Es un escenario bastante común ver qué Disney anuncia una nueva adaptación live-action y al instante tenemos a adultos rasgandose las vestiduras porque la remake supuestamente les va a “arruinar la infancia” o incluso hará que los niños y niñas de ahora no puedan disfrutar la historia original. Ahondemos un poco más en esto.
Desde el 2014 en adelante tenemos un estreno nuevo de estas remakes por año. Todo comenzó con Maléfica (que en realidad es más una historia contada desde otro punto de vista) y desde allí lanzaron las adaptaciones de La Cenicienta, The Lion King, Snowhite, Peter Pan and Wendy, Aladdin, La Bella y la Bestia, Dumbo, Mulan y La Dama y el Vagabundo.
El éxito de este subgénero de películas es variado y se puede entender que quienes disfrutamos estas cintas animadas cuando éramos chicos, no queremos que Disney las dañe haciendo una versión peor que la original para las nuevas generaciones. Pero camaradas, es hora de crecer.
Miremos este fenómeno de las remakes desde otra perspectiva: hacer nuevas versiones de estas historias les permite a nuestros hermanos más chicos, primos e hijas disfrutar del estreno en las salas de cine y de una aventura nueva y emocionante para ellos, tal como nosotros lo hicimos en los 80/90. Si, se pueden ver las películas animadas en la TV, pero no es lo mismo que ir al cine.
La critica más común es que estas remakes no respetan la historia original y eso es un pecado, pero si lo pensamos bien estamos acostumbrados porque sucede mucho con las producciones basadas en proyectos anteriores, como con las películas de Harry Potter, GOT, Dune, IT, Willy Wonka y demás. A veces, estas modificaciones suceden para que se adapten mejor a los formatos audiovisuales y, en otras ocasiones, para adaptarse mejor a las épocas.
A esta altura, ya deberíamos aceptar que todas las nuevas adaptaciones van a tener cambios. Esas modificaciones pueden estar en la trama, en el escenario, en los actores/actrices, en los looks de los personajes, en el principio o en el final de la historia. Algunas pueden funcionar, otras no, pero ¿qué sentido tendría hacer algo exactamente igual al material original? La idea de cada proyecto es que aporte algo nuevo a lo que ya conocíamos.
¿Qué impacto real tienen estas modificaciones en los fans? Pues quienes vieron las películas animadas en su infancia nunca van a aceptar otra versión de esa historia. Es más, si hicieran otra versión animada, también se enojarían con la animación o con las voces. La nostalgia siempre es más fuerte. No importa cuánto lo intente Disney, no los van a conquistar.
Igual cuidado, también existen quienes se emocionan de la misma manera con la película live-action que con las la historia animada. Al fin y al cabo, si amas a una historia y a sus personajes, puedes aceptar algunos cambios que se hacen cuando se adaptan a un nuevo formato audiovisual.
No obstante, el público objetivo de Disney a la hora de hacer estas remakes son los más jóvenes. Ellos no pudieron ver las películas animadas cuando se estrenaron en el cine, pero conocen la historia o incluso algunos vieron la cinta original por televisión. Disney apuesta a la curiosidad que genera en ellos ver una nueva versión de estas historias, una edición contemporánea que pueden catalogar como “propia“.
Pinocho, La Sirenita o todos los otros ejemplos que nombramos son apropiados por los más chicos. Estas películas ya no son propiedad de sus padres, de sus tíos o de sus hermanos más grandes, ahora es de ellos porque estuvieron ahí cuando se lanzaron en los cines. Así es como evoluciona el lenguaje audiovisual a través de las épocas y las historias siguen vivas sin importar la generación.
Cómo adultos siempre vamos a tener el recuerdo de las historias que se estrenaron en nuestras infancias y es muy lindo ver qué las generaciones posteriores también tendrán la suya. Que sean distintas no las hace peores, de hecho, es muchísimo mejor que sean diferentes a las cintas originales de Disney.
En otro momento también podemos hablar de cómo las productoras son incapaces ver a sus historias animadas como un medio audiovisual con peso propio y constantemente tienen que hacer adaptaciones live-action (algo que prácticamente no sucede al revés), pero es un tema mucho más profundo y complejo que requeriría un artículo completo para poder explayarnos mejor.
En definitiva, el problema real con las remakes de Disney es que muchos nunca las van a poder aceptar, más allá de si la historia está bien o mal contada. Veremos como evoluciona este fenómeno puesto que el material animado con el que cuentan para hacer adaptaciones es finito.