El pasado 7 de Septiembre Netflix, en conjunto con Marvel, estrenó la segunda temporada de Iron Fist. La serie protagonizada por Finn Jones venía de ser la menos querida del grupo de los Defensores y, por lo tanto, había muchas expectativas que cumplir.
Y debemos decirlo ya: Iron Fist cumplió con lo prometido y mejoró su nivel ampliamente, entregándonos una temporada que ahora sí cuenta una historia de orígenes, que explora a sus personajes sin transformarlos en caricaturas de sí mismos y que estuvo llena de escenas de acción.
Uno de los reclamos más fuertes que recibió Iron Fist en el pasado era lo poco centrada que había estado su primera temporada en K’un- Lun, el mítico pueblo donde Danny Rand peleó contra el dragón Shou Lao, convirtiéndose en uno con el corazón del monstruo y ganando el poder del puño de hierro.
La primera temporada, que había servido como antesala a los eventos de The Defenders, se había basado en el regreso de Danny a Nueva York, su reencuentro con su “familia” y su lucha contra La Mano, organización que venía presentándose desde la primera temporada de Daredevil. Esta función le quitó fuerza a la historia de Danny, pero esta vez, en la segunda temporada, tuvimos un villano que provenía del mismo lugar que nuestro héroe: nada más y nada menos que su hermano Davos.
La presencia de Davos logró darnos lo que tanto esperábamos: el background de los años de Danny Rand en K’un- Lun: su entrenamiento, su crianza y los pasos que lo llevaron a ser el elegido para pelear contra el dragón.
No sólo nos sirvió para conocer más a nuestro héroe en sus primeros pasos, sino que también pudimos apreciar los rituales y la brutalidad de la vida con los monjes e, incluso, empezar a ver el origen del traje que, lamentablemente, sigue sin aparecer del todo.
La escena de la batalla entre Davos y Danny en K’un- Lun, que termina definiendo que el extranjero sea quien se enfrente a Shou Lao, es probablemente la mejor escena de toda la temporada. Mostrada de a poco, en partes, es visualmente maravillosa y termina demostrando porqué Davos se convierte en el monstruo que es.
Otro gran acierto de la segunda temporada de Iron Fist fue darle el protagonismo que le dio a Colleen. Habiendo demostrado en la primera entrega de esta serie que era uno de los pilares de la misma, en esta segunda parte está definitivamente a la par de Danny Rand, llegando incluso a entrenarlo con la dureza necesaria para poder enfrentarse a Davos y vencerlo.
Además, Colleen tuvo por fin su compañera ideal: Misty Knight. La incorporación del personaje salido de Luke Cage vino a poner orden en una serie que necesitaba una figura de la fuerza policial que acompañara la guerra de las mafias que comenzó a desarrollarse en Nueva York luego de la caída de La Mano (en la temporada de The Defenders). Por supuesto, la aparición de Misty nos hace fantasear con Daughters of the Dragon, la combinación de estas dos mujeres que tienen estilos similares a pesar de sus raíces tan diversas.
Así como en la segunda temporada de Luke Cage, verlo junto a Danny Rand fue emocionante para todos porque nos hizo pensar en Heroes For Hire, la combinación de Misty y Colleen seguramente dejará a todos pensando en la posibilidad de un spin-off de estas dos mujeres que saben cómo patear traseros y hacer justicia.
Mientras Misty y Colleen fueron la dupla femenina, Ward y Danny nos entregaron un bromance que no sabíamos que necesitábamos. El Meechum más duro y difícil fue finalmente el que terminó del lado de DannyRand, entregándonos escenas muy interesantes donde por fin podemos ver el lado humano de ambos. La complicidad, los chistes, las preocupaciones, nos dieron una sensación de familia que sabemos que ambos personajes necesitaban.
Ward, como Colleen, fue uno de esos personajes que nos sorprendieron en la temporada uno. Y en esta segunda parte pudimos explorar más su relación con las adicciones y con las penurias que su monstruoso padre Harold lo hizo atravesar. Pero además de contarnos su historia, sirvió como contrapunto para pensar en la adicción de Danny a su puño de hierro. Las experiencias de Ward como adicto, como perfeccionista, como el hombre que quiere arreglarlo todo, son muy similares a las de Danny cuando sale a pelear por Nueva York, como Matt Murdock le pidió que hiciera.
Así como Ward es fundamental para la historia de Iron Fist, no podemos decir lo mismo de su hermana.Joy, personaje bastante intrascendente en la primera temporada, terminó por convertirse en alguien odioso en esta segunda entrega.
En el season finale de la primera parte, la veíamos junto a Davos, hablando acerca de hacer pagar a Danny por todo lo que había hecho. ¿Qué hizo Danny? No está demasiado claro. El enojo de Joy se debe a que lo que creía que era su vida se vino en pedazos con el retorno de Danny Rand, pero quien le había estado mintiendo durante años era su hermano, Ward. Si bien se la nota enojada con los dos, el que siempre lleva la peor parte es Danny, quien, incluso, llega a perder su puño de hierro gracias a las acciones de Joy, que financia y fomenta a un Davos obsesionado que busca robarle el poder a Danny, creyendo que solo él es merecedor.
Lo peor de su personaje no es el enojo infantil, sino que desde un principio se nota que no va a poder sostenerlo. En cuanto Davos empieza a mostrar quién realmente es, Joy se arrepiente y empieza a jugar detrás de sus espaldas. Por supuesto, lo pagará caro, porque Davos no es del tipo de los que perdonan las traiciones.
Sin embargo, si algo hay que agradecerle a Joy, es que fue quien trajo a la mesa de jugadores a Mary Walker, aka Tiphoyd Mary. El personaje interpretado por Alice Eve, comúnmente asociado al lado de los villanos, resultó ser uno de los aspectos más interesantes de la temporada. La interpretación de Eve tuvo mucho que ver: logró presentarnos las personalidades de Mary casi como seres independientes, imposibles de conciliar.
Su historia, que seguramente se desarrollará aún más en una nueva temporada (porque no dudo que la confirmación de una tercera está en las vistas de Netflix), fue uno de los pilares de la segunda temporada de Iron Fist. Walker logró ponernos los pelos de punta a todos, pero sin llegar a convertirse en una verdadera villana. Sin embargo, sabemos que hay algo más detrás de lo que vimos, que es capaz de una violencia impensada y que ansiamos ver en pantalla.
Otro gran acierto de esta temporada fue centrarse en China Town. Así como Luke Cage defiende a Harlem, Danny y Colleen pelean por su barrio, contra las pandillas que intentan tomar el poder en las calles a fuerza de corrupción y violencia. Esto logra darle a la serie una nueva identidad, más relacionada a las artes marciales que tanto identifican a DannyRand.
Por otro lado, Davos logra convertirse en un villano bastante bueno, que parece siempre al borde del estallido y que está obsesionado con apoderarse del puño de hierro. Una vez con él, el monstruo finalmente sale a la superficie y, como la mayoría de los villanos, cree estar haciendo el bien desatando una ola de violencia y asesinatos que no esperábamos ver en Iron Fist. Davos le da el tinte sangriento que le estaba faltando a esta serie, que muchos acusaban de no ser tan oscura como sus compañeras.
El final de temporada no escatima en peleas cuerpo a cuerpo ni en misticismo.Danny Rand logra hacer un mea culpa acerca de su adicción al poder y llega a cuestionarse si realmente es digno de portar esta legendaria arma. Esta capacidad de reinventarse nos entrega un final donde todos se verán beneficiados: Colleen, Ward y él se embarcarán en nuevas misiones, con nuevos descubrimientos y ases bajo la manga.
Sin dudas, ahora sí, esperamos una tercera temporada de Iron Fist, que continúe explorando los alcances de este héroe que por fin está madurando.