Como la visita a un museo superinteractivo, la miniserie de Harley And The Davidsons llegó a su fin y dejó una enseñanza suprema no solo de la empresa que creo estas motocicletas y las volvió un icono mundial, sino de los cimientos de Estados Unidos y sus diferentes etapas. Una verdadera historia que inspira y empuja a emprendedores a realizar sus sueños sin importar el conflicto a tu alrededor.
El episodio final de Harley and The Davidsons comienza con perfil sombrío de 1931 y sus protagonistas ya entrados en edad. Con la Gran Depresión en marcha desde el principio del capítulo se establece el tono del capítulo y el cierre. Más y más carreras se muestran alrededor de la serie, como lo fue en sus anteriores dos capítulos, y así se ve reflejado cómo los clubes de Harley-Davidson comienzan a florecer. Entre las novedades del grupo de competición, ingresa un nuevo miembro y es William Johnson (Stephen Rider), un piloto afroamericano que consigue entrar a reclamar la herencia Cherokee.
Una industria estancada debido a la Gran Depresión se ve reflejada en los encuentros de los protagonistas, sus discusiones y debates sobre el futuro de la empresa. Las carreras callejeras se empiezan a multiplicar y esa variable del estancamiento de la industria se ve reflejado a través del hijo de Walter. Ya los tres protagonistas entrados en edad, comienzan a ver cómo ha crecido lo que ya hace años decidieron realizar. Pese a que el maquillaje no está tan bien logrado, las actuaciones y la historia tapan ese defecto de la serie.
Varias ofertas les empiezan a llegar a Bill (Robert Aramayo), Walter (Michiel Huisman) y Arthur (Bug Hall). Ford y una empresa japonesa se ofrecen para realizar negocios con los Harley-Devidson. Luego de varias ideas y vueltas, incluyendo la enfermedad de la mujer de Bill, Harley-Davidson sale adelante y continúa con su propia producción. De la mano de Walt Jr. Harley-Davidson continuó ganando carreras, estableciendo récords y un modelo de trabajo nunca antes visto.
Por fin, y llegando al final de esta miniserie, la Harley-Davidson tan popular toma la presencia que se esperaba y se convierte en toda una leyenda. Harley and The Davidson se resume en la evolución tecnológica de las motos, un modelo de negocios y como proponer ideas y soluciones pese a sufrir las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión.
Estructuralmente, la miniserie es una cadena constante de carreras, pruebas y las innovaciones tecnológicas que implementaron Arthur o Walter y Bill. Dirigida por Ciaran Donnelly y Stephen Kay, Harley and The Davidsons está muy bien lograda a pesar de repetición de hechos. El retrato de una época (o de varias) a través de la evolución de una empresa que hoy es leyenda.
