Emotional Films: la propuesta española de cine con inteligencias artificiales
A lo largo de toda esta semana hemos revisado, repasado y aprendido cómo la inteligencia artificial, un término que todavía suena tanto a ciencia ficción, ya está entre nosotros y, especialmente, que ya se encuentra en uso dentro de la industria audiovisual.
Ahora, dando un paso más en la dirección del futuro y de lo que hasta hace poco parecía completamente imposible, ha llegado la propuesta de dos directores españoles que pretenden crear filmes que se modifiquen de acuerdo a lo que sienta el espectador.
Carlos Fernández y Lorena Ares son dos directores españoles que bien podría decirse que han logrado llegar a un buen punto de éxito con sus producciones: juntos, realizaron el corto Amanece la noche más larga, que fue nominado a los Premios Goya a poco tiempo de haber sido estrenado. En él, los cuatro jinetes del Apocalipsis se reúnen para analizar el estado de la humanidad y decidir, según lo que vean, qué futuro debemos seguir. Esta historia, oscura, realizada en cuadros al óleo, surge, según sus realizadores, de la sensación de la cercanía a un cambio profundo en nuestra forma de vivir, un cambio preocupante que se acelera gracias a la aparición y utilización de tecnologías como la inteligencia artificial.
Sin embargo, Carlos Fernández y Lorena Ares no se han quedado solo con el cortometraje: a partir de él también realizaron una exposición de realidad aumentada que solo era visible a través de los teléfonos móviles y que, además, incluía el formato NFT como una nueva forma de apreciar y consumir el arte.
No conformes todavía con este avance, Fernández y Ares se traen algo nuevo entre las manos, algo que han llamado Emotional Films. Según lo explicado por los directores mismos, los denominados “Emotional Films” serán películas que, gracias a la intervención de una inteligencia artificial podrán interpretar las emociones de los espectadores y modificarse de acuerdo a estas. ¿Suena futurista, verdad?
El proyecto es ambicioso. Tanto así que recibió un presupuesto de 1.8 millones de euros y que, además, se ganó la financiación del Gobierno de Navarra. La idea es que los Emotional Films sean una experiencia única, que cambia a tiempo real, de acuerdo al espectador que tiene adelante.
Y si bien suena ambicioso, tampoco es disparatado: de una forma quizás un poco menos sci-fi, no hace tanto nos sorprendíamos con el estreno en Netflix del especial de Black Mirror, Bandersnatch, que nos permitía elegir cómo continuar con la historia a partir de diferentes opciones que nos aparecían en pantalla.
Como espectadores de cine, la propuesta es tentadora y no tanto. Por un lado, ¿a quién no le gustaría ver una película que se desarrolle exactamente para nosotros? ¿Poder decidir, de alguna manera, en base a nuestras preferencias, lo que sucede en el guion? Por otro, cabe pensar en la experiencia cinematográfica como una experiencia social. Si cada uno de nosotros vemos una película distinta, ¿no se perdería esa experiencia social en el camino? Y si lo que vemos está moldeado a nuestras propias reacciones, ¿no dejaría el cine de ser contestatario, de hacernos reflexionar sobre situaciones que, quizás, para nosotros son inimaginables? Como sucede con todos los avances tecnológicos, habrá que esperar a que se definan del todo para saber cómo afectará nuestra realidad, pero, si nos basamos en todo lo que hemos visto durante esta semana, el futuro parece estar más cerca que nunca.
