Edwarda Gurrola en entrevista exclusiva selló la importancia del cine de autor

Hija de Juan José Gurrola, uno de los representantes del arte más importantes en México, Edwarda Gurrola comenzó su carrera de actriz en la telenovela Carrusel con el papel de Carmen, logró adquirir reconocimiento en 1998 al intervenir con un papel protagónico en la película de Arturo Ripstein titulada El Evangelio de las Maravillas compartiendo créditos con actores de renombre como Katy Jurado y Rafael Inclán entre otros y participó en las exitosas Soy Tu Fan y Señora Acero.

En entrevista exclusiva, Edwarda nos contó sobre su más reciente proyecto, Luciérnagas, el cual le ha valido una nominación a Mejor Actriz en los Premios Ariel 2020 y mucho más.

Después de 10 años trabajando fuera de México, Edwarda se siente alegre de regresar a su tierra con esta nominación, pues para ella no hay mejor bienvenida que ser reconocida por lo que más ama hacer: la actuación.

“Es un honor estar con todas estas grandes actrices. Después de 10 años fuera, es reconfortante estar de nuevo en mi tierra. Al ir y venir valoras lo que tienes acá. Eso es algo muy revelador, o sea, ver y saber lo que uno tiene en donde ha empezado” nos dijo Edwarda.

Fue gracias a su actuación en la cinta Luciérnagas, de la directora Bani Khoshnoudi, que Gurrola logra este reconocimiento por parte de la AMACC, por su destacada actuación como una mujer fuerte, libre e independiente en un mundo injusto para los vulnerables.

“Me contactó Bani y me comentó del guión. Al leerlo por primera vez me encantó. Es una historia increíble en la cual se tocan temas muy importantes y poco hablados en el cine como la migración, la diversidad sexual, el feminsimo y más. Me gustó el personaje de Leti, el que me toca interpretar, porque es una mujer entrañable. De alguna forma busca y quiere ser amada, pero que por circunstancias ajenas a ella no puede irse de ese hotel. Me interesó mucho esa visión de las y los que se quedan, que también son muchos. Es una manera diferente de abordar el amor y las relaciones personales” comentó Edwarda.

Para Edwarda es importante que estos temas comiencen a promoverse en el discurso del cine en general, pues hasta ahora solo se han visto tratados en el llamado cine de autor, el cual es poco consumido por los usuarios debido a la normalización del cine comercial, el cual toca estos temas de mala manera, provocando imaginarios erróneos en el espectador.

“Debe de existir el cine para todos; se vale entretener, hacer reflexionar y más. Ahora gracias a las plataformas de streaming el cine de autor ha encontrado un lugar para tener vida fuera de las pantallas de cine o los festivales, y eso nos ayuda a los que también hacemos cosas no comerciales y a que estos discursos lleguen a un público cada más más amplio y joven. Así nuestro trabajo tiene una vida más larga” afirmó Edwarda.

Es gracias a las nuevas generaciones y los movimientos sociales que luchan por los derechos humanos que este tipo de producciones y el cine en general está ampliando sus fronteras y sufriendo un cambio, tanto interno como externo.

“Creo que están cambiando las cosas. Vengo trabajando con muchas directoras mujeres. Con cierta población femenina en este medio, tenemos que buscar estar representadas; no todos somos güeros, hombres y heterosexuales: se debe ser empático con el público que está viendo estos contenidos y es diverso. Sí hay un cambio, pero va avanzando poco a poco” nos dijo Edwarda.

Finalmente Edwarda nos comentó su postura sobre cómo lo políticamente correcto afecta o beneficia al cine y a las nominaciones, pues en diversas ocasiones estas han sido tachadas de forzar la inclusión solo para encajar en lo popularmente aceptado, cayendo a veces en lo incongruente.

“Creo que este tema es una discusión larga. A veces se malinterpreta el intentar representar a todos y hacerlo tan forzado ya que puede ser prejuicioso. Tenemos que ser inclusivos pero hacerlo bien, no hacerlo por hacerlo. La realidad es que la mayoría de los nominados en los grandes premios son hombres heterosexuales blancos, que pueden interpretar un papel incluyente, pero en realidad no representan esa inclusión”.