¿Por qué una película supuestamente mala es tan venerada por tanta gente?
Ayer me dispuse a ver algo, no importaba qué, en Netflix. Buceando, pero sobre todo stalkeando lo que los usuarios eligen generando el top 10 de lo más visto en la plataforma, me enfrenté a una pared, a un golpe directo en el pecho: Geostorm (Geo-Tormenta) estaba en el segundo puesto de lo más visto, por lo menos en Argentina.
Automáticamente pensé “claro, esta semana se estrena Greenland (El Día del Fin delMundo), nueva película de Gerard Butler y muchos deben estar buscando sus trabajos”, pero no, no va por ahí la cuestión: Geostorm es la perfección en películas que de supuestamente malas pasan a ser casi excelentes.
Geostorm, con Gerard Butler interpretado inexplicablemente a un astrofísico brillante sorprendentemente hábil con los puños, fusiona un extraño bromance extraterrestre con una advertencia sobre el medio ambiente y una malvada conspiración de la Casa Blanca. Con una trama incomprensible, varias subtramas absurdas, un mensaje anti-Trump, Geostorm comienza mal y sigue empeorando. Y es que la película es la representante de verdadera película mala, pero que de tan mala es genial.Geostorm tiene de todas las películas algo: la histeria de Olympus Has Fallen, las mismas tormentas eléctricas CGI interminables que vimos en Doctor Strange y Wonder Woman, el mismo caos global que tenemos visto desde Guerra Mundial Z hasta Suicide Squad. Geostorm es la esencia misma de las películas malas que son buenas porque nos recuerda a muchas otras de ese “género”. Más aún porque está protagonizada por Gerard Butler como un astrofísico brillante. Es una mala película para ser amada, honrada, festejada, atesorada. Es verdaderamente un regalo de los dioses. Pero, ¿por qué?
Las personas que aman las películas malas nunca se quejan de haber perdido el tiempo viéndolas, ni tampoco intentan advertir a otras personas para que las eviten. Las personas que publican críticas desagradables pero supuestamente inteligentes en línea informan regularmente que la película que acaban de ver fue la “peor película de la historia”. Ya eso le da respiro a una película como Geostorm: flota mucha crítica similar todos los días en Internet y eso las descalifica instantáneamente como películas verdaderamente malas. Las películas verdaderamente malas nunca pasan al cine sino directamente a DVD, directamente a internet. Se necesitan años y años y mucho dinero para hacer una película verdaderamente mala.
Para calificar como una película verdaderamente mala, una película debe tener un presupuesto real, estar hecha por un estudio real, presentar estrellas de cine reales y tener un lanzamiento comercial real. Una verdadera película mala se balancea para llegar a la quiebra. Es por eso que las 37 películas de bajo presupuesto que Steven Seagal hizo en los últimos años no pueden considerarse malas películas en el sentido clásico del término: una cinta mala es aquella que comenzó con la intención de ser buena, pero de alguna manera perdió el rumbo. Esto nunca sucede con las películas de Steven Seagal.
Aquí llegamos al clímax del enigma de lo que constituye una película verdaderamente mala. No puede ser una basura de bajo presupuesto o una broma de una escuela de cine o una estúpida película de acción: para ser considerada una película verdaderamente mala, la cinta debe haber comenzado en la cabeza de alguien como una buena película. Debió haber recibido luz verde de personas que parecían cuerdas en ese momento. Debe estar protagonizada por personas que han aparecido con frecuencia en buenas películas. Debe ser un fracaso económico.
Geostorm es todo lo contrario: nunca se pensó en nada fuera de una película catástrofe; no deja ninguna moraleja importante más allá de “seamos buenos entre nosotros y a respetarse”; si bien es interpretada por alguien conocido, tampoco es EL actor de Hollywood; recaudó MUY bien. Es, al fin y al cabo, puro entretenimiento.
Geostorm es supuestamente mala, y por lo tanto muy amada. El pueblo, totalmente soberano, así lo dicta.