Desde 2008 hasta 2014, sorprendió al mundo televisivo con una apuesta osada por los shows a los que nos tenía acostumbrados: True Blood y la sexualmente precoz Sookie Stackhouse se hicieron de la pantalla… y realmente que revolucionó. Repetimos un verbo en un tiempo pasado que es acorde a lo que vamos a describir: sorprendió. ¿Por qué? Porque su final, titulado Thank You, dejó de ser revolución y pasó a ser constante.
Thank You no estuvo a la altura de las aventuras que Sookie Stackhouse pasó a lo largo de la serie; resultó ser vacío en el guión, no a la altura de las circunstancias; un intento poco feliz de confundir emocionalmente a los espectadores para que piensen que algo grandioso estaba ocurriendo al envolver lo que es esencialmente una historia final en una serie de apresurados rejuntes y un romance increíble.
Ok, la intención de al menos proporcionar algún tipo de cierre a los muchos personajes que conforman Bon Temps es admirable, y en realidad es una sorpresa que incluso pudieron elaborar algún tipo de historia, sin importar cuán inconexos y sin rumbo fueran los hilos. Es cierto que este episodio puede haber sido injustificado, incluso innecesario, pero, ¿durante cuántos años se pudo decir lo mismo sobre la serie en su conjunto? Veamos, retomemos el camino del éxito que alguna vez la serie tuvo.
True Blood fue en cierto momento una historia convincente de una mujer joven que, con poderes, comenzó este viaje de lo sobrenatural, reuniéndose con vampiros, hombres lobo, hadas, hombres-fantasmas, fantasmas, dioses para encontrarse a sí misma y, a su vez, su lugar en el mundo. La cuestión es que hay demasiadas cosas que chocan en la noche alrededor de Bon Temps, y Sookie está demasiado perdida como para simplemente “encontrarse”. Como tal, y debido a su siempre creciente reparto, la serie se confundió con su propósito en el aire: en lugar de intentar escribirse fuera del modelo que alguna vez fue sensación y que ya había pasado de moda, los escritores del programa continuaron brindando más y más de lo mismo, hasta que llegó a un punto en el que los arcos de historias pasajeras se convirtieron en segundones de una serie que estaba en declive.
Cuando se trata de drama, el final de True Blood ciertamente cumple con eso, no podemos negarlo, sobre todo viendo a Sookie deshaciéndose al deber matar a su primer amor, una y otra vez. Sookie aún tiene sus poderes, Bill está muerto, Bon Temps es próspera una vez más, y Eric y Pam tienen una exitosa compañía de bebidas que usa un asesino en serie en su etiqueta. Fin.
Lo que sentimos es que la serie asumió una maratónica y por lo tanto estúpida tarea de adaptar las novelas de Charlaine Harris, tituladas The Southern Vampire Mysteries, sin saber completamente lo que ocurre en ellas (cosa que no deseamos que suceda con nuestra querida Game Of Thrones… por lo menos ya superaron al material original).
El espectáculo se hizo demasiado popular, demasiado rápido y las voces que pidieron su continuación en la pantalla demostraron ser demasiado fuertes para que las voces críticas se escuchen claramente, lo que hace que sea mucho más fácil continuar entregando mas de lo mismo.