Ya había escrito sobre Ulrich Siedl y su punto de vista humanamente frío y filosófico . Su trilogía “Paraíso” es de lo mejor en el cine austriaco y Severin Fiala y Veronika Franz son un tándem heredero de su ojo frío sobre la propia humanidad. Las películas de Ulrich dialogan desde el más hermoso humanismo hasta la más fría crueldad hacia uno mismo o los demás.
“El baño del diablo” juega a ser una película de terror psicológico que retrata, y por esto mismo es hasta cierto punto del género, la degeneración psíquica de una mujer en el siglo XVIII que al no poder tener un bebé, se sumerge en una degradación emocional y mental de la que no puede escapar, pero a la que también arrastra a su marido y suegra.
Mencionó arriba que juega a ser una película de terror porque el hecho de que plasme el lado oscuro del ser humano no tendría porque ser de terror, sino un drama que plasma las contracaras del significado de la propia existencia al no encontrársele una razón de vivir.
Severin Fiala y Veronika Franz han jugado con esta oscuridad desde distintas aristas desde el 2014 con “Good Night mommy”, donde la pieza clave es la psique de ambos lados: la de una madre de la cual no sabemos nada y unos gemelos que en modo de aparente víctima juegan con el espectador de forma siniestra y efectiva.
“El baño del diablo” está armada desde una narrativa más clara, pero que va soltando a cuenta gotas, información brutal con imágenes potentes. Los directores no son condescendientes con el espectador y tampoco lo tratan como tonto al explicarle con diálogos todo para que entienda el horror psíquico que está mujer está viviendo. La historia coloca a quien la lee entre la lógica y también la superstición en la que te encierra la religión y, en esta zona vulnerable para muchos, es donde radica el terror. Conceptos como la condenación eterna, el infierno, la salvación, el pecado mortal son usados como armas punzantes para armar el horror mental para quien la ve.
Los más religiosos verán en esta película un insulto a la religión gracias al fanatismo esotérico y metafísico per se, pero los más agnósticos verán a la naturaleza humana en su máximo esplendor a través de esta soltura del monstruo en el que se convierte el ser humano al entrar en sus propias obsesiones, aun cuando estas son originalmente nobles y puras, el hombre (los humanos) tienen el poder de tergiversarlo todo.
Pienso que la sola idea de entrar o no en un cielo por algo que se debe o no hacer, ya es suficiente para volver loco a cualquiera, siempre y cuando se compre la historia de horror que se quiera contar. El concepto Dios o Diablo, son uno mismo dentro de un compuesto de un todo. Uno no existiría sin el otro, pero el concepto de la guerra del bien contra el mal en nuestras mentes viene arraigadísimo del cristianismo católico y judío.
El concepto de un Dios condenador navega entre mito y realidad. Recordemos que, así como Agnes en “El baño del diablo”, es una mujer la que tira todo por la borda en el paraíso bíblico justo en el génesis. La serpiente juega con los conceptos preconcebidos de la mujer sobre lo que ella conoce como un Dios, para confundirla y por medio de la manipulación, hacerla convencer al hombre de comer del fruto prohibido. No estoy diciendo que Severin Fiala y Veronika Franz retomen esta fábula bíblica, sino que retoman a la mujer como este elemento disrruptivo de cambio y por lo tanto, receptor de todas las culpas por accionar y empujar hacia adelante.
El poder psicológico y oscuro de “El baño del diablo” es intoxicante con una drama revestido de horror humano y psíquico. ¡De genios!
“Yo vi tres luces negras” es una oscura y reflexiva historia sobre la muerte, el duelo con guion inteligente que mezcla realismo mágico con un contexto político social violento y agreste. ¡Un logro latinoamericano!