No es ningún secreto: Killing Eve es una gran serie. El show basado en las novelas de Luke Jennings que sigue a la talentosa asesina Villanelle terminó recientemente su tercera temporada y ya ha sido confirmada una cuarta. Sin embargo, creemos que el show tendría que haber terminado con la última entrega y a continuación te contamos por qué.
La primera temporada de Killing Eve, estrenada en el 2018, fue un éxito absoluto. La combinación de la química entre la experimentada Sandra Oh y la novedosa Jodie Comer, sumada al humor negro de Phoebe Waller-Bridge hizo que todos quedáramos rendidos a los pies del show. La segunda, que ya no contó con el talento de Waller-Bridge, bajó un poco el nivel pero nos sirvió para explorar el lado oscuro de Eve y desarrollar aún más el vínculo enfermizo entre las dos protagonistas. Lamentablemente, la tercera temporada tampoco contó con Waller-Bridge y su ausencia vuelve a sentirse: el show ya no tiene ni el humor ni el dinamismo que alguna vez supo tener y, honestamente, esta entrega se sintió un poco a la deriva, sin un gran hilo conector que nos llevara arrastrados de las narices de un episodio al otro.
Si bien esta tercera parte comenzó muy intensamente, con la muerte/ suicidio de Kenny (nos dolió profundamente, claro), no supo explotar muy bien semejante evento. La resolución de la muerte de Kenny tuvo muy poco efecto en la trama, incluso fue algo inverosímil. ¿Acaso una mujer como Carolyn, implacable hasta con su propia hija, no mataría a Konstantine quien, de alguna forma, es el responsable? La escena se sintió fuera de lugar para su personaje y eso es bastante imperdonable.
Por otro lado, esta entrega perdió tiempo en cuestiones innecesarias. Niko, por ejemplo, no sumó absolutamente nada a la trama. Eve siempre supo que Villanelle no era capaz de hacerlo, para Villanelle eso no significó ningún problema y, además, Niko sobrevive. La historia con Niko ya se había agotado y si no hubiera vuelto a aparecer, nadie lo hubiera extrañado. Su trama en esta temporada fue, básicamente, relleno.
Tenemos que destacar, además, que el final de la tercera temporada podría haber cerrado la historia de Villanelle y Eve hermosamente. Lo mejor de esta entrega es que vimos crecer a Villanelle, apropiarse de sus sentimientos, explorar su propia historia personal y los traumas que de allí surgieron, y, finalmente, la vemos como un ser humano empático y desinteresado: ella ama a Eve, no hay dudas de ello, pero es capaz de dejarla ir para que pueda vivir una vida normal. Eso es lo que intenta hacer en esa preciosa escena sobre el puente de la Torre de Londres. Ambas intentan separarse para poder salir de este vínculo tan dañino que tienen. Sin embargo, vuelven sobre sus pasos para contemplarse una vez más, con deseo. ¿Se animarán a intentar estar juntas de una forma más “sana”, dentro de sus posibilidades? ¿O se dirán adiós para siempre? La intriga, el final abierto, hubiera funcionado muy bien en este caso. Que cada corazón de cada espectador elija lo que desea para nuestras protagonistas.
No obstante, el show tiene una cuarta temporada por delante. La dinámica de gato y ratón que caracterizó a Eve y Villanelle ya no podrá funcionar nuevamente. Ellas ya se conocen demasiado, ya desnudaron sus intereses y sus emociones la una con la otra. Son cómplices. ¿Cómo se va a sostener la historia sin este elemento fundamental?
Seguramente, la cuarta temporada se base, específicamente, en la lucha por derrotar a esta organización criminal llamada The Twelve. El MI6, con Carolyn a la cabeza y Eve y Villanelle de su lado, emprenderá esta misión. La villana será, probablemente, Hélène, esa sensual y peligrosa líder a la que rindieron cuentas tanto Dasha como Villanelle. ¿Logrará levantar el nivel Killing Eve en su cuarta entrega? Esperamos que sí.