El cine de espías en la actualidad lo tenemos englobado en dos personajes principales: James Bond y Ethan Hunt; las películas de 007 en 1964 y la serie en 1966 como resultado de una amenaza armamentista constante entre dos potencias políticas como Estados Unidos y Rusia. Ian Flemming, creador de James Bond, se vio involucrado en distintas misiones de inteligencia en las cuales basa sus historias del agente más famoso de la literatura y también del cine. Y entonces Argylle: Agente Secreto de Matthew Vaughn.
¿De qué trata? Argylle: Agente Secreto, el mejor espía del mundo, se ve envuelto en una aventura alrededor de todo el planeta. Elly Conway (Bryce Dallas Howard) es una escritora de una saga que va para su cuarta y quinta entrega. En la conferencia de prensa de su cuarto libro sobre el espía Argylle (Henry Cavill) un periodista le pregunta si, considerando que otros escritores de historias de espías, ejercían o habían participado en misiones, ella pudiera ser solamente una fachada de escritora y ella sonrojada responde que no, pero que pudiera ser.
Lo anterior engloba de cierta forma toda la película porque al poco tiempo Elly se ve involucrada en un intrincado político que ella sin querer y sin saber ha revelado en sus libros, por eso ahora debe ser protegida por Aidan (Sam Rockwell), un verdadero espía que en nada se parece a la idea de espía elegante que ella describe con Argylle.
Probablemente esta película no será la mejor película de espías, esas ya las tenemos con algunas de James Bond y Misión Imposible. De esto Mathew Vaughn se da cuenta perfectamente. Tampoco pretende superar su inigualable The Kingsman (2014), así que, en su búsqueda de poder hacer algo que pudieran ver sus hijas, escribe esta película con una meta historia de espías que coloca a su escritora y protagonista como un personaje con el efecto de ser un pez fuera del agua que evoluciona hasta convertirse en su propia heroína de acción y es ahí donde el director fundamenta su comedia.
Argylle: Agente Secreto me ha gustado mucho, pero también debo apuntar que no es lo mejor del director. No obstante, valoro demasiado que en este tiempo lleno de secuelas y falta de creatividad, Vaughn se arriesgue a llevar sus límites creativos a las últimas con una comedia de acción y tintes de comedia romántica. Si bien el director propone expandir su propio universo The Kingsman, Argylle: Agente Secreto funcionaría perfectamente sin ese armatoste que representa su trilogía más emblemática. La idea de colocar a Henry Cavill como un espía no está tomada al azar, muchos desean al actor británico como el nuevo 007 y Matthew Vaughn tenía conocimiento de este anhelo de los fans del actor y del género. Por supuesto que podía tomar ventaja de esto y escribir el personaje solo para él.
El cast es uno de los mejores que he visto, y aunque es una película engañosa y truculenta en todo sentido, sus principales protagonistas son Bryce Dallas y Sam Rockwell que a mí gusto logran una química muy ingeniosa y poco usual al no ser los actores que representarían a una pareja de espías, por lo menos no como estos están entintados en la pluma del director. Ambos logran ser muy entretenidos como una pareja dispareja que deben anular los planes de una elite política que se esconde en las sombras. ¡Ambos son geniales juntos!
Pero momento, Argylle: Agente Secreto tiene algo en contra: su duración. Las dos horas y media solo hacen que el director extienda un par de aventuras a tonos que sí, se vuelven un absurdo dentro del propio absurdo y le restan fuerza a la comedia estrambótica que por momentos logra exitosamente. La película pudo haber sido contada efectivamente en mucho menos tiempo y haber sido mucho mejor montada para contarlo lo que nos contó.
Rescato mucho que el director haya armado una comedia de acción que se nutre mucho de su propio subgénero para entregar no solo una historia que dialoga con lo visualmente extravagante, sino también propone una posibilidad que pudiera convertirse en algo mejor armado en un futuro con personajes notables y entrañables.
Argylle: Agente Secreto es una película que mantiene a su espectador muy entretenido al mismo tiempo de ser una historia hilarante e inteligente con giros inesperados pero sobre todo esto con una gran química entre Bryce Dallas y Sam Rockwell. ¡Una joya peculiar del cine de espías!
