“Ceremonia” y su natural barroquismo visual con el Teatro Degollado de fondo, enmarca perfectamente una evocación espiritual a “Amadeus” de Milos Forman. Para mí funcionan como espejos de su propia época y reflexivos entres sí sobre esos desasosiegos que sufren los genios como María y Salieri. ¡Johana Murillo se desprende de sí misma y habita otra mente y piel de forma magistral!
Antonio Salieri cree que la música de Amadeus Mozart es todo un milagro. Él mismo desearía tener ese talento para poder alabar a Dios con tremendas notas. El desparpajo de Mozart lo deja sin palabras al momento de componer y conducir, lo que Salieri no se esperaba era que Mozart resultara una criatura tan vulgar, disipado y mujeriego.
El talento de Salieri era indudable y su posición indicaba el tremendo favor que la corte tenía con él. La rectitud de Antonio Salieri se yuxtapone al descaro de Amadeus. La pregunta que lo atormenta es: ¿cómo es que el Señor haya puesto un talento tal en una persona tan simple, pedestre y promiscuo. No cabía en su razonamiento que él, con todos los atributos morales que tiene, no haya sido dotado de más talento, de esa soltura creativa musical que raya lo espiritualmente sinfónico. Antonio Salieri, mucho tiempo después dentro del manicomio, asegura que él mató a Mozart.
Milos Forman en 1984 dirigió la que es la mejor película sobre un compositor, músico e incomprendido ser. Pero, lo que hizo Milos no fue hacer una película sobre la vida de un genio sino, la locura de otro.
Por eso, Ceremonia de Dan Chavez.
Ceremonia es la historia de María, una mujer directora de orquesta en Guadalajara que se confronta a sí misma con lo que ella piensa es una ausencia de talento al no cumplir con sus propias expectativas. Su obsesión con un concurso de interpretación a Tchaikovski en la ciudad de Nueva York le exige de sí misma todo lo que tiene: su matrimonio, su salud mental y posiblemente su deseo de ser madre. Todo esto se complica aún más cuando llega Juventino Robles, un joven director de orquesta que representa la fresquera que ella perdió y que ve como una amenaza a su carrera y prestigio.
Puede que mis paralelismos o coordenadas que yo encontré entre “Ceremonia” y “Amadeus” resulten forzados para muchos, pero el miedo a la sustitución es el miedo de muchos genios de varios rubros como la literatura, la música, el cine o en el día a día de la oficina. Todos tenemos miedo a la sustitución, pero la realidad es que nadie somos indispensables. Pero los genios muchas veces les causa un desasosiego y miedo tremendo a ser relegados, hechos a un lado por alguien más porque la genialidad muchas veces se nutre de la atención.
María se muestra reticente a pensar que su tiempo ha pasado y que probablemente no llegue a cumplir los planes que tenía para su carrera. Las expectativas que nos ponemos para nosotros mismos siempre resulta sinuoso, tortuoso y peligroso hasta para nosotros mismos. “Ceremonia” es una película capitular de cuatro episodios donde se desarrolla y perfila un personaje con muchas inseguridades a pesar del talento que derrocha, pero que como Salieri, piensa no es suficiente. La insuficiencia de ambos personajes no está basada en algo que les hayan dicho al respecto, sino en algo que se imaginan que sucede a sus espaldas.
Salieri admira y detesta a Mozart. Maria admira la soltura y frescura de Juventino, pero lo ve como una competencia, no como un colaborador aunque esté joven se declara un fan que se inspiró en ella en una master class para seguir sus pasos. María como Salieri, ignora la influencia que ha tenido sobre otros que ahora la rebasan; y eso no es precisamente malo, sino que es una ley de la vida: “el alumno supera al maestro”.
“Ceremonia” de Dan Chavez, tiene coordenadas morales sobre sus personajes principales. Siempre creímos que Amadeus es el protagonista en la película de Milos Forman, pero no, Antonio Salieri era el protagonista y narrador de esa historia, pero aún así Mozart, colateralmente lo opacaba. María nunca se ve opacada por Juventino porque el arco del personaje es definitivamente otro muy distinto, no obstante, su narcisismos profesional parecía ganarle como a Salieri sí lo hizo.
“Ceremonia” y su natural barroquismo visual con el Teatro Degollado de fondo, enmarca perfectamente una evocación espiritual a “Amadeus” de Milos Forman. Para mí funcionan como espejos de su propia época y reflexivos entres sí sobre esos desasosiegos que sufren los genios como María y Salieri. ¡Johana Murillo se desprende de sí misma y habita otra mente y piel de forma magistral!
“Ceremonia” es una oda a la brillantez y la oscuridad que trae en sí misma. Es un concierto de altibajos humanos y emocionales que se decantan por la melancolía artística y la genialidad destructiva. ¡Es un encore cinematográfico fabuloso!
“Macario” de Roberto Gavaldón es poderosa social y visualmente, pero también disrruptiva en su narrativa y aspiración social a través de su personaje. Una visión real y única de un México que sigue escapando, sin éxito, de esas fallas políticas ...