacan los ojos al producto en el medio de la Etapa 2, descuidando detalles que van molestando de a poco a los fans, errores de continuidad, malos manejos con un personaje, descuidos en vestuarios y demás cosas. Estos se van acumulando y si se vuelve muy grande es complicado frenarlo.
Además, a este descontento del propio público se le suma el de los haters, que siempre aparecen cuando algo se vuelve muy popular. Pongamos como ejemplo The Walking Dead, que en un momento fue la serie más popular de la televisión: fueron creando diferentes spinoffs, la calidad del contenido original fue disminuyendo, las críticas de los fanáticos aumentaron, la audiencia cayó y nunca supieron cómo salvar la franquicia, que ahora se dirige hacia un final que a pocas personas les interesa.
La popularidad de una franquicia es algo muy difícil de manejar, lo cual suena extraño porque esto es lo que siempre buscan las cadenas y los estudios, pero deben mantener un gran equilibrio entre cuidar el material original y, al mismo tiempo, pensar en la mejor manera de hacer dinero con el contenido durante la mayor cantidad de tiempo posible.
Una franquicia puede llegar a su final por malas decisiones en el detrás de escena, como en el caso de TWD, un mal producto como pasó en GOT o simplemente por cansancio, como con Star Wars. Cansar a la audiencia con demasiado contenido es algo que también puede ocurrir.
En la actualidad, el mayor problema es que las cadenas y los estudios no saben cuándo poner un punto final, siguen estirando las historias hasta que los espectadores se cansen por completo, lo cual termina dañando el legado de las franquicias.
La mejor decisión que pueden tomar es ponerle un punto final a las franquicias cuando las críticas negativas aún no los inundaron. De esta manera, en 5 años (o más) pueden retomar las riendas de la historia y los espectadores volverán a emocionarse. Como sucedió con Breaking Bad y El Camino.
Veremos cómo es que Marvel maneja el MCU, la franquicia más grande del momento. Tras Endgame, podemos ver que han dejado de prestarle atención a ciertos detalles y la calidad del contenido no es la misma (salvo excepciones). Aún están a tiempo de salvarla, pero es algo a lo que le debemos prestar atención.
