Una realidad muchas veces oculta: hay otra cara de los superhéroes
La idea de ver a un personaje que usa sus habilidades especiales para provocar caos no es un concepto nuevo: anteriormente, hemos visto esta premisa en Poder sin límites (Chronicle), Bienvenidos al ayer (Project Almanac) y en Glass (Glass) de M. Night Shyamalan. Sin embargo, lo que diferencia a Brightburn: Hijo de la oscuridad (a partir de ahora la nombraremos como Brightburn) de todos los esfuerzos anteriores es que no solo calca el origen de un icono como Superman sino que también le da un giro dentro del género de terror, específicamente del slasher.
El concepto es interesante porque obliga al público a reflexionar sobre todas las suposiciones que se han hecho en el cine sobre los superhéroes y su naturaleza de bienhechores. Y si bien Brightburnno falla en sustos y sangre, es la falta de argumentos para hacernos dejar de creer en personajes como Clark Kent lo que resulta un tanto decepcionante.
La historia inicia con los Breyer: Tori (Elizabeth Banks) y Kyle (David Denman) son una pareja que está intentando tener un bebé cuando una nave espacial se estrella cerca de su granja. Dentro de esta nave se encuentra Brandon Breyer, un alienígena con apariencia humana al que adoptan y crían como su propio hijo. No obstante, años después, la nave en la que Brandon llegó a La Tierra se activa y es así que el joven comienza a darse cuenta de su verdadera naturaleza y las poderosas habilidades que tiene.
Dirigida por David Yarovesky (The Hive), Brightburnsorprende desde un inicio por sus influencias del cine slasher. Más que una cinta de superhéroes, esta historia está construida para que el público se pregunte qué tan lejos va a llegar el protagonista en su deseo por destruir todo lo que le rodea. De cierta forma, es como si el proyecto nos pusiera detrás del asesino serial y fuésemos testigos de cómo ejecuta a cada una de sus víctimas desde su punto de vista. Con un guión más complejo, esta idea hubiera sido refrescante de ver en un panorama donde las películas de superhéroes fallan en mostrar los distintos grises que existen entre el bien y el mal.
En cambio, la película solo se conforma con ir al otro extremo y mostrarnos una serie de escenas en las que Brandon (akaBrightburn) hace muestra del repertorio de habilidades que posee y cómo las utiliza para lastimar a los demás. Son escenas que cumplen en ser entretenidas, pero al igual que la mayoría de las películas slasher, estas secuencias solo sirven para aumentar el número de muertos en la historia. En los primeros veinte minutos del filme, hay momentos en los que el guión sienta las bases para explorar el debate que existe entre “naturaleza versus crianza” (y si es una o la otra la que define la personalidad y la conducta de un individuo), pero la cinta se olvida rápidamente de desarrollar y explorar este concepto. Además, a través de sus interacciones con sus compañeros de la escuela la película trata de darle matices a Brandon, pero la historia quiere llegar tan rápido a la acción que el desarrollo del protagonista se detiene por completo antes de la mitad de la cinta.
Brightburntambién sufre su presupuesto. Todo el tiempo el proyecto se siente limitado: desde las locaciones hasta los encuadres de la cámara, las elecciones que toma el realizador David Yarovesky dan una sensación de claustrofobia. Algunas escenas –como aquella que se desarrolla en una cafetería y todas las que transcurren en el interior de la casa de los Breyer– incluso remiten, visualmente, a un set de televisión por lo artificial de su diseño de producción.
A pesar de estos errores, el filme nunca es aburrido. Cuando se inclina más hacia el slasher con toques de humor negro y la sangre comienza a correr, hay destellos de una película de terror que pudo haber sido muy entretenida si los personajes no se tomaran tan en serio las situaciones en las que se encuentran (Elizabeth Banks incluso nos convence de que sería una gran scream queen si algún día la invitan al proyecto indicado). Pero Brightburn combate con su propia dualidad todo el tiempo y nunca encuentra un balance o armonía entre los dos géneros que la dominan: el terror y el cine de superhéroes.
La pasión que siente el director David Yarovesky por el material que tiene en sus manos es evidente. Con las constantes referencias que la historia hace al cine de superhéroes y al de terror, uno puede inferir que en la mente del director, la idea era bastante clara. Sin embargo, el guión y lo visual fallan en encontrar resoluciones satisfactorias por esas ideas tan opuestas que presentan: mientras la premisa plantea un debate, lo que se ve en pantalla está completamente resuelto y es bastante directo.
A su favor, Brightburn demuestra que las películas de superhéroes pueden adoptar formas distintas. Desgraciadamente, para el objetivo que el realizador tenía con la cinta, Brightburnno nos hará dudar en absoluto de las buenas intenciones de Superman y compañía.