De cara a la próxima temporada de premios, Netflix presentó Don’t Look Up, la nueva película del director Adam McKay, conocido por su trabajo en la dirección Vice y más recientemente por ser productor de Succession.
A través de casi 2 horas y media, McKay nos presenta la historia sobre una catástrofe inminente que destruirá la Tierra: el arribo de un cometa con una dimensión tal que arrasará con todo lo que conocemos en este mundo, incluso la vida humana. El Dr. Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) y su alumna Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) harán todo lo posible porque el gobierno estadounidense actúe a tiempo para su pronta destrucción, al mismo tiempo que buscarán el apoyo de la sociedad mundial para meter presión a cada uno de los gobiernos del mundo y que hagan lo imposible por resolver el inminente peligro de extinción.
McKay exhibe una serie de situaciones que dejan claro el actuar de la sociedad actual: desde una presidenta que busca usar esa situación a favor de su campaña de reelección hasta la reacción de los medios de comunicación al no reportar una noticia de esta importancia debido a que no causa ratings entre su público, sin olvidar el papel de la sociedad inmersa en la vida de pseudoartistas con chismes prefabricados para causar mayor impacto en redes sociales. Todos estos diferentes escenarios que plantea a través de un gran elenco se los muestra como una crítica al actuar de cada individuo en una situación de crisis global, algo que sin duda alguna hoy podríamos comparar con lo que ha pasado en los casi dos años desde la aparición del COVID-19, o incluso sobre el tema del Calentamiento Global, lo cual justificaría la presencia de DiCaprio como uno de sus protagonistas.
Pero...
Desafortunadamente, el trabajo de McKay no logra el impacto esperado y eso en gran parte es debido a su obsesión por mostrar el panorama actual de la forma más absurda posible, traspasando la delgada línea de crítica que se puede hacer a través de la comedia negra acercándose más a un humor lleno de lugares comunes que se alargan tanto que en momentos afecta al ritmo de la historia, haciendo que la trama se pueda volver repetitiva y cansada. Desde la figura de la presidente (Meryl Streep) y su gabinete que se basa claramente en la administración Trump hasta le presencia del empresario tecnológico (Mark Rylance), una mezcla entre Steve Jobs y Elon Musk, que busca salvar al mundo a costa de beneficiar a su empresa y vendiendo esta idea como un beneficio a la humanidad.
Si bien, el guion quiere hacer una crítica de todos los sectores, existen momentos donde estos se sienten más metidos a presión para mostrar que McKay no está a favor de ninguno y que todos tienen sus errores. Prueba de ello es la parte de los anarquistas, grupo es liderado por Timothée Chalamet: su presencia dentro de la historia es muy larga y no cuenta con el peso necesario para criticar las protestas sin fondo que muchas veces tienen grupos similares en la realidad. Incluso su relevancia en el final de la historia parece sentirse como un aprovechar la contratación de una estrella juvenil de su renombre solo para mantener a las jóvenes audiencias, claro que esto solo es una apreciación personal.
La historia original de David Sirota, escritor de algunos episodios de The Goldbergs, y sobre la cual McKay trabajó para escribir el guion, plantea muchas situaciones que al final se sienten más como una parodia de la sociedad, dejando de lado el poder de la crítica, cosa que otros productos culturales lo logran con un menor presupuesto y mayor efectividad. South Park y Saturday Night Live son prueba de ello.
En resumen
En general, Don’t Look Up funciona bien como una película para abrir un debate sobre lo que pretende burlarse, pero en lo particular su aparente objetivo no se logra con la contundencia que se plantea desde el conocimiento de la trama. No Miren Arriba, por su título en español, se sostiene por presentar a su gran elenco de estrellas –Cate Blanchett, Rob Morgan, Jonah Hill, Tyler Perry, solo por mencionar algunos– en papeles poco comunes en sus carreras, en la gran mayoría de ellos, aunque realmente ninguno logra robarse la película.