En Springsteen: Música de ninguna parte, Scott Cooper no filma un simple biopic sobre el “Jefe”. Lo que propone es una inmersión emocional en el universo de Nebraska (1982), el álbum más oscuro y desolador de Bruce Springsteen, una grabación que nació en la soledad de un cuarto alquilado y que, décadas después, sigue siendo un mapa íntimo del alma. La película, protagonizada por Jeremy Allen White como Bruce y Jeremy Strong como su mánager y productor Jon Landau, busca capturar ese instante en el que un artista se enfrenta a su propio reflejo sin artificios ni ruido.
Así nació Música de Ninguna Parte, la biopic de Bruce Springsteen

Durante la conferencia de prensa global de la cinta, el director Scott Cooper explicó que su mayor desafío fue convertir el silencio en algo cinematográfico. “¿Cómo dramatizas a un hombre solo en su habitación con una grabadora de cuatro pistas, luchando con sus demonios internos?”, se preguntó. La clave, dice, fue entender que Música de ninguna parte no es una historia sobre el mito Springsteen, sino sobre “un hombre que, por casualidad, es uno de los más grandes cantautores estadounidenses”.
Cooper, conocido por Loco corazón, insistió en que el proyecto le resultaba personal: “Nebraska siempre me enseña algo. Es sobre el valor de mirar hacia adentro, de aceptar la verdad, incluso cuando no es bonita”. De hecho, el director compartió que su padre —quien le presentó el disco original— falleció justo un día antes de comenzar el rodaje. “My Father’s House siempre me rompe, pero también me enseña. Padres e hijos… siempre es complicado”, confesó visiblemente conmovido.
Para Jeremy Allen White, encarnar a Springsteen fue una mezcla de terror y revelación. “Empecé desde el miedo. Sabía lo amado que es Bruce, lo íntima que es la conexión entre él y sus fans. Tenía miedo de no estar a la altura”, admitió. Sin embargo, su gran avance llegó cuando dejó de ver al músico como una figura intocable: “Tenía que quitar a Bruce del pedestal y ver al hombre. Un tipo volviendo a casa después de una gira, buscando paz y encontrando otra clase de tormenta”.
El actor, que saltó a la fama por su papel en The Bear, aprendió a tocar la guitarra y a cantar las canciones de Nebraska con respeto reverencial. Recordó un momento clave en Nashville, donde grabó parte del álbum en el mítico estudio RCA: “Estuve solo, cantando palabras que no eran mías, pero intentando hacerlas propias. Sentí por primera vez una conexión real con él”.
Incluso bromeó sobre la dificultad de interpretar Born in the USA: “No se canta, se grita. Terminé tirado en el suelo, sin voz durante cuatro días. Pero al final me gustó cómo sonaba mi voz destrozada”, dijo entre risas, respaldado por un cómplice Jeremy Strong.

Strong, ganador del Emmy por Succession, encarna a Jon Landau, el inseparable socio creativo de Springsteen. “Jon es un tipo de inteligencia monumental. No es un simple productor: es el jardinero que sabe cuándo el artista necesita más luz o más silencio para florecer”, explicó. Su relación con White trascendió la actuación: “Para crear la dinámica entre Bruce y Jon, solo necesitábamos ser realmente eso: dos personas que se cuidan, que confían. No se actúa, se vive”.
La química entre ambos fue inmediata. El moderador, Warren Zanes —autor del libro en que se basa la cinta—, comentó: “Al verlos juntos, supe que entendían la esencia de esa amistad. No estaban imitándolos, estaban capturando la energía entre ellos”.

Uno de los momentos más surrealistas para el equipo ocurrió cuando Scott Cooper leyó todo el guion frente al propio Bruce Springsteen y Jon Landau. “Fue aterrador. Bruce me pidió que interpretara todos los personajes. Cuando terminé, él aplaudió y dijo: ‘Buen trabajo’. Desde ese día, se convirtió en un colaborador generoso”, recordó el director.
El músico, lejos de interferir, animó al equipo a mostrar su lado más humano: “Scott, la verdad sobre uno mismo no siempre es bonita”, le dijo Springsteen. Esa frase se convirtió en el eje moral del proyecto.
Más allá del rock, Springsteen: Música de ninguna parte se perfila como una reflexión sobre la salud mental, la soledad y la reconciliación. En palabras de Cooper: “Las personas me paran en la calle para agradecerme que desestigmatice la enfermedad mental, que muestre cómo un padre y un hijo pueden reencontrarse. Eso es el poder del cine”.
La cinta, que debutó en el Telluride Film Festival, promete ser una de las experiencias más introspectivas del año. Más que un biopic, es un diálogo entre arte y vulnerabilidad. Jeremy Allen White lo resume así: “Esta historia no es sobre la fama. Es sobre un hombre que busca conexión, que quiere amar y ser amado. Todos estamos intentando lo mismo, solo que Bruce lo gritó en una grabadora hace cuarenta años”.
Springsteen: Música de ninguna parte llegará a los cines en México y Latinoamérica este próximo jueves 23 de octubre, con la promesa de recordarnos que la honestidad, incluso cuando duele, puede ser la forma más pura de rock and roll.