El pasado 19 de octubre se estrenó la tercera temporada de Daredevil. En medio de cancelaciones (sus compañeras Iron Fist y Luke Cage ya no llegarán tan lejos como él), Matt Murdock se subió al ring y nos ganó a todos por knock out. Como en aquella primera temporada que nos sorprendió y fascinó a todos, en la tercera, Daredevil vuelve a lograrlo, aferrándose a las cosas que la hacen uno de los mejores (sino el mejor) shows basados en cómics.
La serie del diablo de Hell’s Kitchen sigue siendo la mejor de todas las de superhéroes
La historia, que comienza inmediatamente después de los eventos de The Defenders, donde a Matt se lo dio por muerto luego del derrumbe de Midland Circle, nos muestra a Karen y a Foggy tratando de continuar sus vidas sin él. Foggy, con su carrera de abogado exitoso, al lado de Marci, y Karen, con más dificultades, casi segura de que Matt todavía está vivo, pagándole la renta para que tenga un lugar donde volver. Sin cuerpo no hay muerto, piensa Karen, y no está equivocada.
Mientras tanto, Matt se encuentra sanando muy lentamente de sus heridas en la iglesia que lo vio crecer, seguido de cerca por el Padre Lantom y la Hermana Maggie. Las secuelas son bastante desesperantes: durante los primeros tres episodios Matt no sólo lidiará con heridas superficiales, también deberá acostumbrarse a no escuchar de un oído, lo cual le quita su ventaja y su “visión”.
Mientras Matt se recupera, desesperado, afuera comienza a desarrollarse su peor pesadilla: Wilson Fisk hace un trato con el FBI, con el Agente Especial Nadeem, para conseguir la prisión domiciliaria, a cambio de información y de que no se toque a su amada Vanessa Marianna, quien, de momento, era perseguida como cómplice de sus crímenes.
Y de esto se tratará la temporada: una lucha encarnizada por descubrir los planes macabros de Wilson Fisk y derrotarlo para devolverlo a donde pertenece: una prisión. Pero dicho así, no le hace justicia. La tercera temporada de Daredevil contiene 13 episodios que están cargados de acción, a los que no les sobra un minuto, donde cada personaje arriesga el pellejo más de una vez y debe enfrentar a sus propios demonios.
Matt no solo deberá ser paciente para recuperarse de sus heridas, hasta recuperar su oído, también volverá a verse en una posición donde deberá elegir entre su vida como vigilante de Hell’s Kitchen o como Matt Murdock. Su supuesta muerte en Midland Circle le da una ventaja a Daredevil, pero pronto se dará cuenta de que ningún hombre es una isla y deberá recurrir a los suyos, de los que ha estado ocultándose.
Y no solo eso: la liberación de Wilson Fisk a una prisión domiciliaria millonaria derribará las creencias siempre tambaleantes de Matt en un sistema judicial que no para de fallar. La decisión para él está tomada: la única forma de detener a Fisk es matándolo. Como bien lo dijo su enemigo, ninguna prisión puede contenerlo.
Como si esto fuera poco, Matt también deberá enfrentarse a algunos secretos de su pasado, que ayudarán a llenarlo de furia y a sentirse más solo y abandonado que de costumbre.
Además, Fisk no está solo. No solo ha engañado al FBI para que lo pongan en una prisión lujosa, desde donde puede mover todos los hilos de la ciudad, sino que ha pervertido a la institución hasta su centro, con infiltrados en todas partes, entre los que se destaca, particularmente, uno: Ben Pointdexter. El personaje interpretado por Wilson Bethel, un francotirador experto del FBI, terminará cayendo en las redes de Fisk por sus propios desequilibrios, llegando a disfrazarse de Daredevil para aterrorizar a la ciudad.
Ben Poindexter, o Dex, como suelen llamarlo, es probablemente la promesa de Daredevil para una cuarta temporada. Sí, en tiempos de cancelaciones, Daredevil nos promete una cuarta temporada. El personaje, que toma su nombre del famoso villano que suele enfrentar Daredevil en sus cómics, Bullseye, nos ilusiona. En esta temporada hemos visto bastante y sus peleas con Matt serán recordadas. Probablemente tanto como la escena del pasillo de la primera temporada. Además, su historia de origen, fue narrada de manera orgánica, dándole el peso suficiente, dándonos el contexto necesario para poder creernos que ese francotirador del FBI podía convertirse en un sádico asesino.
No podemos no destacar la incorporación, por fin, de la historia de origen de Karen. Esta deuda, que Daredevil venía sosteniendo como un interrogante sobre nuestras cabezas desde el primer día, por fin es saldada. Sabremos cuál es la carga que lleva sobre sus hombros de la eminente y audaz reportera de The Bulletin, que, además, también deberá hacerse cargo del asesinato de James Wesley, cometido en la primera temporada.
Por su parte, también es destacable el mayor rol que le dieron a Foggy en esta temporada. El incansable compañero de Matt también, por todos sus medios, va a intentar volver a poner a Fisk detrás de barras. Todo Hell’s Kitchen temblará en el medio de las mentiras y artimañas de Fisk, y Foggy y los suyos no estarán tampoco ajenos.
La temporada tres de Daredevil, como dijimos antes, no tiene un segundo de más. Cada episodio mantiene una tensión que nos hace llegar al final casi sin aliento -y casi sin darnos cuenta para los que maratoneamos-. Los villanos, Fisk y Dex, nos impactan. D’Onofrio continúa con su trabajo magistral, siendo cada vez más el famoso Kingpin, con todos sus gestos, su forma de hablar, su brutalidad. Y Bethel hace lo suyo con Bullseye: la furia contenida, la precisión, la obsesión desmedida. Las escenas de acción son memorables, cada una de ellas, y casi todos los episodios tienen una. Pero eso no es todo lo que hace a Daredevil una de las mejores series de los últimos tiempos: detrás de la trama de acción, tenemos una historia dramática intensa, con un protagonista que enfrentará una crisis de fe y de identidad profundas, con compañeros que sufrirán a su lado las consecuencias de sus acciones.
Daredevil nos da todo. Por eso, en tiempos de cancelaciones, era justamente lo que necesitábamos. Solo un ciego, y no uno como Matt Murdock, dejaría morir una serie de esta calidad.
