Al menos en lo que a mí respecta, las series Teen Wolf y True Blood me han enseñado que no se puede tener patas de chichicuilote ni barriga de cobrador de rentas si pretendes clavarle los colmillos a alguien, ya sea por sed de sangre o por apetito carnívoro.
Las pruebas que nos han enviado desde el laboratorio de análisis seriéfilo son contundentes, y las compartimos en exclusiva para todos ustedes. Nada ha sido intervenido digitalmente, el material es de estricta fiabilidad.