Una narración extraordinaria acerca del equilibrio con la naturaleza que nos confronta, pero…
Perfecto por donde se lo mire.
Mientras Tamara Kotevska y Ljubomir Stefanov hacían una investigación en el norte de Macedonia para un documental acerca del medio ambiente, se encontraron casualmente con una “cazadora de abejas“, Hatidze Muratova, al conocer su increíble modo de vida y su historia decidieron cambiar el tema del documental para centrarse en ella.
Así, la producción pasó alrededor de tres años filmando los pormenores de la vida de Hatidze, hasta llegar a tener más de 400 horas de material, al final el resultado recibió aclamación mundial. El New York Times lo nombró la mejor película / documental del 2019. Además Honeyland se convirtió en el primer documental en la historia que también es nominado a mejor película extranjera.
La cinta nos narra la historia de Hatidze una mujer que vive en un lugar apartado en los montes de Bekirlija, Macedonia, junto con su madre, en esta pequeña choza cuida de ella ya que está enferma. El modo de subsistencia de ellas es a través de la venta de miel silvestre, Hatidze recorre los montes buscando panales de abejas que pueda usar para extraer la miel que venderá en los mercados locales. Ella cumple con una regla que se ha seguido desde tiempos inmemoriales “toma la mitad, deja la mitad” esta filosofía permite que las abejas sigan viviendo y se sigan multiplicando y también que ella pueda subsistir y mantener a su madre.
Sin embargo, un día sin avisar una familia llega a habitar la casa contigua trayendo un gran número de vacas, gallinas y niños. Esta situación rompe con la tranquilidad y con el equilibrio que Hatidze había logrado ya que estos nuevos inquilinos también ven en la venta de miel una buena oportunidad de negocio. Y así, ellos empiezan a cultivar miel en cantidades abundantes pero no siguen la regla milenaria de “mitad y mitad” lo cual provoca que las abejas se maten unas entre otras y dejando sin miel a ninguna de las dos familias.
Los directores explican que este documental es un espejo: o te identificas con la protagonista o con la familia invasora. De esta forma Honeyland es más un reflejo de la sociedad actual, una metáfora del mundo contemporáneo.
Enmarcado en una bellísima fotografía con planos largos y casi sin usar palabras, la narración que se logra en Honeyland es una obra maestra de la narrativa: cada plano nos muestra la soledad y la paz con la que vive la protagonista que cambia cuando llegan los visitantes inesperados. La conexión que se logra con Hatidze hace que el espectador pueda sentir en carne propia todo lo que ella siente y es en este sentido en el que la película logra entregar su punto más emotivo cuando suceden estas situaciones que alteran la paz que emana la protagonista, y así se vuelve un drama super intenso.
La cámara de Fejmi Daut y Samir Ljuma, logra meterse hasta lo más profundo de la casa y de la vida de los protagonistas, tanto que parece una puesta en escena más que un documental y es por eso que la cinta ha sido muy laureada de forma global.
Pero...
No creemos que exista un pero para esta cinta. Es una narración perfecta, bellamente fotografiada; nos muestra desde los grandes paisajes de Macedonia hasta lo más intimo de la choza de Hatidze alumbrada solamente con una vela.
Hermoso por donde se lo mire.
En resumen
Honeyland es un documental perfecto. Una narración extraordinaria que nos refleja y nos cuestiona acerca de nuestras definiciones de humanidad, soledad, familia y equilibrio con la naturaleza.
