Barbie: la muñeca que marcó, marca y marcará generaciones

Cuando pienso en mi infancia se me vienen muchas cosas a la cabeza: el apartamento en el que vivíamos con mi familia, los dibujos animados que miraba a la hora de la merienda y, cómo no, los juguetes con los que jugaba. 

Nací en 1987 y tengo una hermana algunos años mayor. Nuestra infancia se desarrolló en los 90 y en nuestra habitación de juguetes había de todo: juegos de mesa, bebotes, cocinitas y hasta un ordenador primitivo. Sin embargo, el lugar privilegiado lo ocupaba una sola cosa: Barbie. Barbie, con su casa de varias plantas. Barbie, con su motorhome para irse de camping. Barbie, con su puesto de hot dogs. Barbie, con su jeep playero. Su ropa, sus zapatos, su bañera. Barbie camping, Barbie deportista, Barbie oficinista, Barbie, Barbie, Barbie. 

Barbie, como tal, nació en 1959. Su fecha de nacimiento es, precisamente, el 9 de marzo de ese año, momento en el que Mattel, Inc. la lanzó al mercado. Detrás de la idea de Barbie se encuentra Ruth Handler, la esposa de Elliot Handler, uno de los fundadores de Mattel, Inc. Ruth, que para ese entonces tenía dos hijos, Barbara y Kenneth, había descubierto que su hija, al jugar con muñecas usualmente de aspecto infantil, solía atribuirles ocupaciones o características de adultos. Al notarlo, a Ruth se le encendió la lamparita: los niños y las niñas del mundo necesitaban juguetes que pudieran reflejar su futuro, que les permitieran visualizarlo. 

Sin embargo, cuando le comentó la idea a su esposo para llevarla a cabo a través de Mattel, Inc., Elliot no estuvo demasiado interesado, así como tampoco sus socios. 

Lejos de rendirse, Ruth, en medio de unas vacaciones en Alemania, descubrió a Bild Lilli, una muñeca de rasgos adultos, basada en un personaje de historietas llamado Lilli. Pensada en un principio para una audiencia mayor de edad, eventualmente los creadores de la muñeca descubrieron que los niños y las niñas disfrutaban jugando con Bild Lilli, cambiándole sus atuendos que, por supuesto, se vendían por separado.

En esas vacaciones, Ruth compró tres muñecas Bild Lilli: una para su hija Barbara y dos para llevar a Mattel, Inc. Fue así como consiguió convencer tanto a su esposo como a sus colegas de que valía la pena invertir en una nueva muñeca que tuviera una apariencia más adulta. Junto con el diseñador e inventor Jack Ryan, Ruth rediseñó a Bild Lilli hasta que dio a luz a la muñeca que hoy conocemos todos: Barbie.

Barbie, que por supuesto obtiene su nombre de la hija de Ruth Handler, fue presentada en la American International Toy Fair el 9 de marzo de 1959, en Nueva York. Esa primera muñeca vestía un bañador a rayas, blanco y negro, y podía ser rubia o morocha. Se la describía como una “modelo adolescente” y del diseño de su ropa se encargaba Charlotte Johnson. Esas primeras muñecas se realizaban en Japón e incluso su ropa se cosía a mano allí.

Si bien Barbie fue un éxito (basta con ver el revuelo que genera el estreno de su nueva película para darse cuenta), su nacimiento no estuvo alejado de los problemas. En primera instancia, la compañía detrás de Bild Lilli terminó demandando a Mattel, Inc. por copiar su diseño, aunque luego el caso fue resuelto e, incluso, Mattel terminó comprando los derechos de patente de la muñeca alemana para evitarse los problemas. 

Por otro lado, no fue fácil cambiar el pensamiento de la gente. Acostumbrados a muñecos de características infantiles, los padres de los niños y niñas de la época encontraban, como mínimo, raro que, de repente, existiera una muñeca como Barbie, voluptuosa, con pechos, cintura y cadera. 

Sin embargo, la importancia de Barbie es indiscutible: justamente porque Barbie no es un bebé que las niñas del mundo deban acunar, alimentar y criar, les permite soñar con otros horizontes. Si Barbie puede ser astronauta, veterinaria, doctora y hasta candidata a presidente, ¿por qué cualquier niña del mundo no?

Firme detrás de esta idea, Barbie, esa primera muñeca de figura idílica, bomba rubia de ojos claros, con el paso del tiempo fue modificándose. En un mundo cada vez más inclusivo, Barbie no se quedó atrás.

Ya desde 1968 Barbie comenzó a incluir en sus líneas personajes diferentes, como Christie, la amiga afroamericana de Barbie o Teresa, de raíces latinas.

Esta búsqueda a favor de la diversidad continuó desarrollándose en la historia de Barbie como muñeca, tanto así que actualmente, dentro de lo que se conoce como la línea Barbie Fashionista, podemos encontrar distintos modelos corporales (curvy, tall y petite) y hasta discapacidades permanentes, como la Barbie en silla de ruedas o con una prótesis en la pierna. 

Y quizás sea este reinventarse, este adaptarse a las épocas lo que ha hecho de Barbie la muñeca que todos conocemos y, más importante, reconocemos. Barbie ha sido el objeto con el que muchos artistas han decidido trabajar, como por ejemplo el mismísimo Andy Warhol (quien, además, se ganó su propia Barbie, la Andy Warhol Barbie), y hasta se convirtió en el centro de una exposición en el mismísimo Musée des Arts Décoratifs de París. Ha tenido canciones que la nombran, parodias que se burlan de ella y películas y series que la ponen en distintos escenarios. 

Por supuesto, como todo en esta vida, Barbie no es perfecta. Como muñeca, como referente de las niñas, su figura escultural ha colaborado con los estándares de belleza imposibles que se le imponen a las mujeres. Sin embargo, así como hoy en día puedo reconocer esa falla, también soy capaz de mirar hacia atrás con el cariño de la nostalgia y reconocer que fue ahí, en esa habitación, jugando con mi hermana, donde las dos aprendimos a soñar. Si Barbie podía tener un motorhome e irse de camping, ¿por qué nosotras no íbamos a poder hacerlo? Si Barbie podía estudiar y trabajar, ¿por que nosotras no íbamos a poder hacerlo? Muchos años después, muchos de esos sueños inspirados en nuestros juegos infantiles con Barbie entre las manos, hemos podido hacerlos realidad y por eso, a pesar de sus imperfecciones, Barbie sigue siendo la muñeca que ha marcado más generaciones que ninguna otra.