Atracción Peligrosa: el thriller que consagró a Ben Affleck
Ben Affleck se consolidó como director con The Town, un thriller de atracos que mezcla crimen, familia y redención en Boston.
En 2010, Ben Affleck sorprendió al mundo del cine con Atracción peligrosa, un thriller de atracos ambientado en Charlestown, un barrio de Boston conocido por su larga tradición criminal. Tras debutar como director con Desapareció una noche (2007), Affleck se enfrentaba a la prueba de demostrar si su talento detrás de cámaras era más que un golpe de suerte. El resultado fue un éxito crítico y comercial que no solo consolidó su carrera como cineasta, sino que también colocó a Atracción peligrosa como una de las películas más sólidas del género en lo que va de siglo.
Más allá de la acción, tiroteos y persecuciones —elementos infaltables en un buen heist film—, Atracción peligrosa se distingue por su capacidad de explorar temas más profundos: la herencia familiar, la comunidad como jaula invisible y el dilema entre la lealtad a los tuyos y la posibilidad de escapar hacia un futuro distinto.
A inicios de los 2000, Ben Affleck no pasaba por su mejor momento como actor. Tras algunos tropiezos como Gigli: Una relación peligrosa (2003), su credibilidad parecía en riesgo. Sin embargo, en 2007 sorprendió con Desapareció una noche, un sobrio drama criminal que reveló una faceta inesperada: la de un director sensible y preciso.
Atracción peligrosa confirmó que aquello no había sido casualidad. Affleck no solo dirigió, sino que también protagonizó y coescribió la película. El equilibrio entre su rol actoral y su mirada detrás de cámaras funcionó a la perfección. Con una narrativa ajustada, personajes complejos y un tono que recuerda al mejor cine de Michael Mann (Fuego contra fuego, 1995), la película se ganó a la crítica y al público. Recaudó más de 150 millones de dólares en taquilla mundial y recibió elogios por su tensión sostenida y autenticidad.
Este éxito marcó un antes y un después: Affleck dejó de ser visto únicamente como una estrella hollywoodense y pasó a ocupar un lugar respetado entre los directores de thrillers contemporáneos.
Hablar de Atracción peligrosa sin mencionar Fuego contra fuego (1995) es casi imposible. La obra maestra de Michael Mann se convirtió en el referente indiscutible del cine de atracos moderno, con su duelo entre criminales y policías y su impecable estilo visual.
Affleck, lejos de imitar de manera burda, construyó una película con ecos de Fuego contra fuego, pero con una identidad propia. Las escenas de acción —en especial el tiroteo en el centro de Boston y la persecución en el Fenway Park— tienen la precisión coreográfica que recuerda al cine de Mann. Sin embargo, mientras Fuego contra fuego se concentraba en el choque entre profesionales del crimen y la ley, Atracción peligrosa introduce un elemento más íntimo: el peso del origen y la imposibilidad de huir del barrio que te define.
Aquí no solo importa el atraco perfecto, sino la herencia emocional que arrastra cada personaje. Doug MacRay (Affleck) no es un criminal frío y calculador, sino un hombre atrapado entre la lealtad a su equipo, el legado de un padre preso y la esperanza de un amor que le permita redimirse.
Uno de los aspectos más fascinantes de Atracción peligrosa es cómo convierte a Charlestown en un personaje más. No se trata solo de un escenario: es la cuna de generaciones de ladrones de bancos y el espacio donde los vínculos familiares y comunitarios funcionan como cadenas invisibles.
La película abre con una frase demoledora: “Dentro de un par de millas cuadradas en Boston, más personas han robado más bancos que en cualquier lugar del mundo”. Esa idea de un barrio donde el crimen se hereda como una tradición cultural es el núcleo del relato.
Doug MacRay creció en ese entorno, con un padre encarcelado y rodeado de amigos que también viven del delito. En Charlestown, las relaciones familiares, la amistad y el crimen están entrelazados hasta el punto de que romper con esa dinámica significa casi traicionar a los tuyos.
Esa tensión se ve reflejada en la relación entre Doug y James Coughlin (Jeremy Renner), su mejor amigo y el más violento del grupo. Mientras Doug busca una salida, James encarna la imposibilidad de escapar: un hombre completamente absorbido por la identidad de “chico de Charlestown”.
La película trasciende el thriller de atracos al explorar dilemas profundamente humanos. Doug se debate entre el amor que siente por Claire (Rebecca Hall), la gerente de banco que fue rehén en un atraco, y la lealtad a su “familia elegida”: James y el resto de la banda.
Al mismo tiempo, la figura del padre (interpretado por Chris Cooper en un breve pero poderoso cameo) refuerza la idea de que el crimen es un legado casi genético en Charlestown. El peso de la sangre, la presión de la comunidad y los lazos de amistad convierten la salida de Doug en algo más que un cambio de vida: es un acto de rebelión contra todo un sistema de herencias sociales.
La redención, en este sentido, no es sencilla ni limpia. Affleck evita el final complaciente y ofrece un desenlace agridulce, donde la huida de Doug no borra el dolor, pero sí abre la posibilidad de un futuro distinto.
A quince años de su estreno, Atracción peligrosa sigue siendo considerada una de las mejores películas de atracos del siglo XXI. Su equilibrio entre acción trepidante y drama intimista la convierte en un referente dentro del género.
Además, marcó un punto de inflexión en la carrera de Ben Affleck, preparándolo para dar el salto definitivo con Argo (2012), película que le valdría el Óscar a Mejor Película. Sin Atracción peligrosa, probablemente ese reconocimiento no habría llegado.
En definitiva, Atracción peligrosa no solo es una historia de robos espectaculares, sino una mirada al peso de las raíces, la dificultad de reinventarse y la eterna lucha entre lealtad y libertad. Una obra que demuestra que, a veces, el barrio del que vienes puede ser el mayor obstáculo para encontrar quién quieres ser.