La última temporada de Dickinson es un cierre perfecto para la historia de esta poeta
¡Definitivamente vamos a extrañar #Dickinson!
Dickinson terminó y ha dejado un vacío en nuestros corazones. Es imposible que no vayamos a extrañar a esta poeta interpretada magistralmente por Hailee Steinfeld, quien recientemente debutó en el universo de Marvel. Y es que la serie de Apple TV+ nunca falló en retratar a una Emily Dickinson soñadora y feminista. Sobre todo, en esta última temporada, donde la vimos crecer y encontrar su destino a través de su pluma.
Realmente la serie se reinventó temporada tras temporada y nos contó la historia de una Emily que no todos conocíamos: una poeta que aunque escribía de la muerte, amaba la vida. Por supuesto, se trata de una ficción y no de una biografía del personaje histórico, pero es refrescante ver cómo la creadora del espectáculo Alena Smith tomaba los poemas y les daba vida.
Esta tercera temporada vimos a Emily darse cuenta de que lo que hacía con su pluma, aunque no fuera algo heroico como ir a la guerra, era importante, pues daba esperanza y consuelo a la gente. Y a diferencia de la temporada pasada donde buscaba la fama, aquí buscaba su legado al mundo.
Por otra parte, su relación con Sue maduró y se volvió más fuerte. Emily entendió que sus poemas no eran la única forma en que podía expresar su amor y que era muy importante vivir el presente y abrazar lo desagradable del mundo. También aplaudimos la representación LGBT+ en la trama, particularmente porque esta fue una parte “controvertida” y “silenciada” de la vida de esta poeta.
Crédito: Apple TV+
En cuanto al resto de personajes, debemos decir que cada uno de los miembros de la familia Dickinson creció a excepción de uno: el patriarca de la familia, quien nos decepcionó porque prefirió seguir cumpliendo las costumbres de una sociedad machista que progresar y buscarle un mejor futuro a su hija.
De todos los personajes, sobresalieron más Henry y Thomas Wentworth Higginson, quienes sirvieron para explorar uno de los temas más importantes de la temporada: el racismo. Alena Smith tiene un sello propio para presentarnos este conflicto, y como en temporadas anteriores, lo aborda desde el humor y asumiendo su privilegio como persona blanca. Esto lo vemos reflejado en Thomas y su relación con Henry y el batallón negro que intenta dirigir. Thomas se muestra como un aliado de la comunidad negra, sin embargo, todo se queda en el lenguaje y no en las acciones, que son los que verdaderamente hacen el cambio en el mundo. Smith hace esa crítica desde la ironía y con un lenguaje coloquial actual que rompe de una manera brillante el género de drama histórico en el que se ubica.
Crédito: Apple TV+
Por otra parte, se vuelve a abordar el machismo y la disparidad de género de la época (aunque estos son temas que siguen vigentes). El mejor ejemplo ocurre cuando la familia Dickinson visita un Hospital psiquiátrico para mujeres y Emily descubre horrorizada que encierran a mujeres solo por exigir los mismos derechos que los hombres o por no cumplir los roles de género esperados.
En resumen, el final de la tercera temporada es un cierre perfecto para la historia de la poeta, pues representa sus últimos años en reclusión como una elección coherente a su personalidad. Además, ese montaje final donde vemos que los días, meses, y años pasan en su habitación, nos aleja de la idea colectiva de que tuvo un trágico destino, y nos ofrece una perspectiva diferente, la de una mujer, sí adelantada a su época, pero que cuya resiliencia y comprensión de la vida, el amor la guerra y la muerte, la llevó a inspirar y dar esperanza a muchos, incluso en la actualidad.
Crédito: Apple TV+
Brenda Amador
Me encanta ver series y soy una fan muy apasionada.