¡Este es el Nosferatu de nuestro tiempo! - Spoiler Time

¡Este es el Nosferatu de nuestro tiempo!

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El vampiro se siente por primera vez en mucho tiempo, sumamente monstruoso, letal y erótico. Nosferatu en la visión de Robert Eggers tiene el respeto por la clásica historia y eso no le impide tampoco imprimirle un estilo propio. Es una obra oscura, gótica y expresionista.  ¡Este es el Nosferatu de nuestro tiempo!

En 1922 Friederich Murnau filmaba una película de vampiros basada en la obra de Bram Stoker a la cual le cambió los nombres de los personajes y algunos detalles de localización. De inmediato, Stoker ya fallecido, su viuda Florence Balcombe inició una jornada de cacería tras demandar a los productores Enrico Dieckman y Albin Grau por plagio. Prana Film era una casa productora pequeña que pretendía sobrevivir con un último proyecto en fila y vieron en esta adaptación no autorizada una posibilidad. 

Los escándalos legales que la viuda de Stoker hizo, lograron que la película fuera un fracaso financiero, pero con su estreno en EEUU en 1929 bajó el dominio público, el conde Orlok se convirtió en un personaje de culto del expresionismo alemán. 

Nosferatu de Murnau tiene muchas cualidades, entre ellas que ya salía del canon del artificio expresionista de su corriente. El expresionismo alemán dependía de los set y la iluminación para poder crear sus atmósferas con ejemplos palpables como El Golem, El estudiante de Praga, El cabinete del Doctor Caligari y más. Su stimmung (atmósferas) era herencia del pesimismo alemán tras la guerra y estaba lleno de oscuridad y de sombras, haciendo siempre referencias a la manipulación de las masas por un solo individuo que a los años se volvería realidad con Adolf Hitler. 

Nosferatu era el reflejo del terror social y humano de su época.

Robert Eggers ha sido en los últimos 10 años uno de los exponentes del cine de horror más gutural, orfebre y oscuro que hemos visto. No había otro director que pudiera realizar y tocar el santo grial del género realizando un remake de Nosferatu cuando ya se han realizado distintas versiones: una de estas la de Werner Herzog en 1979. Representaba un gran reto para Eggers, tanto cinematográfica como profesionalmente llevar este remake a la realidad, con grandes riesgos de arruinar un clásico tan incunable como este. 

¿Qué aporta Eggers a la historia de Nosferatu?

Aporta una modernidad adecuada. El expresionismo como lo conocemos es un clásico cinematográfico pero Robert Eggers nos comprobó desde El Faro que puede hacer de esta corriente una realidad en el siglo XXI, aunque sea con una película como Nosferatu. Esto puede llevar a nuevos cinéfilos o espectadores ocasionales a los grandes clásicos y así esta re interpretación se vuelve un ejemplo derivativo a más cine, más cultura cinematográfica y por supuesto a colocarlo en su propio sitio en el gusto cinéfilo. 

¿Es mejor que la versión de Murnau?

Es una difícil pregunta pero seré honesto porque me la hice al terminar de verla: ¡Sí! Porque la versión de 1922 es un incunable del cine y vestigio de una corriente tan importante, esta nueva versión mantiene la oscuridad de la versión clásica en conjunto con lo bestial del relato aportándole, además de sonido y atmósferas para una época moderna, mucho más intención psicosexual. El vampiro se siente por primera vez en mucho tiempo, sumamente monstruoso, letal y erótico. 

¿Era necesaria una re interpretación de este clásico?

Por supuesto que no era necesario hacer esta película, como tampoco es necesaria ninguna otra película de Super héroes. Ya que la tenemos en cines cuando la ves, es que te das cuenta que sí, Nosferatu merecía una revisión más actual sin perder el poder de su época, del estilo visual y lo trágico e hipnótico de la versión de Friederich Murnau sobre el vampiro de Bram Stoker. 

Aporta escenas sumamente hipnóticas que solamente pueden verse y disfrutarse en cines, pero que aportan al mito del vampiro una brutalidad que se había romantizado de más en los últimos años. El vampiro de Eggers se ve e interpreta más que una historia de amor, como una plaga imparable que envuelve una relación psíquica entre dos personajes. 

¿Es mejor que la versión de Coppola?

Son sumamente distintas. Mientras que Coppola romantiza al monstruo contándolo más casi desde la narrativa del cuento, Eggers se va a lo gutural de la criatura. Es más instintiva, inevitable y sumamente feroz. Drácula de Coppola es una maestría visualmente atractiva y evocativa a la leyenda del conde como un enamorado eterno. Nosferatu es una criatura, se delinea y describe desde lo natural, silvestre, pero también letal. 

¿Qué tal el cast?

No pudo ser mejor. Los actores son sumamente actuales, mediáticos y extraordinarios intérpretes del cine de nuestro tiempo. Lily Rose-Deep es extraordinaria como Ellen Hutter, la chica comprometida que tiene esta conexión espiritual con el conde Orlok que cuando aparece casi no reconoces a Bill Skarsgård porque el maquillaje y la actuación son increíbles, es un vampiro que no distingue entre niños y adultos, es una brutalidad. Cada vez que Orlok aparece, estoy seguro que es el vampiro que merecemos para este tiempo. 

Nosferatu en la visión de Robert Eggers tiene el respeto por la clásica historia y eso no le impide tampoco imprimirle un estilo propio. Es una obra oscura, gótica y expresionista. 

¡Este es el Nosferatu de nuestro tiempo!

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