A La Casa del Dragón le falta la intervención del Banco de Hierro de Braavos para superar a Juego de Tronos
Desde la salida del tráiler, una teoría estuvo circulando por las redes antes que estrene Una danza de dragones (en inglés A Dance of Dragons), el cuarto episodio de la segunda temporada deLa Casa del Dragón: en el video vimos que la corona que adorna a Rhaenyra caía al suelo. La teoría se basaba en que la mencionada caída de la corona podía significar la derrota del bando de los Negros o (y esto era más interesante) que Rhaenyra dejaba caer la corona como señal de falta de dinero para solventar los costos de la guerra.
Si bien el episodio nos mostró otra cosa, (en sus sueños, Daemon enfrenta a una Rhaenyra adolescente y le corta la cabeza; automáticamente, su corona cae al suelo), la segunda parte de la teoría es la que me hace escribir estos párrafos: en La Casa del Dragón, ni el bando de los Verdes ni el bando de los Negros, se preocupan por el dinero; es como que todos sus gastos pueden ser eternos, sin filtro, totalmente abultados frente a una guerra, cosa que la deja muy disminuida de la realidad si se la enfrenta a la serie madre de este universo seriéfilo, o sea, Juego de Tronos.
Todos sabemos que el Universo Juego de Tronos tiene una cercanía a lo que fue la Edad Media de nuestra realidad. En base a eso, no existe descripción de un viaje o de una empresa medieval que no haga hincapié en los recursos monetarios para realizarla. El mejor ejemplo de esto son los viajes de Colón, sobre todo el primero. El mismo, escrito por Fray Bartolomé de las Casas, se dedica a describir el Nuevo Mundohaciendo foco en la flora, la fauna, los habitantes y, por supuesto, la búsqueda de oro.
En Juego de Tronos, desde la primera temporada, se hace un culto al dinero y a cómo solventar los gastos de las batallas. Empezando por lo acaudalada que es la Casa Lannister hasta la intervención bastante constante e importante de representantes del Banco de Hierro de Braavos, Juego de Tronos entiende que no hay tal cosa como la gratuidad: absolutamente todo, animado o inanimado, tiene un precio, se debe pagar o sufrir las consecuencias.
La Casa del Dragón tiene en común con Juego de Tronos su alto nivel de dramatismo, pero es uno más cercano a la telenovela que a las conjeturas políticas. El amor y los engaños amorosos son los que predominan, no hay una intriga tal como las implicancias de cada movimiento de las Casas: se hace foco en el miedo social más que por la importancia de lo económico. Es como si sus personajes no le dieran el lugar que se merece a lo terrenal.
Hasta el momento, tan solo la escena del herrero Hugh Martillo, que se lamenta por no tener qué darle de comer a su familia, llamó la atención. Del resto, poco y nada.
Por todo lo anterior, hasta que no haya una representación real de la magnitud que implica una guerra tan costosa como la que se está llevando a cabo, La Casa del Dragón no superará a Juego de Tronos. Esperemos que lo tengan en cuenta.