Hoy es viernes y llegamos al día más esperado de la semana: que descansamos, que hacemos maratón en Netflix, que cuchareamos con el novio, que salimos a romper la noche con amigas o ¡¡claro!!, dado el caso, nos preparamos para una noche de Halloween.
Digamos que aprovechas la ocasión para despejarte un poco ya que tu vida en pareja no sólo se ha vuelto rutinaria sino bastante conflictiva: estás a un paso de terminar en guerra de escobazos.
Casa compartida y novio aún no vuelve del trabajo; traducción: modo libertinaje on. Te pruebas el traje que romperá la noche.
Pero la dicha dura poco: puerta. Llega tu novio y así también el griterío. Que dijiste esto, y tal esto, y yo te dije esto pero tu esto. Te disculpas e intentas aliviar la situación pero... él te pide un tiempo.
La noche que prometía ser un fiestón termina en catástrofe. Ya mismo: teléfono en mano, la salvación: ¡¡amigas!! Te dicen que todo va a estar bien e invitan a despejar un poco la cabeza... rrrrrrum rrrrrrrum, pinchan rueda ¿algo más?
Que no pasa nada, dicen. Que salen igual y te olvidas de ese mal hombre.
Llegas al boliche y aunque en verdad no quieras estar ahí te bañas en alcohol en vez de en lágrimas... claro: ya habrá tiempo para eso. Glup, glup, glup.
Termina la noche y amigas te dejan en tu casa, arropan y besan la frente: "ánimo, descansa, hablamos mañana". Noche interminable. Lo extrañas. Abrazas la almohada. Así te levantas:
Momento drástico: el llanto. Lágrima número 1, lágrima número 2, lágrima 5.800. BASTA. Hora de atragantar penas pensaba Bridget Jones.
Crisis nivel 10. Que pares. Que la vida sigue y empieces a valorarte. Juras que lo intentas pero nada surte efecto.
3 semanas pasaron y empiezas a encontrar tu centro. O, por lo menos lo intentas. El estudio siempre ayuda y entonces, te comes 50 libros de literatura de todo tipo de género, lees todos los diarios del día, wikipedia quotes, tips de estética: lo que tenga letras, lo lees. Mmmmm, sí sí, claro, qué interesantes las Confesiones de San Agustín.
Hasta que... llama a tu puerta la tristeza y tu le devuelves el llamado a... ¡picarona estratega!
Nena: pará la mano.
De la nostalgia a la bronca hay un sólo paso y, justo cuando estabas a punto de tirar a la basura todas sus cosas... ¡TOC TOC! Tocan la puerta y no es la tristeza. Es ÉL. Y como maldita que eres te haces la superada.
Ejem ejem. Débil. Estás aflojando.
Que sí, que no, que lo extrañas pero necesitan un cambio. Y sí: en vez de torta, hora de cocinar pancakes, amor. A festejar.
A festejar que nos amamos y luchamos y somos los mejores novios del mundo. ¿Verdad, amor?
Triste o feliz, penas y alegrías; todo se ahoga en la misma materia: la comestible.