Bloodline y un thriller de primera

Bloodline seguramente sea la serie de 2015 de Netflix de la que menos se ha hablado: es -así lo dicen los datos- la que menos audiencia ha tenido en su estreno. Pero bien sabemos todos que los datos no dejan de ser sólo números que no tienen por qué ser reflejo de la calidad de una ficción. Pese a los bajos índices de reproducción, Netflix tuvo claro la calidad y el potencial de Bloodline y la renovó por una segunda temporada al poco de su estreno. Y no es para menos. Este brillante drama familiar cuenta con el indiscutible sello de calidad y riesgo de Netflix y es sin duda una historia totalmente adictiva.

La serie devela los secretos de los Rayburn, una familia idílica para todos sus vecinos que verá cómo su preciada rutina se rompe con la visita del hijo mayor: la famosa oveja negra. Los secretos enterrados del pasado saldrán a la luz empujados por el único miembro de la familia al que aún le queman los recuerdos. Propietarios de un hotel en los Cayos de Florida, los Rayburn lucharán por no empañar su imagen y acallar a ese hermano que busca poner al límite la lealtad familiar. El personaje de Danny, el hijo descarriado que vuelve a trastocar todo, está impecablemente bien construido.

Es un thriller que no se limita a contarnos un drama familiar novelesco, sino una historia con un fuerte fondo psicológico que se unirá a una trama de investigación policial que descubriremos a través de uno de los hijos Rayburn que es sheriff local. Un drama adictivo que esconde una fuerte crítica a los fantasmas que se esconden en la patriótica sociedad estadounidense, y en menor medida sobre ese estrato social de ilegalidad que no se ve pero que no para de crecer.

El entorno natural tienen mucha fuerza narrativa: un marco en el que la naturaleza acaba ganando contra el hombre. Clima tropical que aderezará la historia con sus tormentas, atardeceres y el pegajoso calor de la región.

La banda sonora es casi en su totalidad su naturaleza: el sonido de la incesante lluvia puede llegar a ser más efectiva que un sinfín de melodías.

Cada integrante de la familia Rayburn tiene su propia historia y secretos: desde Robert (Sam Shepard) y Sally Rayburn (Sissy Spacek), los patriarcas de la familia, a sus hijos Danny (Ben Mendelsohn), John (Kyle Chandler), Kevin (Norbert Leo Butz) y Meg (Linda Cardellini). Lo mismo sucede con los personajes secundarios, cada uno de los cuales representa una pieza clave en el rompecabezas que es la primera temporada de la serie.

Los Rayburn son, en apariencia, bastante normales, unidos y trabajadores. Pero el regreso de Danny, el hijo mayor, amenaza con exponer el vergonzoso pasado y los oscuros secretos que han guardado durante años.

Todo comienza a desmoronarse cuando la oveja negra de la familia regresa y expone el gran secreto que cae sobre sus espaldas: Todd Kessler adelantó que ese secreto es develado en el primer episodio y funciona como disparador de toda la historia. A partir de ahí, con cambios temporales entre el pasado y el presente, se va conociendo la historia de esta familia que parece no tener descanso.

El escenario en que la historia se desarrolla es uno de los elementos más destacables de Bloodline: un hermoso hotel familiar, con playas paradisíacas y un ambiente de constantes vacaciones y disfrute. En contraposición, la historia dentro de la familia va a estar plagada de oscuridades, secretos y mentiras, creando un contraste que funciona muy bien para la narración.

El manejo de los tiempos y los puntos de vista personales de cada uno de los personajes también es fundamental: la historia es contada a través de un constante cambio de presente a pasado y son tejidas las miradas de cada uno de los hijos sobre los conflictos personales y familiares.

Bloodline es un thriller dramático con suficiente suspenso e intriga para atrapar y mantener la atención de la audiencia.