Aunque no lo creas, algo nuevo pasó en The Walking Dead: zombis evolucionados. Estos pueden sortear obstáculos, usar herramientas y defenderse, y eso es MUY fresco: aquellos caminantes que se separan de la horda, esas manos no muertas que se arrastran, el sonido de una puerta que se abre… todo hace que estos monstruos alimenten la tensión a niveles altísimos.
Pero hay algo malo en todo esto: quedan tan solo cinco episodios de The Walking Dead, muy poco para explorar, explicar y explotar este giro innovador y emocionante.
Muchos pueden hablar mal de la serie por sus zombis tan obvios, pero mantener a los muertos vivientes frescos durante tanto tiempo fue una tarea casi imposible. Los zombis son criaturas simplistas: se tambalean, comen, pierden extremidades, repiten. Allá por la temporada 8, la audiencia bajó; The Walking Dead se había acercado al subgénero de terror zombi desde casi todos los ángulos imaginables. ¿La solución? Centrarse únicamente en los villanos humanos, pero ese enfoque provocó acusaciones de que la serie minimizaba la importancia de los muertos vivientes.
Decir que estas nuevas variantes de zombis habrían solucionado todos y cada uno de los problemas sería una simplificación demasiado grande, pero la introducción de estos más rápidos, más inteligentes y más fuertes en la temporada 8 habría fortalecido la amenaza zombi del programa. Dar a los caminantes la oportunidad de correr y crear estrategias agrega una dimensión completamente nueva y hace que los próximos spin-offs de AMC sean mucho más atractivos. Sin embargo, en lugar de esperar hasta los episodios finales para hacer ese cambio, agregar variantes en la temporada 8, cuando los números de audiencia comenzaban a cambiar, habría señalado que el pozo de ideas de zombis de The Walking Dead estaba lejos de secarse, y tal vez dado a los espectadores vacilantes una razón para quedarse para presenciar la carnicería que podrían causar y desentrañar su misterio.