Lo volveré a escribir aquí: el documental es mi técnica favorita dentro del cine para captar la realidad, cualquiera que esta sea. Agnès Varda se llamaba a sí misma una “pepenadora de imágenes”, y nadie pudo haber tenido más razón respecto al oficio del cineasta o fotógrafo documentalista. La ambición del documental es capturar la realidad que los rodea, buena o mala, cruda o feliz, intensa o débil. Y este lente curioso no puede emitir juicio. Por eso, La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas de María José Cuevas.
La polémica sube de tono con La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas de Netflix
Actualmente se vive una tendencia –quizás euforia— por el contenido que cuente la vida, obra y víctimas de asesinos en serie. Tenemos (me incluyo en la afirmación) una fascinación por conocer cómo viven estos seres que encuentran placer o sublimación emocional en matar gente. Esa tendencia nos tiene atrapados en las plataformas de streaming. Y es que el género true crime tiene varias formas de contarse: desde una ficción en su totalidad, como The Staircase o Love and Death, hasta el documental falso o el clásico documental con testimonios de sobrevivientes, autoridades… o bien, del mismísimo asesino en serie. La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas se decide por el testimonial, pero de familiares y amigos de las víctimas.
La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas cuenta la historia de la asesina en serie mexicana más emblemática, Juana “La Mataviejitas” Barraza, a través de sobrevivientes e investigadores del caso. La documentalista mexicana María José Cuevas trata de indagar, por medio de todos estos ojos, las razones de matar de Barraza.
Para poner en contexto, Cuevas realizó Bellas de Noche en 2016, uno de los mejores documentales mexicanos contemporáneos. Aquí cuenta las historias de las vedettes más emblemáticas del México de los años sesentas y setentas, en el cine de ficheras, subgénero que les dio visibilidad. Allí ya recuperaba, vía testimonios, sus vivencias.
Sin juzgar, Cuevas pregunta, indaga, investiga a sus personajes. Curiosamente, falta la pieza más importante del rompecabezas, y Cuevas decide contribuir a alimentar la leyenda de La Dama del Silencio. El documental describe y narra por medio de historias de vida, cómo fue cruzarse en el camino de La Mataviejitas y salir ileso.
Con elementos de la investigación que en su momento sirvieron para capturarla, el material se dedica a acrecentar la idea que tenemos de este personaje. Al ser mujer, la compara con Aileen Wuornos, asesina en serie norteamericana sentenciada a la silla eléctrica, pero sobre todo con Thierry “El Monstruo Montmartre” Paulin. El documental también funciona como denuncia al contar la historia de aquellos que fueron acusados mientras La Mataviejitas era perseguida. Una de estas mujeres, Araceli Vázquez, lleva casi 20 años en la cárcel pagando por asesinatos que no cometió.
Lo interesante del trabajo de Cuevas es el personaje que dibuja a través de las historias que lo rodean y la técnica de su lenguaje para narrarlo. Alumbra con información nueva al espectador, pero también alimenta el misterio que envuelve a la mujer a quien se acreditan al menos una docena de asesinatos. En una interesante dicotomía narrativa, denuncia la injusticia para quienes sirvieron de chivos expiatorios.
La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas es un documental en su más clásica expresión y estructura. Cautiva al espectador por medio del morbo, pero también porque construye un relato fascinante sobre eso que nos amedrentó en las sombras.
Ya en Netflix.
