La ficción ha proporcionado personajes estereotipados que han personificado rasgos humanos como la debilidad, el coraje, la amistad, la infidelidad, la traición, etc., pero aquellos que retratan la protección de los débiles, los indefensos y los oprimidos, han captado la fantasía y la imaginación de millones a lo largo de los siglos. Robin Hood es el primero que se me viene a la mente. Él robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Se convirtió en una figura popular, un proscrito con seguridad, pero un defensor de los oprimidos en la tradición anglosajona.
La Pimpinela Escarlata de 1905, escrita por la baronesa Emmuska Orzcy, con el telón de fondo de la Revolución Francesa, representa al primer héroe con una identidad secreta, campeón de aquellos desesperados y en peligro de perder la cabeza en la guillotina. Se han realizado varias películas a partir de este personaje ficticio. Podemos mencionar a Scaramouche y Rocambole, por ejemplo, también héroes de importantes novelas y películas de acción.
En el Siglo XX, dos personajes de ficción hispanos cautivaron la imaginación de millones de lectores y espectadores; fueron el centro en torno al cual se hicieron novelas, cuentos, películas y series de televisión para satisfacer el hambre del público por sus aventuras, sus buenas acciones y sus atrevidas hazañas contra déspotas y explotadores. Héroes románticos que las mujeres anhelaban porque eran libres, misteriosos, apuestos, intrépidos, justos y aparecían y desaparecían a voluntad. Por supuesto, uno de ellos fue El Zorro.
El Zorro fue una creación de Johnston McCulley en 1919 para su novela La maldición de Capistrano. La historia ya la sabemos: Don Diego de la Vega se convierte en El Zorro para ayudar a los oprimidos e indefensos y corregir los errores infligidos a los pobres. Se desconoce su identidad porque Don Diego usa una máscara negra. Deja tras de sí la marca de su identidad, una Z que graba en las personas con tres rápidos golpes de su estoque.
La ambientación es en California, antes de la independencia de México de España. La mayoría de los villanos son mexicanos y españoles, llenos de codicia y corrupción. Don Diego corteja a la señorita Lolita Pulido, quien no se preocupa por él, pero está secretamente enamorada del apuesto Zorro, que resulta ser Don Diego. Bueno, ya sabes cómo va.
Varias secuelas hicieron popular al personaje, lo que motivó la realización de varias películas y luego la afamada serie de TV de la década de 1960. Es más, hasta el día de hoy tenemos producciones basadas en el personaje, como la nueva serie Zorrode Prime Video. Pero, ¿acaso El Zorro estuvo solo como justiciero de rasgos hispanoamericanos? No. Entonces, El Coyote.
José Mallorquí Figuerola (1913-1972) fue un escritor de pulp y feuilleton de Barcelona, España, que se ganaba la vida traduciendo novelas de los idiomas francés e inglés. Fue muy prolífico y escribió novelas baratas de estilo western hasta que dio con El Coyote, una copia de El Zorro, y pasó a escribir más de 190 novelas basadas en este personaje ficticio.
El Coyote es en realidad Don César de Echagüe, un rico hacendado californiano que regresa a su tierra hispana en 1851 para encontrarla invadida y conquistada por despiadados yanquis empeñados en apoderarse de las minas de oro propiedad de los habitantes hispanos del territorio recién incorporado. Don César lleva una doble vida: como hidalgo cobarde y como intrépido defensor de los derechos de los hispanos, disfrazado de El Coyote, con máscara y capa, y Leonor de Acevedo como novia. La tiranía del General Clarke en California, y el reinado de terror y saqueo al que somete a la población nativa de California, es abatido una y otra vez por el héroe.
Un poco de antiamericanismo se filtra en estas novelas donde el hispano es el oprimido, el vencido, y el malvado americano, el villano, está decidido a arrebatarle todo a los habitantes nativos de California. La trama es clara: el hispano de California, el bueno; el invasor americano, el malo. Sin duda, la forma en que El Coyote es capaz de reparar los males infligidos por los invasores estadounidenses atrajo a los lectores.
Millones leyeron las novelas y eso llevó a que se produjeran películas que hoy no son muy conocidas, pero que en su momento fueron hits de audiencia. Aquí algunas:
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