Estás en paz en un fin de semana de descanso; cae un meteorito delante tuyo y del mismo un extraterrestre te explica que está muriendo; en ese acto te pasa sus superpoderes. Una persona responsable sabe que desde ahí deberá ayudar a hacer de este un mundo mejor…
Bueno, no sería el caso de Javier: este muchacho es un vago, está en pareja con Lola, la quiere pero -la verdad- no le retribuye el cariño de ninguna manera. Ella corta toda relación y se enfoca más en su alicaída profesión de periodista…
Javier aprovecha la llegada de esas facultades extraordinarias para querer figurar más poderoso ante su ex, bautizándose Titán, aunque no tenga ni idea de cómo funciona todo.
Ocurre también, que al departamento de al lado (el de Julia) llega desde el interior de Españaun tal José Ramón, un rechoncho estudiante que solo desea estudiar y recibirse de magistrado. Totalmente contrario a su intención, se convierte en el ladero de Javier y único que conoce su identidad. Del mismo modo es el ancla del protagonista con la realidad, aunque falle consuetudinariamente en convencerlo de no meter la pata. También es el co-padre de Perruedines, el can que adoptan para impresionar a Lola.
Fuente: Netflix
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Lola lucha por ser la elegida de Titán para dar declaraciones y va atando cabos a medida de que se cansa de la imbecilidad del superhéroe, ya que Javier no puede escapar a su estúpida naturaleza.
El edificio de la urbanización donde todo transcurre es un mundo en sí mismo, como es común en España, con vecinos alocados o normales en proporciones iguales.
Resta decir que las actuaciones son muy buenas y el guión divertido, haciendo de este “héroe” de pacotilla algo digno de ser visto.
Fuente: Netflix
Para la segunda temporada se avizora que se comience la pelea con lo que se individualizó como el “villano”: las casas de apuestas, centros lúdicos que realmente son un problema en la Iberia actual y que Lola estaba investigando. Es un némesis raro, porque no se trata de una persona por lo que será interesante ver cómo lo resuelven.