Recuerdo que cuando era niño que mi abuela paterna siempre les advirtió a mis primos mayores que yo la existencia de hijos de mi abuelo, que claramente no había tenido con ella, todo esto como un aviso de que no se fuesen a relacionar de manera sentimental con aquella parte de la familia que era desconocida para nosotros. Se rumora que mi abuelo llegó a tener poco más de 50 hijos en diferentes localidades, las cuales tenía muy en claro mi abuela dónde eran y así con ese conocimiento poder evitar el incesto.
Fue así que cuando Netflix anunció una serie documental llamada El hombre de los 1000 hijos, mi interés por verla despertó de una forma genuina. Aunque mi abuelo, a quien nunca conocí, estaba lejos de esa cifra, había una conexión para saber qué podía pasar en su mente para haber procreado una cantidad absurda de hijos con las diferentes parejas que tuvo a lo largo de su vida. Pero la historia de Jonathan Jacob Meijer va más allá de lo que hubiese pensado y esta se puede dividir entre lo mejor y lo peor que nos presentó esta serie documental.
LO MEJOR
Su premisa te dejará en shock
Con tres episodios, Netflix aborda la historia de un hombre neerlandés que fue señalado por haber donado su semen a una cantidad incontable de mujeres que buscaban embarazarse, por diferentes causas, a través de donadores. Meijer, quien es el padre y donador en cuestión, logró que, a través de su apariencia física, las mujeres terminaran eligiéndolo a él como un prototipo de belleza que querían para sus futuros hijos.
Un lío internacional
Al final del primer episodio se revela que a Meijer no le bastó con regar su semen a lo largo y ancho de los Países Bajos. Este comenzó a donar a nivel internacional, llegando a tener hijos incluso en México y Argentina, esta información sorprender al espectador y deja con ganas de conocer más de las mamás que viven con esta problemática fuera de los Países Bajos.
Un objetivo de terror
¿Pero qué pasaba por la mente de Jonathan Jacob Meijer para donar sin control? La serie revela que hay algo más que el sentirse Dios controlando la procreación de vida, es una historia oscura que sin duda sorprenderá a muchos. Si estás dispuesto a saberla, entonces sigue leyendo y si no, sigue leyendo. (SPOILER) Jonathan, al igual que otros donadores con características físicas similares a la suya, estaban dispuestos a llevar su semilla blanca a todo el mundo. Para ello idearon juegos perversos como la combinación de semen de otros donadores, para jugar un tipo de ruleta rusa con las mamás en cuestión (SPOILER).
LO PEOR
No hacían falta 3 episodios para contar la historia
Si bien cada episodio de esta miniserie documental dura alrededor de 40 minutos, lo cual hace que en dos horas puedas disfrutar esta escalofriante historia. Me parece que bien pudo resumirse a una película de hora y media, ya que por momentos los episodios suelen ser muy repetitivos en el tema. Y es que los testimoniales de las madres engañadas son tan parecidos uno del otro, que no hay mayor novedad en saber las mínimas diferencias que hubo entre un caso y otro.
La industria de la fertilidad es un asco
Más allá de exponer a Jonathan Jacob Meijer, El hombre de los 1000 hijos en realidad expone los problemas y los vacíos legales que ha generado la industria de la fertilidad alrededor del mundo. Los bancos de semen no tienen una regularidad óptima para detener el abuso de este tipo de psicópatas que sueñan con poblar al mundo a través de sus genes, dejando un problema mayor para los padres de estos niños que tienen que buscar soluciones para evitar el incesto.