Cuando se estrenó Rogue One: una historia de Star Wars allá en 2016, recuerdo haber visto una publicación en Tumblr de una chica que contaba cómo su padre, un inmigrante latino en Estados Unidos, se había sorprendido y conmovido al ver a un latino protagonizando una película de Star Wars y, más aún, que éste conservara un fuerte acento como él. Hablo, por supuesto, del mexicano Diego Luna. Es una historia que me gusta recordar porque en ese momento comencé a tener en cuenta la importancia de la representación latina en los grandes medios.
Si bien a lo largo de los años hemos visto a más actores latinos triunfando en Hollywood como la colombiana Sofía Vergara o los mexicanos Eiza González, Salma Hayek, Alfonso Herrera, Demián Bichir, Eugenio Derbez, por nombrar algunos, aún siguen existiendo problemas en Hollywood al momento de representar a la comunidad latina y contratar latinos en sus películas.
Me refiero a que fichan a actores nacidos en Estados Unidos y venden sus papeles como latinos. El caso más reciente es el de la actriz Rachel Zegler, quien interpretará a Blanca Nieves en la película de acción real de Disney. Zegler es una actriz estadounidense cuya madre tiene ascendencia colombiana y que se ha proclamado a sí misma como latina. De hecho, en una entrevista para EW mientras promocionaba su película debut, West Side Story, dijo respecto a las formas de ser de descendencia latina:“¿Hablas el idioma? ¿Eso importa? ¿Comes los platillos típicos? ¿Eso importa?”. Lo que generó controversia en Twitter.
Quiero creer que Zegler habla desde su privilegio y desconocimiento del ser latino, porque para mí, y para muchos latinos con los que he interactuado, ser latino es una cuestión cultural, del lugar donde vivimos, su política y economía, del idioma que compartimos, de la forma en que nos comunicamos, nos relacionamos y pensamos.
Además, ser latino no se limita a un color de piel o rasgo físico en específico, porque nosotros entendemos que somos muy diversos, pero Hollywood no. Para ellos solo pueden existir los latinos morenos (¡y ni tan morenos!) que aman los tacos y el tequila (en el mejor de los casos, porque en el peor, los latinos somos delincuentes y narcotraficantes). Claro, esto no tendría nada de malo si supieran distinguir que Latinoamérica, la región que según dicen representar con todos esos papeles inclusivos, no solo es México.
La actriz argentina Julie Gonzalo habló de este problema anteriormente. Ella cuenta que cuando fue al casting de Supergirl “sabía que querían un personaje latino. Yo sabía que no iba a ser el personaje… fui a la audición y entonces entro y soy la única que no parece latina, en medio de todas las chicas que son latinas. Pero no son latinas de nacimiento. Son latinas porque los padres son latinos o los abuelos fueron latinos, pero se ven latinas. Entonces ese fue siempre mi problema, que no me veo latina. Entonces como que me da rabia. Soy la más latina de todas”.
En conclusión, sí, amo ver a los pocos latinos triunfando en Hollywood y representándonos. Es algo que me llena de alegría. Pero no me parece correcto que esta industria solo intente obtener su medallita de representación fichando a estadounidenses con ascendencia latina en lugar de abrir sus puertas a actores y actrices verdaderamente latinos y talentosos con los que sí nos sentimos identificados.