La nueva serie mexicana de Netflix acerca una premisa interesante que termina en un mal viaje
¡No mames!
Vera, Rocío y Carlota son tres amigas veinteañeras consentidas que radican en la Ciudad de México. Ellas deciden emprender un viaje por carretera con rumbo a Oaxaca para despedir a Ro, quien está a punto de iniciar un viaje hacia Europa para estudiar una especialidad en neurociencia. En el camino se encuentran con Marcela, una mujer de su edad de un estrato social más bajo y por ende con una vida completamente diferente a la suya. Ella se sumará a su viaje a punta de pistola y todo esto cambiará la vida de las cuatro.
Aunque la sinopsis de Desenfrenadas suena interesante desde el papel, la realidad es que la construcción final dista mucho de la primera percepción que nos deja el tráiler y se aleja completamente de una serie con una carga feminista que prometía romper esquemas. La nueva serie de Netflix creada por Diego Martínez-Ulanosky es muy floja desde su primer y hasta su último episodio.
Haciendo honor a su nombre, Desenfrenadas se siente tal cual como una serie sin rumbo y sin freno donde Martínez-Ulanosky, junto a 4 escritores más –3 de ellos primerizos de acuerdo a su perfil en IMDb– quisieron lograr un road trip que llevara a sus protagonistas por un viaje no sólo físico, sino también emocional, el cual se plantea, conscientemente, hasta mitad de la temporada conformada por 10 episodios. Esta decisión sin duda es de alto riesgo y una locura total para una serie nueva.
El carisma de sus cuatro protagonistas –Tessa Ia (Vera), Bárbara López (Rocío), Lucía Uribe (Carlota) y Coty Camacho (Marcela)– intenta rescatar la serie pese a las situaciones forzadas a donde llevan a cada uno de sus personajes, tanto de manera individual como grupal. Mientras avanza la historia conocemos el porqué cada una de ellas está huyendo de sus vidas: Rocío es una neurocirujana que vive presionada por el padre; Vera es una blogger de moda que intenta escapar de una relación absorbente y un fracaso laboral; Carlota es una poeta frustrada que busca su voz; Marcela es una bailarina exótica que intenta salvar a su hermano del criminal del pueblo donde ella vive. Desafortunadamente ninguno de sus grandes líos son tan importantes en la trama para llevar a sus personajes hasta el límite, pese a que existen situaciones donde se sugiere que ellas están viviendo sobre la cuerda floja. Aunado a esto, debemos mencionar las situaciones que se presentan en su viaje que no aportan nada a la historia. Todo esto, para colmo, está cargado de un discurso feminista ‘in your face’ que se siente poco orgánico, y a través del discurso verborrágico pretenden dar lecciones de vida a la audiencia haciendo uso del diálogo y no a través de la cámara, siendo este un producto audiovisual.
Pero si el sufrimiento en la historia parece poco, las actuaciones son un gran pesar en esta historia. Tal parece que hay una inexistencia de dirección debido a los diferentes tonos en los que se encuentra cada uno de los personajes, siendo el joven actor Tomás Ruiz (Juampi) quien tiene grande problemas. Él interpreta al novio dolido de Rocío, quien en un principio es retratado como un verdadero mirrey y muy patán, y la historia lo transforma en un hombre que sufre por su novia, emoción que en ningún momento llega a transmitir por su interpretación tan plana.
Aunque las 4 protagonistas en momentos logran una buena mancuerna, que da algunas situaciones que mejoran por momentos la torpe narrativa, es claro que la amistad de 15 años que dicen tener no se siente casi en ningún momento. Curiosamente cada una de ellas destaca más cuando está en escena sola o con alguien más fuera de ese grupo.
Desenfrenadas es un intento de mezclar la gracia de la versión mexicana de Soy Tu Fan con el guión retador de las primeras temporadas de GIRLS, donde las relaciones de mujeres se sienten más reales.
El esfuerzo por meter tantas tramas absurdas que no llevan a la confrontación de cada uno de los personajes más el discurso reiterativo de una agenda feminista forzada hacen sentir más a esta historia como políticamente correcta, justo de lo que en esencia pretende alejarse.
