El siguiente diálogo se dio en los años 80 y pertenece a dos agentes de la DEA: Javier Peña y Steve Murphy, quienes atravesaron en Medellín los peores años de lucha y persecución contra Pablo Escobar Gaviria. La escena fue reproducida en la primera temporada de Narcos, la serie que en su cuarta emisión estrenada el pasado 16 de noviembre tiene como protagonista a Enrique Camarena Salazar, el Kiki al que hace referencia Peña.
¿Quién fue ‘Kiki’ Camarena, el mesías de la DEA a quien torturaron hasta matar?

– Probablemente tu cabeza tenga un precio, pero nadie asumirá el trato.
– ¿Un maldito precio sobre mi cabeza?
– Hay una recompensa de 350 mil dólares por cada agente de la DEA caído aquí, pero tu estás a salvo… gracias a Kiki.
¿Quién fue en verdad ese especie de mesías al que ambos agentes le rinden tributo y se convirtió en un símbolo dentro de aquel equipo antinarcóticos? Sí, mesías: a partir de su asesinato a manos del Cartel de Guadalajara nunca más se puso la mira contra un hombre de la DEA.
Kiki fue como un Jesucristo para nosotros. Murió para salvarnos a todos.
Camarena nació en Mexicali, Baja California, el 26 de Julio de 1941. Se naturalizó norteamericano, se enroló en los Marines en 1968; luego fue bombero, policía y detective de narcóticos para arribar a la DEA en California en 1974, donde le dieron sus primeras misiones hasta que encontrara el mayor de los desafíos: infiltrarse en el Cartel de Guadalajara, de Miguel Ángel Félix Gallardo, el Jefe de Jefes y Rafael Caro Quintero, el Narco de Narcos.
Hoy, el nombre de Kiki Camarena vuelve a los primeros planos de la mano del actor Michael Peña, quien lo interpreta en la cuarta temporada de Narcos, donde se relata el ascenso de Gallardo y Quintero y el vía crucis que debió padecer el agente norteamericano.
En Julio de 1981 fue trasladado a Guadalajara desde la oficina que el organismo tenía en Fresno. Lo hizo junto a su esposa, Geneva y tres hijos: Enrique, Daniel y Erik. Gracias a sus artes y a su origen mexicano, consiguió infiltrarse de inmediato en la organización criminal.
Camarena se las ingeniaba y enviaba información a sus superiores norteamericanos para que derrumbaran laboratorios y plantaciones: nadie sospechaba de aquel hombre inteligente. Su trabajo, era por demás arriesgado: debía tomar nota de cada uno de los pasos de Gallardo, Quintero y de Ernesto Fonseca Carrillo, alias Don Neto.
Hasta que un golpe dado por la DEA en el corazón del Cartel de Guadalajara fue demasiado caro para los criminales. Se la conoció como Operación Rancho Búfalo. La finca de mil hectáreas de marihuana estaba ubicada en el estado de Chihuahua y allí -en Noviembre de 1984– desembarcaron 450 soldados mexicanos. La destruyeron. Decomisaron unos 10 mil kilos de esa droga: uno de los mayores golpes de la historia del organismo. El lugar era propiedad de Quintero quien no toleró la misión en su contra y juró vengarse. Sospechaba que había un infiltrado y no descansaría hasta encontrarlo… Lo hallaron. Era Kiki.
En la tarde del 7 de Febrero de 1985, Camarena conducía su automóvil para ir a almorzar con su esposa, pero nunca llegó a su hogar. Fue abordado junto a su chófer Alfredo Avelar por 5 secuestradores cuando dejó el Consulado de los Estados Unidos en Guadalajara. Dato interesante: uno de sus captores era un oficial mexicano.
Lo que viene después, es escabroso. Claramente el agente especial nunca más sería visto con vida: fue torturado durante dos días de las formas más crueles en una casa de Guadalajara. Fue tal el sadismo contra Kiki que los narcos dispusieron un médico en la sala de tormentos para que lo mantuviera con vida para poder seguir torturándolo una y otra vez sin que se muriera y que su sufrimiento fuera aún mayor. Finalmente sus secuestradores lo ejecutaron aplastándole el cráneo. Su cadáver y el de Avelar fueron encontrados el 5 de Marzo en la zona rural de La Angostura, un pequeño pueblo de Michoacán.
La DEA no se quedó de brazos cruzados y lanzó el Operativo Leyenda que consistió en la detención de los máximos responsables del Cartel de Guadalajara, uno de los más grandes del mundo. Cayeron casi todos: Rafael Caro Quintero, Ruben Zuno Arce, Miguel Ángel Félix Gallardo, Humberto Álvarez Machain, Mario Verdugo y Ernesto Fonseca Carrillo.

El Operativo Leyenda fue demasiado crudo y representó una lección para los demás carteles de la droga en la región: nadie debía meterse con un agente de la DEA, pues el precio que se pagaría -para gobiernos corruptos y para los líderes narcos- sería muy alto.
El Cartel de Guadalajara se desmanteló. Dio lugar a una implosión que derivó en la creación de otros grupos narcos más pequeños y que irían creciendo con los años, como por el ejemplo los de Sinaloa, Juárez o el Golfo. Otros nombres comenzaron a emerger: Ismael Zambada, Héctor Palma y claro, Joaquín Guzmán.
Ahora, la guerra contra la DEA sería diferente.