La década de 1990: la bisagra técnica entre la más pura realidad y la más fantástica ficción
Oh, la década de 1990, esos años en los que todavía las computadoras, Internet y las redes sociales no se habían apoderado del mundo. El arte en general durante la mencionada década tuvo un impacto muy fuerte en la población mundial, pero sin dudas las películas estrenadas en esa época son las que llevan la batuta para demostrar el fin de un proceso y el comienzo de otro. Y es que las películas de los 90 parecen solo las películas de los 90… Y eso no es poco.
Esos filmes se ven diferentes a todas. Tienen una nitidez propia, pero aún así lograron conservar la sensación natural. Las cámaras digitales aún no eran de uso corriente; las producciones audiovisuales para el cine todavía se filmaban en celuloide, material que alcanzó un pico en términos de calidad en esa época, cosa que permitió a los directores de fotografía capturar las imágenes más nítidas con mejor iluminación.
Si las vemos con ojos de hoy, las películas de la década de 1990 tienden a ser menos granuladas que las de décadas anteriores, pero debido al uso del fílmico, los colores a menudo son más naturales de las películas actuales porque era mucho más difícil graduar el color antes de todas las herramientas de post procesamiento digital actuales. Si se quería tener un cierto tono de color para una película, se debía usar iluminación creativa, un filtro de lente de color, hacerlo mientras se procesaba la película usando una cierta mezcla de químicos o alguna combinación de las técnicas mencionadas. Piensa en los tonos cálidos de cintas como Total Recall (1990), The Last Boy Scout (1991), Alien 3 (1992) o Falling Down (1993), por citar ejemplos blockbusters de los primeros años.
Sobre lo anterior, seguramente pensarás que The Matrix (1999) fue la primera película en filmada en digital, pero no: su color graduado verde se debía a que los entonces hermanos Wachowski usaban filtros en sus lentes. Ahora, casi todas las películas usan algún tipo de gradación de color digital y, cuando filman con cámaras modernas, los directores de fotografía tienden a filmar en un tono apagado muy neutral y agregan muchos el color en producción.
En cuanto a la iluminación, durante los años 90 y en las décadas anteriores los cineastas usaban mucha iluminación natural. Esto a menudo daba como resultado mejores sombras que, combinadas con el celuloide de mayor calidad de la década de 1990, dieron como resultado algunas sombras realmente exquisitas. Hoy en día las producciones cinematográficas tienden a iluminar demasiado sus escenas para facilitar el post procesamiento y el CGI. Las sombras no siempre son tan realistas como deberían ser.
Hablando del CGI, la década de 1990 fue y sigue siendo un punto de inflexión para la industria cinematográfica de hoy. Los cineastas pueden representar cualquier cosa que imaginen en la pantalla grande. Edificios, ciudades, mundos e incluso galaxias son creadas con CGI. Amarlo u odiarlo, al CGI hay que recibirlo con los brazos abiertos porque, si se utiliza con una narración sublime, los efectos prácticos no son una deuda.
El CGI comenzó a tomar forma en los años 90 y dio un gran paso hacia lo que se ha convertido hoy en día. Si bien las imágenes generadas por computadora se remontan a los años 70, pero no fue hasta los años 90 cuando comenzamos a vislumbrar lo que era posible. Películas como Jurassic Park (1993) demuestran el verdadero poder del CGI dándole vida a los dinosaurios a una escala increíble por primera vez. Durante los años 90, a diferencia de hoy, el CGI todavía se usaba con moderación, pero sentó las bases para un desarrollo y mejoras continuos.
Los años 90 fueron ese punto de inflexión perfecto en el las técnicas manuales de color y sombras y el CGI confluyeron, creando un híbrido único e irrepetible. Una de las técnicas se adoptó y perfeccionó, otra se olvidó. El arte debe continuar.