¿Por qué Harry Potter y El Misterio del Príncipe es la peor película de la franquicia?

Este 15 de julio se cumplen 15 años del estreno de Harry Potter y el misterio del príncipe, la que para mí es la peor película de la franquicia protagonizada por el niño que vivió. Y vaya que es difícil decidir cuál es la peor teniendo también a Harry Potter y la cámara secreta en la contienda, pero no hay duda que seguiré sosteniendo que la sexta entrega es la que más me duele y la que incluso no puedo ver tan fácil.

Y estoy consciente que muchos dirán que el lugar de la peor película lo merece Harry Potter y la orden del Fénix, y sí, en gran parte es porque la adaptación hizo que una parte importante de la historia fuese eliminada por completo e incluso sin mencionarse, por lo cual esto complica el desarrollo del resto de la historia. Pero creo firmemente que esto solo lo pueden notar quienes leyeron el libro, porque como tal la película logra cerrar la historia de forma convincente.

Harry Potter y el misterio del príncipe me sigue pareciendo un punto culminante dentro de la historia completa de esta saga, ya que es el paso previo del gran final y el crear el escenario de oscuridad y desolación era fundamental dejarlo bien claro en pantalla, pero David Yates tomó decisiones que no necesariamente lograron ese propósito.

Uno de esos ejemplos es la narrativa de la historia y el ritmo que se le dio. Cabe señalar que al menos de la primera hasta la quinta entrega de Harry Potter, a excepción del inicio de la cuarta, no había novedad en cómo se contaba la historia: una introducción en el mundo muggle, para después iniciar un nuevo año escolar en Hogwarts, aprender trucos de magia que servirán para la batalla final y la aparición de un villano al que tienen que vencer, final triunfante y adiós a Hogwarts.

Para la sexta entrega, la narrativa cambia desde un inicio, lo cual refresca la forma de contarse esta historia y parece bastante novedoso que así sea. Pero al perder la serie de pasos que las historias de Harry Potter debían cumplir, Yates perdió la brújula para darle el ritmo a la historia que se vuelve lenta, hecho que aprovechó para meter ese elemento oscuro. Porque por alguna razón parece que el tono lúgubre va muy bien con una historia pausada, y no siempre funciona de esa manera.

Además la dirección actoral de esta película me parece fatal, cada personaje parece estar viviendo una realidad alterna a la que se había planteado en las cinco películas anteriores. En su mayoría presentan actuaciones frías, casi sin emociones, como si no estuviesen ante la mayor amenaza que es Lord Voldemort ganando terreno para la batalla final. Y aquí es donde entra uno de los puntos que más me hacen enojar hasta el día de hoy: la muerte de Albus Dumbledore.

El querido director de Hogwarts y el mentor de Harry Potter sabía que su muerte era inminente antes de comenzar la Segunda Guerra Mágica y también tenía que ser de esa manera para salvar a Draco Malfoy, quien solo era un niño perdido y asustado ante la magnitud de la verdadera maldad. El momento en que Severus Snape lanza el maleficio asesino contra Dumbledore careció de la emoción de dolor y tristeza que debía representar la muerte de este personaje, y en gran parte fue porque la historia particular de esta sexta entrega no construyó este momento, al representar en todo momento a un Albus frío y distante.

Al final todos estas decisiones me hicieron perder la fe del rumbo que tomaría la franquicia hacia su final, afortunadamente David Yates logró retomar el rumbo en las dos últimas entregas en donde pudo combinar de mejor manera este elemento de fantasía familiar al cual se debe sumar el drama y temor de la confrontación final. Tan fue así que podría decir que Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte) es la segunda mejor película, solo detrás de Harry Potter y el prisionero de Azkaban.

En resumen, Harry Potter y el misterio del príncipe tenía todos los elementos para sentar las bases para un gran final, los cuales quedaron desperdiciados en decisiones que no hicieron más que afectar el tono y la forma de narrar la historia que tocó su punto más bajo justo antes del final. Una decisión muy arriesgada para ese momento de la historia.