La experiencia de ver I Still See You (Ecos Mortales) trae recuerdos de los días en los que las adaptaciones juveniles estaban en su apogeo. Incluso es inevitable comparar el ambiente y el contexto en el que se desarrolla esta historia con la saga de Crepúsculo (The Twilight Saga) por toda la nieve y neblina que abunda en ambos pueblos. Sin embargo, muy similar a los fantasmas que habitan este relato, I Still See You solo es un pastiche de elementos juveniles que vimos antes en distintos –y superiores– filmes.
I Still See You cuenta qué sucedió después de un desastre científico conocido como “el día del suceso”, el cual no splo ocasionó la muerte de muchas personas sino que dejó “rastros” de momentos importantes en su vida (es decir, los convirtió en una especie de fantasmas que viven en un loop). En el centro de la historia se encuentra Veronica “Ronnie” Calder (Bella Thorne), una estudiante que todos los días ve al fantasma de su padre (Shaun Benson) y que se obsesiona con la idea de los “rastros” cuando estos comienzan a aparecer más a menudo. La necesidad por encontrar una explicación a la muerte de un rastro llamado Brian (Thomas Elms) lleva a Ronnie a buscar la ayuda de Kirk (Richard Harmon), el chico problemático de la escuela, con quien realizará una investigación para desenmascarar el secreto que existe detrás de este desastre.
No es necesario haber leído el libro en el que está inspirada la película (Break My Heart 1000 Times de Daniel Waters) para darse cuenta que quizás la historia funciona mejor en papel. En cerca de hora y media de duración, el director Scott Speer (Midnight Sun) y el guionista Jason Fuchs (Pan) atiborran a la audiencia con conceptos y giros de tuerca que hacen del misterio central algo enredado y que termina por fastidiar a la audiencia en lugar de intrigarla. Hay demasiados términos (“el día del suceso”, “rastros”) y reglas que necesitan largas escenas de exposición para explicar su significado y que pudieron haberse introducido de forma más sencilla y natural a la historia y al público. Lo anterior hace que, una vez que se empieza a desarrollar el conflicto, las motivaciones de los personajes no sean precisas y sus relaciones se queden en lo más superficial y esperado del género juvenil, lo cual es una lástima considerando que la premisa es interesante y, con una trama mejor estructurada, I Still See You hubiera sido una oferta juvenil atractiva.
Hay escenas –como la del partido de básquetbol- que sugieren un filme más atmosférico y efectivo; al apoyarse más en el suspenso y la tensión que en los giros de tuerca (los cuales en realidad el espectador puede adivinar desde el inicio), la historia resulta más absorbente y fascinante de lo que Speer y Fuchs le permiten ser.
No obstante, el público juvenil quedará satisfecho con lo que I Still See You tiene por ofrecer. Como es de esperarse en este tipo de cintas, todos los personajes resultan estereotipos anhelados por cualquier adolescente: el fantasma que acosa a Ronnie (Thorne) parece modelo de ropa interior en cada una de sus apariciones mientras que la misma protagonista es la típica underdog que en la vida real sería la chica más popular de cualquier escuela. Visualmente, el director construye una atmósfera tenebrosa con una paleta de colores fría que alza los escenarios de I Still See You a un nivel que supera por mucho al guion que acompaña.
En lo que refiere a las actuaciones, Bella Thorne (quien ya trabajó con el director en Midnight Sun) cumple en su papel de la chica escéptica del amor, mientras que la interpretación de Richard Harmon no se aleja mucho de lo que hace en la serie de televisión The 100. Lo verdaderamente sorprendente aquí es ver a un actor de la talla de Dermot Mulroney (My Best Friend’s Wedding) en un papel tan mal escrito que cualquier intento por parte del actor de inyectarle un poco de carisma y darle cierta complejidad resulta fútil.
Hay una razón por la que las adaptaciones juveniles brillaron muy poco y desaparecieron muy rápido: más allá del eye candy que ofrecían, muy pocas veces estas películas tenían historias convincentes y personajes que no fueran estereotipos o cuyas acciones no cayeran en lo cliché. Pero lo más frustrante de toda esta situación –y el error que I Still See You repite– es que las ideas y los temas de estos filmes no eran tan intrascendentes como el producto final lo sugería.
Con un guión que hubiera simplificado el conflicto, I Still See You sería un misterio adolescente igual de atractivo que el elenco que conforma el proyecto.