El inicio de la temporada 2 de La Casa del Dragón fue flojo y la escena de Sangre y Queso lo comprueba

El domingo por fin se estrenó Hijo por hijo, el primer episodio de la segunda temporada de La Casa del Dragón y a pesar de que me pareció decente, creo que pudo haber sido mejor. Digo, todo el mundo habló más del perrito pateado que de la muerte de príncipe Jaehaerys. Me parece que los escritores tomaron muchas libertades respecto del material de origen, y aunque muchas veces puede ser bueno, este no fue el caso.

Si bien me emocionó regresar a Invernalia y al Muro, siento que fue una introducción muy corta de la Casa Stark, una muy querida por los fans de Juego de Tronos. De acuerdo con la novela de Fuego y sangre, del escritor George R. R. Martin, el tiempo que Jacaerys Velaryon y Cregan Stark pasaron juntos en Invernalia fue suficiente para que “bebieran juntos, cazaran juntos, entrenaran juntos e hicieran un juramento de hermandad, sellado con sangre”. Pero nada de eso pasó en la serie. Y no entiendo la decisión. Se supone que más adelante Cregan tendrá un gran peso en la Danza de Dragones, y su amistad y juramento de hermandad con Jacaerys eran clave. Simplemente, el personaje de Cregan se desaprovechó porque ya se confirmó que esta será su única aparición en la temporada.

Por otra parte, la escena de Sangre y Queso, muy esperada por los fans de la novela, se sintió insípida. Nadie está pidiendo que cercenen la cabeza de un infante en televisión, pero el que la reina Helaena ofreciera su collar en vez de su vida (como en la novela) a Sangre y Queso le quitó mucha emotividad a la escena. Mientras que en la novela Daemon les pide a Sangre y Queso que le traigan la cabeza del príncipe Jaehaerys, en la serie les pide la cabeza de Aemond o, en última instancia, la de un hijo de Aegon. Y todo se siente como un “accidente” en vez de una acción premeditada como sucedió con la muerte de Lucerys Velaryon a manos de Aemond.

Sangre y Queso parecían dos asesinos torpes en vez de sanguinarios y despiadados como se muestran en la novela. Además, la reina Helaena no tiene que decidir entre sus dos hijos varones porque acá no existe (al menos por el momento) el príncipe Maelor, lo que le resta peso a la escena. Y el hecho de que decidieran cerrar el episodio con la reacción de Alicent (quien además acababa de ser descubierta teniendo sexo con el Guardia Real Criston Cole), en lugar de la reacción horrorizada de la reina Helaena, me dejó un mal sabor de boca.

Sinceramente, no creo que La Casa del Dragón o alguna otra serie supere alguna vez la Boda Roja. Recuerdo que cuando llegué a ese capítulo de Juego de Tronos no sólo lloré, sino que me quedé por varios minutos atónita después de verlo. No podía creer cuántos de mis personajes favoritos murieron en ese momento y lo cruel que fue todo.

Creo que la diferencia entre Sangre y Queso y la Boda Roja radica en que Robb Stark y Catelyn Stark realmente importaban a los espectadores, tuvimos tiempo de conocerlos y amarlos, cuando al príncipe Jaehaerys sólo lo vimos unos minutos en la sala del Consejo.

Claro, no todo en el episodio fue malo. Amé la escena de Jacaerys llegando a Rocadragón para reportarle a su madre Rhaenyra sobre sus logros con las Casas Stark y Aryyn e inmediatamente después rompiendo en llanto en los brazos de ella. La actuación de Emma D’Arcy y Harry Collett fue brillante en esa escena. Y Emma estuvo espectacular durante todo el episodio, donde sólo tuvo una frase.

En resumen, la segunda temporada de La Casa del Dragón tuvo un comienzo flojo, aunque las actuaciones del elenco resaltan y la nostalgia por Juego de Tronos gana a cualquier fan. Sinceramente, espero que los siguientes episodios remonten y que las diferencias entre novela y serie sean para aportar y no para restar.