Esta semana se estrena en cines Belfast, película del 2021 de Kenneth Branagh que ha acumulado cientos de nominaciones en varios países. Compite por el Oscar a Mejor película, director, guion, música, sonido, actriz y actor de reparto.
En Belfast, Kenneth Branagh vuelca belleza y emoción a más no poder
La historia nos cuenta la vida de Buddy (Jude Hill), un niño de 9 años que junto con su familia viven los conflictos étnicos y raciales de Irlanda del Norte a finales de la década de 1960. A través de sus ojos somos testigos de cómo su familia tiene que tomar la decisión de irse o no de Belfast para tener una mejor vida en Inglaterra.
Belfast es la película más personal de Kenneth Branagh, tanto que se da el lujo de dar varias cosas por sentado, brincarse toda explicación y centrarse en cómo ven los ojos de un niño de 9 años la inevitable transición que está viviendo el mundo, Irlanda y sobre todo su familia.
En un glorioso blanco y negro que inmediatamente nos remite a Roma de Alfonso Cuarón, Branagh nos retrata la vida común de una familia que, sin saberlo, pronto estará metida en The Troubles, un conflicto armado interétnico nacionalista que cobró la vida de varios irlandeses y la huida de varios miles hacia Inglaterra.
Branagh, sin embargo, no explica eso en la película: desde los ojos de Buddy todo es más simple. Para él la vida es su escuela, su vecindario, sus amigos, los dulces y las salidas familiares al cine de cada fin de semana. Y es esta visión inocente la que permea todo el film: para la vista de Buddy los conflictos raciales, el padre ausente por un trabajo mediocre, la madre abnegada y los abuelos omnipresentes son su universo.
El director, con su gran capacidad para dirigir actores, junta un cast idóneo para interpretar a la familia; la actuación de cada uno de ellos es perfecta, pero los que se logran llevarse las palmas son los abuelos interpretados por Ciaran Hinds y Judi Dench (ambos nominados al Oscar). Ellos, los que se quedan, representan la Irlanda que Branagh tuvo que dejar para mudarse a Inglaterra, donde cambió su acento y comenzó una nueva vida. Las escenas finales con Judi Dench son la parte más melancólica y bien lograda de la cinta. Caitriona Balfe es otro gran descubrimiento: la mamá de Buddy conquista y conmueve con su papel.
La música de la cinta está bellamente compuesta y ejecutada en manos del legendario Van Morrison, quien es originario de Belfast y por eso captura muy bien la esencia del vecindario.
La fotografía de Haris Zambarloukos, veterano colaborador del director, crea imágenes que parecen postales por lo bien construidas y perfectas que son. Branagh imprime en cada cuadro de la película una obra de arte que le valió la nominación a director en el Oscar de este año.
Keneth, además de contar la historia de su niñez, aprovecha para meter referencias a otros de sus films, además de hacer un homenaje al cine, a la TV y a la música de aquel entonces. Es en ese sentido que la película toca muchos temas y tal vez no profundiza en algunos, pero lo que el público no debe de olvidar es que estamos viendo el mundo a través de los ojos de un niño. Aún así, el director llena la película de simbolismos y de imágenes que pueden tener una explicación más profunda, y son estos chispazos (como los de color) lo que le dan al film una profundidad que lo hacen memorable.
En resumen
Belfast es de las mejores películas de Keneth Branagh a la fecha, llena de referencias personales de historia y de nostalgia. Su particular visión del mundo a través de los ojos de Buddy es tierna, inocente y esperanzadora. Buddy no piensa en la raza, la religión e incluso no piensa en el amor. Para él el mundo es su familia. Y donde quiera que ella esté, es dónde él va a ser feliz.
Hermosa cinta.
