Un final a la altura de una de las mejores series de la década
Finalmente ha sucedido: BoJack Horseman, una de las mejores producciones originales de Netflix, ha terminado. Luego de seis temporadas, la obra maestra animada de Rapahel Bob-Waksberg llegó a su fin, dejándonos un sabor agridulce en la boca, como ya nos tenía acostumbrados desde el día uno.
La sexta temporada, compuesta por dos partes, estrenó sus últimos 8 episodios el pasado 31 de enero, que arrancaban con un BoJack en un muy buen lugar, sobrio, a punto de convertirse en profesor en la Universidad de Wesleyan, donde asiste su media hermana Hollyhock. Sin embargo, porque este show es BoJack Horseman, sabíamos que esa felicidad no podía durar: los peores errores de nuestro caballo preferido estaban a punto de salir a la luz.
Por un lado, Hollyhock por fin se entera de la historia de BoJack con Penny, la hija de su amiga Charlotte en Nuevo México. Por otro, dos reporteros sagaces persiguen la verdad detrás de la muerte de Sarah Lynn, a quien BoJack juró que había encontrado muerta en el planetario (cuando todos sabemos que él estaba con ella, tras meses de excesos juntos). Por decirlo de algún modo, el pasado vuelve a morderlo en el trasero a BoJack quien, sorprendentemente, empezaba a convertirse en un excelente profesor para sus alumnos.
A partir de la revelación de la verdadera historia tras la muerte de Sarah Lynn, aunque en un principio todo parece encarrilarse en un camino de aceptación para BoJack, asumiendo sus errores y enfrentando las consecuencias, el ego que siempre caracterizó a este protagonista transforma su redención en un circo que, obviamente, se le vuelve en contra. Completamente aislado de nuevo de aquellos que lo querían, BoJack recae en sus adicciones y, por un episodio entero, nos hace creer que la predicción de muchos se había cumplido: logró quitarse la vida, ahogado en la pileta de la mansión que supo ser suya, tras ingerir cantidades increíbles de alcohol y pastillas.
No hubiera carecido de sentido que esta fuera la muerte de BoJack Horseman. De hecho, su opening parece anunciárnoslo desde el primer día, ya que, a pesar de las modificaciones que sufrió a lo largo de las temporadas, siempre finaliza con BoJack cayendo a la pileta. Sin embargo, en el opening, BoJack tiene los ojos abiertos y, en el anteúltimo episodio de la serie, si lograste avanzar hasta los títulos sin morir de tristeza, habrás escuchado que, el popular pitido que anuncia que un paciente ha muerto, se ve interrumpido por el regreso del latido al corazón de BoJack.
Y tras este episodio que, nuevamente, desafía las formas de narrar una historia, BoJack Horseman nos entrega un final agridulce. BoJack es salvado por los nuevos dueños de la casa, pero debe pagar 14 meses en prisión por irrumpir en propiedad privada. En esos 14 meses logra, nuevamente, ponerse sobrio e iniciar un taller de teatro dentro de la prisión. A pocos meses de salir en libertad, Princess Carolyn le consigue una noche de gracia para que pueda asistir a su boda con Judah y, a pesar del terror que le genera volver a salir y enfrentarse al caos, BoJack asiste. Allí, se encuentra con todos aquellos que significaron algo para él: desde Mr. Peanutbutter, quien demuestra realmente ser el mejor amigo del hombre (digo, el caballo), pasando por Todd, la misma Princess Carolyn y, por supuesto, Diane, quien, durante las seis temporadas que hemos disfrutado de esta maravillosa serie, ha sido el cable a tierra y salvación de este personaje tan autodestructivo. Sin lugar a dudas, Diane ha hecho a BoJack Horseman una mejor persona, aunque eso, muchas veces, le costó dejarse a un lado a sí misma. Ahora, tras Chicago, antidepresivos, la casi muerte de BoJack y Houston, Diane es una mujer feliz y realizada y, aunque no le guarda rencor a BoJack por esa amistad que muchas veces se sintió tan poco retribuida por él, sabe que su historia ha llegado a su fin.
BoJack Horseman logra en este último episodio demostrarnos lo que ha venido demostrándonos a lo largo de todos sus episodios: no existe un final feliz. Existe la vida y los errores que cometemos, los cuales no serán gratuitos, pero, a pesar de eso, debemos seguir viviendo, convirtiéndonos en lo mejor que podamos ser. Incluso BoJack Horseman debe pagar por sus errores y, a partir de allí, construir una nueva vida con lo que sea que haya aprendido al respecto.
La serie intenta darle un cierre fiel a su esencia, atando cabos para la mayoría de los personajes. Sin embargo, se siente en algunos aspectos el apuro de una cancelación que, pareciera ser, no era esperada. El mismo Raphael Bob-Waksberg reconoció que creía que el show podía tener más temporadas, y notamos particularmente esto en la ausencia de la historia de Gina y Kelsey, quienes eran importantes también para BoJack y se habían planteado como otro de los errores que podría volver a perseguir al actor de Horsin’ Around. Quedará, tal vez, para esa vida futura que le espera a BoJack una vez que salga de la cárcel.
A pesar de esto, la sexta temporada continúa en la línea siempre deslumbrante del show, consagrándolo como una de las mejores series de la década sin dudas, y como una de las críticas más audaces, honestas y profundas a una sociedad frívola, machista y egocéntrica.