No soy ajena a las adaptaciones de Neil Gaiman. Habiendo visto previamente las series de American Gods y Good Omens, sabía que Gaiman se caracterizaba por crear mundos exquisitos con una vasta mitología y con personajes inolvidables y complejos. Por lo que la adaptación de The Sandman en Netflix no me ha decepcionado. La amé de principio a fin, no solo como fan de Gaiman, sino también como fan de la ciencia ficción, fantasía y sobrenatural. Y aunque podría escribir mil cosas acerca de lo bien hecha que está, en este artículo quiero centrarme en un elemento en particular de la serie: la representación LGBTQ+.
La representación LGBTQ+ en The Sandman es uno de los mejores elementos de la serie


La serie cuenta con una gran cantidad de personajes queer en su primera temporada, algo que ha molestado a un sector de la audiencia, y por lo cual le han otorgado bajas calificaciones en sitios como IMDb. La tachan de ser “progre”, “woke” y “demasiado gay”, de tener “inclusión forzada” y personajes queer “innecesarios” porque, según ellos, su mera existencia “arruina” la perfección de la serie (como mujer bisexual me pregunto, ¿acaso mi orientación sexual debe tener justificación? ¿Simplemente no puedo ser yo y ya?). Uno que otro incluso se atrevió a decir que se trata de la “agenda gay de Netflix”. Como si la plataforma streaming tuviera un complot para volver a todos gays con su contenido. (¡Porque aparentemente la gente “se vuelve” gay con ver un personaje gay en pantalla! ¿O no recuerdan el revuelvo que la gente hizo con Lightyear por beso lésbico de 2 segundos que iba a convertir a sus bendiciones en lesbianas?).
Pero ¡sorpresa! resulta que el material de origen, siempre ha sido gay y los cometarios de esas personas simplemente demuestran su homofobia y lo amargados que están con la vida, mejor dicho, SU vida. Y es que los cómics de The Sandman, publicados entre 1989-1996, siempre tuvieron en sus páginas una gran cantidad de personajes LGBTQ+ y POC (personas de color). Gaiman además concibió The Sandman en un momento muy particular de la historia de la humanidad y Reino Unido, cuando el VIH/SIDA se expandía y el gobierno conservador de Margaret Thatcher introdujo en 1988 el artículo o sección 28, una enmienda que prohibía “promocionar intencionadamente la homosexualidad o publicar material con la intención de promocionar la homosexualidad” o “promocionar la enseñanza de la aceptabilidad de la homosexualidad como una supuesta relación familiar en cualquier escuela subvencionada” (vía).

Gaiman dijo durante la promoción de la serie: “Cuando escribía The Sandman -y hoy en día- tenía amigos gays y amigos trans. Quería verlos representados en los cómics que escribía y me parecía que si escribía cómics y los dejaba fuera, no estaría representando mi mundo, o el mundo en el que estaba, o el mundo que percibía con precisión, valentía o verdad. Y ese es el objetivo del arte. Así que para mí, era un hecho” (vía).
Además, Gaiman y Allan Heinberg, quien es queer y productor ejecutivo y showrunner de la serie, revelaron que en la sala de guionistas cuentan con escritores LGBTQ+, por eso no me extraña que los personajes queer que vemos a los largo de la temporada estén bien desarrollados. Son complejos y no los define su orientación sexual u identidad de género, pues eso solo es una parte de quienes son. De hecho, sus tramas no giran alrededor de ello y eso es algo que desde hace bastante tiempo muchos miembros de la comunidad LGBTQ+ venimos pidiendo: una representación real y no fragmentada o sesgada para complacer y/o no ofender a posibles espectadores homofóbicos.

Los personajes queer de The Sandman son como cualquier otro personaje: también cometen errores, no son perfectos, no son completamente buenos ni completamente malos y eso es lo que los hace tan humanos y con muchas capas. La maldad de Corinthian, por ejemplo, no está ligada a su sexualidad, como muchas veces se ha visto representado en pantalla con personajes queer (¿recuerdan a Buffalo Bill en El silencio de los inocentes?).
Por supuesto, hay personajes gay que mueren, pero hay otros que viven y tienen un final feliz como Ben Wiggins, el amigo de Rose, a quien el Corinthian no mató tras acostarse con él, y Hal Carter, quien era drag queen y actuaba en un cabaret. Esto, por supuesto, rompe con el tropo de bury your gays que repetidas veces hemos visto en pantalla y que siempre casi se aplica al único o únicos personajes queer de la producción.

En conclusión, para mí como persona queer es muy satisfactorio e innovador ver que The Sandman tenga muchos personajes LGBTQ+ en el centro de su historia, pues es algo muy poco visto en producciones de ciencia ficción, fantasía o de cualquier tipo, donde parece que solo pueden existir uno o dos personajes gay entre todo el grupo de personajes heterosexuales. No sé si lo hacen porque no quieren perder a su audiencia homofóbica y al mismo tiempo quieren obtener su estrella de inclusión o porque ignoran por completo la experiencia queer. Supongo que es lo segundo.
Solo me resta decir ¡bravo Gaiman y todos los involucrados en la serie por entregarnos una serie conmovedora, reflexiva, desconcertante, visualmente hermosa, con brillantes actuaciones, y muy gay!