Finales de antología #2: Breaking Bad - Spoiler Time

Finales de antología #2: Breaking Bad

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Merecido.

Creo que todos, PERO TODOS los que integramos It’s Spoiler Time vimos, admiramos y hasta extrañamos una sola serie en común: Breaking Bad. Es más, redoblo la apuesta y estoy seguro a un 99.9% que quienes fundamos este sitio pensamos abocarnos al arte de informar sobre series por esta obra maestra de todos los tiempos.

Y por eso este segundo artículo de esta nueva sección titulada Finales de antología, y debíamos rendirle tributo a Felina, el final más perfecto, redondo y cautivador de los últimos 10 años. Felina es TODO, y debemos agradecer a la mente maestra de Vince Gilligan: un repaso extraordinario y tan cercano de la transformación moral, la culpa, la conciencia, la complicidad y el control en escasos minutos. 

Walter se embarcó en lo que fue su transformación final: se sometió a otro estado de cambio que lo dejó demacrado, flaco y solo con sus pensamientos. Después de todo lo que había hecho en nombre de la familia, la ilusión de Walter White de ser un salvador o un héroe para aquellos que supuestamente tenía por encima de todo lo demás se había destruido por completo. El ¿ex? Heisenberg había sido reducido a un hombre con un barril lleno de dinero y nadie a quien dárselo: el legado y el futuro de su familia estaba siempre fuera de su alcance por primera y última vez.

La vida le estaba jugando una nueva mala pasada. Sí, NUEVA: ya había perdido su honor al ser ser eliminado de la historia de Gray Matter, la compañía que ayudó a crear con Elliot y Gretchen Schwartz, y ahora Todd y su familia de nazis se quedaba con su esfuerzo casi póstumo de poder trascender, aunque sea para unos pocos… unos pocos que encima lo odiaban, y mucho. Para un hombre empírico, de las ciencias, del resultado, esto sí que lo estaba moviendo hacia el abismo de la pobreza intelectual. 

Porque constantemente eso fue Walter White, el hombre de los dos pasos en el sendero del sufrimiento: hombre rechazado por amor dos veces; hombre que pierde a su familia (cercana y muy cercana) dos veces; hombre que pierde la batalla de la vida dos veces. Y todo esto la audiencia lo sintió como muy propio, teniendo la oportunidad de alejarse y ser rechazada por Walter White, mientras aún estaba completamente cautivado por el final que se aproximaba en su historia.

Pero en Felina hay redención, para y de todos porque Walter eligió su siguiente y último movimiento: mejor morir persiguiendo lo que se ama que marchitarse y desaparecer silenciosamente en el frío de New Hampshire. Y ahí, con esa meta ultra clara, el episodio funciona… y cómo: desde el tocino en su cumpleaños número 52, pasando por la ametralladora en el maletero hasta la recolección de la ricina de la toma de luz de su habitación suceden unos pocos segundos y amortizan todo el sedimento que se viene, una nueva cadena de sucesos se avecina, y de manera calculada. Gilligan anotó en una lista los encuentros que deben ocurrir antes de la inevitable conclusión. Pero se las arregla para aumentar la tensión en todos y cada uno de los escenarios, de modo que, durante un breve momento, el espectador piense que todo podría ir en otra dirección. Y eso se llama belleza.

Primero Walter intimida a Gretchen y Elliot para que utilicen su dinero para establecer un fondo fiduciario irrevocable para Flynn; luego el mismo Heisenberg se enfrenta a Todd y su familia – amigos nazis y les hace pagar por todo, y no en billetes; su tercer paso es anunciarle un agonizante final a Lydia; cierra la estrategia, el camino a la claridad, salvando y liberando de todo tipo de compromisos a quien fue su socio, su amigo, su todo, nuestro querido Jesse.

Porque, seamos sinceros: ¿Heisenberg habría dejado que Walter renunciara? Jamás, y eso fue lo que pasó, y por eso agradecemos. Con la muerte del químico muere su alter ego, se le da un punto pesado a decir basta, hasta aquí llegué.

Lo que es notable sobre el final de la serie es su comprensión única y la implementación de lo que significa seguir. Tanto escrito como dirigido por Gilligan, el episodio sigue siendo tan fiel a los principios esenciales establecidos por la narrativa planteada al comienzo de la serie que la calidad general de este magnífico desenlace comienza a reflejar la historia en cuestión. Esta genialidad televisiva comenzó su vida como un pequeño programa de nicho que fue un producto muy bien hecho, y pronto la calidad de la creación de Gilligan vio crecer su reputación y su impacto se convirtió en algo mucho mayor y más influyente de lo que nadie podría haber imaginado. Sí, sabemos lo que piensas: así como creció la serie también se magnificó la figura, en lo delictivo, de Walter White.

Vince Gilligan y su equipo, al igual que Heisenberg, estaban obsesionados con crear el producto más puro posible. Y lo lograron.

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