Netflix ha logrado decepcionar a más de uno con su nueva serie austriaca, Freud. No lo digo yo, lo dice el mundo entero en redes sociales. Esta serie sobre el padre del psicoanálisis prometía, para muchos, ser uno de los mejores estrenos del mes y aunque se ha posicionado durante varios días dentro del top 10 de México, queda a deber mucho.
La serie de Netflix sobre el padre del psicoanálisis pierde su camino entre lo real y lo sobrenatural
Esta no debe verse como una biografía de Sigmund Freud, sino como sus primeros pasos y experiencias con la hipnosis que lo llevaron a su teoría de la asociación libre. Y a su vez se trata de una producción que incorpora a la persona histórica como un personaje ficticio, y lo ubica dentro de una historia gótica, criminal y (hasta) sobrenatural.
Aquí verás a Freud unirse con una médium y un oficial de policía para desenmarañar una conspiración que se está orquestando en las entrañas de la Viena del Siglo XIX y que ya ha cobrado varias vidas: Freud se transforma en el Sherlock de su época, aunque lo hace fallidamente.
Al principio, la premisa suena interesante, ¿quién no quiere ver una historia detectivesca con tintes de fantasmas, mágicos poderes y mitología húngara? El problema es que la serie nunca deja en claro de qué lado se encuentra. Lo que vemos es ambiguo y abierto a la interpretación de cada quién. Nunca se explica si los poderes de Fleur son reales o no (dentro del mundo de la serie). Lo cual vuelve la trama un poco confusa y sin credibilidad. Freud tiene una explicación lógica para las hazañas “sobrenaturales” que presencia, pero el espectador sí ve en pantalla cómo la médium logra tener visiones, paralizar a hombres con su mente y hablar con fantasmas. Esto, sumado a cómo Sophia es capaz de hipnotizar a alguien tan fácilmente con tan solo tocarlo un poco con su mano.
Sin embargo, un punto a favor de la serie, es que sí hay un desarrollo de los conceptos del psicoanálisis y en cada episodio se trata uno diferente o varios. Quizás el episodio más sobresaliente sea el séptimo, titulado Catarsis, cuando a través de un aparente sueño, Freud viaja a su mente y mata a su padre, para más tarde tener sexo con su madre (complejo de Edipo), luego con Martha (quien representa el Eros) y finalmente con Fleur (quien representa Thanos). Después cruza el inconsciente, el preconsciente y el consciente para, a través de la hipnosis y la regresión, ayudar a Fleur a salir de su estado disociativo.
Además, tenemos la presencia de otros elementos de la teoría de Freud como la histeria, la catarsis, la supresión, el Ello, etcétera. Éste último se ve representado con los personajes que Shopia hipnotiza, quienes seden a su parte instintiva/animal, o con la agresividad del oficial Alfred Kiss.
En fin, de que hay teoría del psicoanálisis en la serie, la hay. Simplemente que es representado de una forma muy abstracta, simbólica y caótica, lo que podría ser una espada de doble filo si se trata de un espectador que no se ha acercado previamente a los conceptos de esta teoría psicológica.
Aunque, quizás el fallo más grande de la serie es que la trama principal sea predecible. Desde un principio se intuye que los padres adoptivos de Fleur, Sophia y Viktor Szárpáy, están detrás de las terribles muertes orquestadas por hombres que asisten a sus fiestas y rituales. No hay un gran giro en la historia ni tampoco un clímax atrapante.
En resumen, Freud no es una historia novedosa o que aporte algo nuevo a su género y aunque trata de alimentarse de series como Sherlock, The Alieniest y Penny Dreadful, no logra construir un ambiente de suspenso. En el camino, la serie se desploma y pierde ritmo. Sí, tiene momentos perturbadores, pero estos no logran salvarla. Habrá que esperar si una segunda temporada puede mejorar lo que se ha construido.