Algunos dicen que este reciente estreno de Netflix es una impecable y maravillosa adaptación del videojuego indie de Studio MDHR. Otros gamer aseguran desde sus redes sociales que se suavizó tanto la idea original, que es una pobre y deslucida adaptación. ¡Hasta la comparan con Bob Esponja, y no en un buen sentido!
¡E incluso hay quien asegura que falla en emular una serie animada antigua, cuando el concepto original simplemente fue una alternativa del diseñador Jared Moldenhauer para dar al plataformero un estilo visual diferente al resto de títulos del género!
El punto es que, hoy por hoy, The Cuphead Show! sigue manteniéndose en el Top 10 de los más vistos en Netflix en varias regiones del planeta, aunque es hasta el trote de varias semanas permaneciendo en esta grilla lo que determinará si realmente Netflix esté dispuesta a reinvertir en una segunda temporada de cortitos o dejar otro experimento por la paz, como fue con el caso de la polémica adaptación de Cowboy Bebop con actores reales.
¿Habría valido arriesgarse por emular la fórmula del videojuego?
Había de dos sopas: calcar en una medida razonable la narrativa del interactivo, arriesgando incluso elevar la clasificación de un familiar TV-Y7 a un TV-14 (vamos, Naruto lo es y lo ven niños pequeños sin problema) incluyendo escenas más “duras” y villanos más despiadados (el Diablo de la serie animada es “un pan de Dios”, comparado con el desalmado del juego), o justo el camino que siguieron: aventarse cortitos con estilo semi-episódico (la trama principal del Diablo persiguiendo a Cuphead prevalece), pero introduciendo personajes y escenarios conocidos en situaciones bobas que se inclinan más a la fórmula Bob Esponja que a la esencia del juego en sí.
Y vamos, el resultado es bueno, pero como gamers Y SERIÉFILOS (no olvidemos eso como base), pudo arriesgarse por más, si en lo visual y sonoro se logra emular a la perfección al juego. Es cierto que el objetivo era conquistar a gente que jamás tocó (ni tocará) el videojuego, pero… ¿qué les costaba al menos extender la persecución de Cuphead a manos del Diablo y sus secuaces, incluso metiendo elementos como el mapa, las batallas con jefes y el peculiar estilo de pelea de los hermanos taza, que por cierto está completamente ausente en The Cuphead Show!?
Visualmente a mi sí me complace mucho, pues en ningún momento se trata de fingir que es una animación vieja, sino EMULAR el estilo del juego. Innecesarios por lo tanto easter-eggs, homenajes o cualquier otra cosa que piensen que debía hacerse “en honor a las series animadas de hace décadas”, pues sencillamente es un recurso retro, no una búsqueda por emular glorias animadas pasadas.
Su doblaje latino: una oportunidad desperdiciada
Eso sí: si la comenzaron a ver en español mejor DESISTAN y véanla en inglés.
Aunque no hay actores conocidos, la intro cantada es una delicia en su idioma original, mientras que su versión con doblaje latino es una abominación, y ni qué decir del resto de las interpretaciones en nuestro idioma… ¡con razón Netflix prefirió no dar créditos a tan inferior doblaje!
Total, ¡hay para todos los gustos! Pero...
Al final, tengan la certeza de que Chad y Jared Moldenhauer obtuvieron exactamente lo que deseaban de esta adaptación, pues son productores de la serie animada y su acertada mezcla casi imperceptible de animación 2D y 3D permite un show muy bonito con estilo años 30-40s, bien contado, respetablemente adaptado, aunque sin el toque mágico del juego que nos fascinó en 2017.
Por cierto, una ironía es que el juego sea tan endiabladamente difícil de terminar (incluso cooperativo), pero esta narrativa sea “tan fácil” en pos de obtener más audiencias. Porque los Moldenhauer SABEN contar una historia compleja, pero fascinante.
No se pierdan los 12 episodios de The Cuphead Show! exclusivamente en Netflix.