"El orfanato" es una de esas películas que se vuelve un clásico instantáneo por su historia, por su terror y emoción donde no se trata de ver para creer sino de creer para ver.
“Un, dos, tres, toca la pared. Unos niños se acercan de tras de Laura mientras ella mira a la pared. Un, dos, tres, toca la pared. Un paso más y Laura voltea para verificar la distancia. Un, dos tres toca la pared. La niña al inicio de la fila toca el hombro de Laura y se echan a correr y Laura buscan agarrar a la mayoría de sus compañeros.
Mientras dentro de la casa, suena el teléfono, son los nuevos padres adoptivos de Laura. Ha sido adoptada y jamás regresará para ver a sus amigos en ese lugar residencial. El orfanato.
Hay una forma de narrar poderosa entre la emoción que se construye con la escena y el sentimiento que nos da la música. Juan Antonio juega entre la realidad del sufrimiento con lo intangible de las emociones y a esto le añade terror, horror; muchas veces sutil pero también otras tan brutal como la muerte misma. Los lazos familiares, sus vicisitudes y diferencias, hacen que cualquier tipo de horror sea realmente efectivo. La vulgaridad obvia del género no se permite dentro de sus películas, el terror habita en el subtexto, en el background y también en los cimientos de los personajes. Me refiero que no es la casa embrujada donde sabemos que hay algo, sino porque está embrujada o contiene este sufrimiento guardado.
“El orfanato” de Juan Antonio Bayona fue estrenada bajo la cobertura espiritual de Guillermo del Toro. Me refiero como espiritual porque pareciera que esta película habita en los espacios de “El laberinto del fauno” o de “El espinazo del diablo”. Si “El orfanato” fuera de Guillermo la trilogía sería perfecta; por eso creo que Guillermo decidió presentar y lanzar a un novel director español con una visión luminosamente trágica y oscura de la existencia. Dónde lanzar vida, la muerte, el recuerdo, el escepticismo y lo sobrenatural conviven perfectamente.
El drama horroroso que vive Laura va en muchos niveles. Desde la desaparición de su hijo después de una dura discusión con él por un juego que han impuesto, a modo de bienvenida a su amiga de la infancia, hasta el descubrimiento del doloroso hecho que pasó después de que ella se fue. Predestinación o no, nunca sabremos si Laura se salvó de ser asesinada por Benedicta o fue escogida para que fuera ella quien descubriera el macabro hecho por medio de la dolorosa partida de Simón, su hijo adoptivo.
Los hechos sobrenaturales son tan sutilmente horrorosos que ya cuando te das cuenta de todo estás sumergido en la desgraciada de esos cinco niños envenenados por Benedicta a forma de venganza por haber jugado, con un terrible desenlace, a las escondidillas con Thomas. Ahora, lo que aquí se podría cuestionar un poco sería la crueldad infantil que tienen estos niños con un discapacitado, pero nadie nos enseña a ser niños aún con padres incluidos, ahora menos sin ellos. La muerte de Thomas a manos de estos niños, aunque es trágica y horrorosa, Bayona lo maneja con un respeto y emoción que nunca odias el hecho, sino que sólo fue una tragedia de juegos de niños que no saben que sus acciones tienen consecuencias.
Un eslabón importantísimo aquí fue Belen Rueda como Laura. El personaje tiene un arco muy completo al conocerla desde niña y verla después como madre para luego también como una reflexión de Wendy en Peter Pan que cuidará de estos niños perdidos. La actriz lo hace extraordinario como una mujer afectada por la pérdida constante y que en algún punto no sabemos si todo lo que pasa solo es en su cabeza. En voz del propio Bayona, el guion estaba precisamente escrito de forma en que el espectador no supiera a ciencia cierta si todo era verdad, pero también darle por medio de la fantasía un escape a su personaje dentro de tanta tragedia.
“El orfanato” es una de esas películas que se vuelve un clásico instantáneo por su historia, por su terror y emoción donde no se trata de ver para creer sino de creer para ver.
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