La resurrección, una obsesión humana que también se presenta en el cine y la televisión
Nuestra obsesión con la resurrección es, cuanto menos, problemática. Y la TV y las series lo demuestran.
La vida es finita y eso es algo innegable. No importa cuánto haya avanzado la ciencia ni la tecnología, ni cuánto hayamos logrado extender nuestra expectativa de vida, esta sigue siendo finita. Tarde o temprano, deberemos enfrentarnos a la muerte. Quizás por eso, porque sabemos que nuestros días están contados, desde el comienzo de los tiempos fantaseamos con una idea: la de la resurrección.
Es tal nuestra fe alrededor de esta idea de poder volver a la vida que una de las religiones más populares del mundo como lo es el cristianismo se organiza en torno a una figura que, luego de tres días y de expiar nuestros pecados, regresó a la vida.
El cine y la televisión, por supuesto, no han sido ajenos a nuestra obsesión con la resurrección. Desde muy temprana edad los directores comenzaron a jugar con esta idea, siendo quizás los primeros D. W. Griffith y Fred Niblo.
Por el lado de D. W. Griffith, el director pionero norteamericano estrenó en 1909 el filme Resurrection, basado en la novela homónima de León Tolstoi, la última que publicó en vida. En ella, la protagonista es una mujer que sufre una suerte de resurrección simbólica: luego de haber sido enjuiciada y condenada a una cárcel en Siberia por un crimen que no cometió, tiene la posibilidad de comenzar de nuevo su vida.
Fred Niblo, en cambio, ha hablado de la resurrección en un tono más literal en su filme Ben-Hur: A Tale of Christ, estrenado en 1925. La película, que también es una adaptación de una obra literaria (esta vez de Lew Wallace), cuenta la historia de un príncipe judío, Judah Ben-Hur, que termina convirtiéndose al cristianismo luego de ser testigo de la crucifixión de Jesús. En el filme de Niblo se muestra, de algún modo, la resurrección de Jesucristo al mostrar, luego de tres días, a sus discípulos encontrando su tumba vacía.
La televisión, por su parte, ha emparentado más la resurrección a la ciencia ficción. Series antiguas como The Twilight Zone o longevas como Doctor Who han hablado del tema numerosas veces. Mientras que en Doctor Who el personaje principal, el Doctor, sufre una suerte de resurrección (que en el show se llama “regeneración”) cada vez que su cuerpo cambia (y que un nuevo actor y/o actriz es llamado para representarlo), en The Twilight Zone, esa serie de sci-fi antológica que comenzó en 1959, ha habido varios episodios donde se ha explorado el tema. Por ejemplo, en The Last Flight, que se emitió en 1959, un piloto de la Primera Guerra Mundial viaja en el tiempo para descubrir cómo sus compañeros de escuadrón han muerto y luego para revivir en el momento exacto en el que aún puede salvarlos.
También ese año The Twilight Zoneemitió One for the Angels, un episodio en el que un vendedor hace un trato con la Muerte, que viene persiguiéndolo, para que le permita vivir hasta que pueda realizar una venta más. Sin embargo, cuando el hombre sacrifica su vida para salvar la de una niña inocente, termina ganándose una segunda oportunidad en la vida.
Por supuesto, estas no son las únicas representaciones que podemos tener de la resurrección. La vuelta a la vida no siempre es tan literal como en el caso de Jesucristo, o de los episodios de The Twilight Zone. A veces, la resurrección puede ser meramente simbólica, como quizás quiso demostrar Griffith al llevar a la pantalla grande la novela de Tolstoi, pero que también hemos visto en otros films populares, ¿o acaso alguien puede negar que la historia de Rocky Balboa es una historia de resurrección?
Por otro lado, los avances tecnológicos de los que hablaba al comienzo, empiezan a permitirnos imaginar formas de engañar a la muerte y a la pérdida de alguna manera. En Black Mirror hemos visto diversos episodios que tratan de proponer formas de hacerlo: en Be Right Back la huella digital de un personaje muerto permite crear una copia robótica que acompañe a los que siguen viviendo, mientras que en San Junípero podemos imaginar un mundo digital en el que nuestras consciencias puedan seguir con vida, disfrutando de nuevas experiencias.
Sin embargo, nuestra obsesión con la resurrección es, cuanto menos, problemática. ¿No es acaso la idea de la muerte, del tiempo que se escapa de nuestras manos como arena, lo que le da valor a cada día? Los latinos solían decir “Carpe diem, memento mori”, que se puede traducir en algo así como “Vive el día, recuerda que eres mortal”. Si la muerte ya no existe como límite, ¿qué vale cada uno de nuestros días?
Si dejamos el lado filosófico para otro momento y nos enfocamos en el cine y la televisión, descubrimos que la muerte también tiene sentido: a veces, sacrificar un personaje logra que la historia se mueva, hace crecer a quienes lo acompañan y demás. Si todos siempre están resurgiendo de sus cenizas, como hemos visto en algunos shows (sí, Arrow, estoy mirándote a ti y a tu excusa del Pozo de Lázaro que usaste múltiples veces), ningún personaje sufre ninguna pérdida real y no hay maduración ni cambio posible.
Entonces, ¿qué hacemos con la resurrección? Continuamos soñando con ella. Desde nuestro temor y nuestras pocas certezas acerca de lo que sucede luego de que morimos, seguimos deseando una segunda chance. Y como seguimos soñando con ella, seguiremos viéndola en las pantallas, el sitio donde todos los sueños se hacen realidad.
En este nuevo y último capitulo, Bridget Jones debe sobrevivir la vida sin el amor de Darcy. Agridulce por momentos gracias al duelo que nos da la muerte pero, nos enseña que la vida sigue tal cual es la realidad.