El escándalo político como estilo de vida: biografía completísima de Michael Moore
¿Quién iba a decir que un hombre que se caracteriza por llevar puesta una gorra de béisbol podía convertirse en uno de los enemigos de Estados Unidos? Sin embargo, para muchos, Michael Moore, el director de documentales, podcaster y autor de libros, lo es.
¿Cómo se convirtió este hombre de apariencia despreocupada en una figura tan polémica? A base de producciones audiovisuales. Moore no es solo un director de documentales: en ellos, impone su mirada crítica, sagaz e irónica sobre la potencia mundial de América del Norte, sin importarle quién se ofenda.
Nacido el 23 de abril de 1958 en Flint, la ciudad más grande de Michigan, Michael Moore no proviene de una cuna de oro. Sus padres, Helene Veronica y Francis Richard “Frank” Moore eran simples trabajadores: ella, se desarrollaba como secretaria, mientras que él trabajaba en una de las muchas fábricas que había en ese entonces de General Motors en la zona.
Desde joven, a Michael Moore le interesó el debate. En la secundaria, mezclaba esta pasión también con la actuación y a los 18 años fue elegido para formar parte de la junta escolar de su escuela, demostrando así su compromiso y esa mirada crítica que ya comenzaba a manifestarse.
Sin embargo, la secundaria sería la última etapa en instituciones educativas de Michael Moore. Aunque se inscribió en la Universidad de Michigan para estudiar periodismo, a los pocos años abandonó la carrera. Sin embargo, fue allí donde dio sus primeros pasos como tal, escribiendo para el periódico estudiantil The Michigan Times. Esos primeros pasos, combinados con su ya formada mirada tan particular, lo llevaron, poco después, a fundar su propia revista alternativa, The Flint Voice, que luego amplió sus horizontes y pasó a llamarse The Michigan Voice.
Ya para 1968 consiguió su primer trabajo como periodista reconocido, convirtiéndose en el editor de Mother Jones, una revista política liberal, de la que fue despedido a los cuatro meses. Los motivos difieren de acuerdo a quién se le pregunte. Una de las versiones sostiene que Moore fue despedido por haberse negado a publicar un artículo en el que un colega criticaba al Frente deLiberación Nacional Sandinista, por considerarlo inadecuado y condescendiente y, además, pasar por alto el hecho de que, para ese entonces, Estados Unidos, llevaba cinco años en guerra con Nicaragua.
La otra versión sostiene que los problemas entre Michael Moore y Mother Jones comenzaron cuando él quiso cubrir el cierre de varias fábricas de General Motors en su Flint natal. Quienes publicaban la revista no querían involucrarse con ese tópico, pero Moore, fiel a su visión, no los escuchó y terminó poniendo en tapa a Ben Hamper, un trabajador despedido de General Motors y, casualmente, también parte del staff de Mother Jones.
Más allá de cuál fue la gota que rebalsó el pequeño vaso de 4 meses de trabajo de Moore en Mother Jones, su paso por allí fue significativo: por un lado, ambas versiones demuestran el compromiso de Moore por contar las historias que cree relevantes, de forma adecuada, y, por el otro, luego de ser despedido, Moore inició una demanda contra la revista, que terminó en un acuerdo monetario que le permitió financiar su primer documental: Roger & Me.
Roger & Me, que se estrenó en 1989, retoma parte de lo que le trajo problemas a Moore: el cierre de plantas de General Motors en Flint, Michigan. El Roger mencionado en el título es nada más y nada menos que Roger B. Smith, quien era en ese entonces el CEO y presidente de la empresa. Moore devela en el documental que las plantas cerradas en Michigan fueron reemplazadas por otras nuevas, en México, donde empleaban trabajadores con mano de obra más barata. El objetivo del filme era lograr un encuentro entre Michael Moore y Roger B. Smith, que nunca pudo darse, pero sirvió para demostrar la crisis social y económica que el capitalismo salvaje había desatado en Michigan.
No sería ni la primera ni la última vez que Michael Moore posara su ojo crítico sobre el capitalismo. Menos de 10 años después, en The Big One, Moore apuntó hacia Nike y su forma de producción descentralizada en Indonesia, que también dejó a miles de norteamericanos sin trabajo.
Sin embargo, la verdadera fama le llegó a Michael Moore en el 2002 cuando estrenó su documental más famoso, Bowling for Columbine. En él, Moore se metía con otro de los pilares de la sociedad estadounidense: el derecho a portar armas. A partir de la masacre de la secundaria Columbine, ocurrida en 1999, el director explora cuáles pueden haber sido los motivos que llevaron a esos jóvenes a asesinar a 13 personas en la institución educativa a la que asistían, desde los más ridículos, como una práctica de bowling, pasando por Marilyn Manson, hasta lo mencionado anteriormente: la obsesión de la cultura estadounidense por portar armas.
Bowling for Columbine se convirtió en una sensación: no solo ganó el Óscar a mejor filme documental, sino que también ganó un premio especial en el Festival de Cannes, un premio César y un Independent Spirit. Además, se convirtió en el documental más taquillero de la historia, corona que luego le cedió a otro documental de Michael Moore: Farenheit 9/11.
Farenheit 9/11, estrenado en el 2004, es una respuesta de Michael Moore a los atentados ocurridos en las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. En realidad, el documental se centra en cómo Estados Unidos y, en particular, la administración presidida por George W. Bush reaccionaron a dichos atentados, desnudando vínculos entre la familia Bush, el gobierno norteamericano, los bin Laden, el gobierno de Arabia Saudita y los talibanes, así como también los intereses de Estados Unidos en hacerse con el control del gas natural de Afganistán y lo que realmente significó en términos de pérdidas humanas la guerra de Irak.
A Farnheit 9/11 le siguieron Sicko, un documental acerca del perverso sistema de salud de Estados Unidos y las grandes empresas farmacéuticas, Captain Mike Across America (que luego se convirtió, reeditado por el mismo Moore, en Slacker Uprising), Capitalism: A Love Story, Where to Invade Next, Michael Moore in TrumpLand, Farenheit 11/9 y Planet of Humans. En ellos, Moore continúa su cruzada en contra del sistema político enfermo estadounidense y en contra del capitalismo salvaje.
Además de su trabajo como director de cine, Moore también se dedicó a la escritura, lanzando ocho libros de no ficción entre los que se destacan Stupid White Men, donde realiza una crítica salvaje a la “american way of life” y Dude, Where’s My Country?, que es la base sobre la que construyó Farenheit 9/11.
Moore también tuvo su paso por la pantalla chica, como actor y como director. Se lo ha visto en programas como Lucky Numbers, Canadian Bacon, TV Nation, The Awful Truth y Michael Moore Live.
Como si esto fuera poco, dirigió vídeos musicales para bandas de rock políticamente comprometidas, como Range Against The Machine (de las canciones Sleep Now in the Fire y Testify) y System of a Down (Boom!).
El trabajo de Michael Moore habla por sí solo: su visión sobre Estados Unidos, sobre la influencia de su país en el mundo y sobre el capitalismo lo han destacado entre muchos otros documentalistas de la época. Tanto así que se ha ganado lugares como orador en las Convenciones Nacionales Democráticas y en las Convenciones Nacionales Republicanas y la revista TIME lo ha considerado en el 2005 como una de las 100 personas más influyentes del año.
Con su apariencia de hombre corriente y su inseparable gorra de béisbol, Moore es capaz de preocupar a más de un político cuando escucha su nombre salir de sus labios (o de su pluma). Para muchos simpatizantes de las políticas de derecha, es el enemigo público número uno, mientras que aquellos que se inclinan hacia la izquierda y saben disfrutar de su ironía brutal y su humor satírico, lo disfrutan. Por lo pronto, su trabajo, ya sea amado u odiado, es un bastión democrático: en él, Moore se anima a decir y a participar de lo que ocurre porque cree en la democracia como forma política. En sus propias palabras: “La democracia no es un deporte de espectadores, es un evento de participación. Si no participamos en él, deja de ser una democracia.”