Ya vimos qué pasó con El Robo del Siglo XXI en Argentina, ahora es el turno de su predecesor en Latinoamérica. El lunes 17 de octubre de 1994, el Banco de la República en Valledupar en Colombia fue el protagonista de El Robo del Siglo XX, pero en realidad el asalto comenzó el sábado 15 a las 6 AM.
Como en el caso de Argentina, los delincuentes entraron por la puerta principal y no dispararon ni un tiro, no existió ningún tipo de violencia. Además, planearon el robo durante mucho tiempo, ocho meses exactamente. Estudiaron las instalaciones, el sistema electrónico de seguridad e hicieron un hueco enorme para sacar el dinero. No obstante, hubo diferencias gigantes también…
Las autoridades calculan que unas 26 personas tuvieron algo que ver directa o indirectamente. Mientras dos personas coordinaban el plan desde las habitaciones 202 y 306 del Hotel Sicarare, ubicado justo al frente del banco, 14 asaltantes ingresaron a las instalaciones escondidos en un camión, con la excusa de que alguien iba a reparar el aire acondicionado. Algunos de los miembros eran ladrones profesionales, había cuatro miembros de la policía, un especialista en electrónica, el gerente de la Caja Agraria de un municipio de Cundinamarca, el dueño de una colchonería y tres funcionarios del propio banco: un cajero, el tesorero y el encargado del sistema de seguridad, Winston Tariffa, quien los ayudó a abrir la puerta y apagar las cámaras de vigilancia. Además, luego del robo se hizo pasar por una de las víctimas. En total, estuvieron 21 horas adentro del banco y en ningún momento alarmaron a las autoridades.
Además de la perfección en la que efectuaron el robo, el atraco fue noticia en todo el mundo porque, hasta ese día, nadie había robado tanta plata en efectivo de un banco emisor. Sustrajeron 6 toneladas de billetes de una de las bóvedas más seguras del mundo. Fue un logro histórico, se quedaron con una fortuna que todos soñaban poseer. Pero ¿cómo hicieron para trabajar tantas horas sin que nadie se dé cuenta?
Como era un puente festivo, las calles de Valledupar, la capital de César, estaban casi vacías. El sábado 15 de Octubre, los asaltantes llegaron al lugar y se estacionaron justo a las afueras del banco (en la esquina de la Calle 16 y la Carrera 9) en un camión Dodge 600 de color rojo. El vehículo de hecho se rompió al intentar ingresar al sótano. Entonces, uno de los asaltantes, que tenía uniforme y escarapela del banco, tuvo que bajarse y pedirle una mano a unos policías, que inocentemente ayudaron a empujar el vehículo. Una vez dentro, desarmaron a los guardias de seguridad (Vinael Ramírez, Pedro Arias y Mario de la Hoz) y los amarraron. Luego, desactivaron las alarmas y comenzaron a trabajar con la bóveda. Utilizaron máquinas especiales importadas de Canadá para perforarla y los medios locales confirmaron que también llevaban 23 botellas de oxígeno (17 de 60 libras y 6 de 40), una botella de acetileno, más de 35 metros de cable trifásico, dos compresores de aire, un extractor de aire, un mazo, un par de guantes quirúrgicos, una barra de metal, destornilladores, pinzas, llaves, alicates y forros plásticos negros.
No obstante, tuvieron bastantes problemas: se dieron cuenta que habían calculado mal el grosor y el blindaje del objeto, por lo que la tarea les iba a llevar unas ocho horas, se extendió hasta la madrugada siguiente. Permanecieron más de 21 horas allí adentro y rompieron un tubo de un baño que se encontraba justo al lado de la bóveda, por lo tanto conectaron una manguera para refrigerar mientras perforaban con soplete la puerta blindada. Además, debieron dejar 6 mil millones de pesos en el lugar, ya que el camión les quedó chico. Finalmente a las 2:51 AM del 17 de Octubre, para cerrar el episodio, amarraron a Tariffa con falsos explosivos pegados a su cuerpo, unos palos de escoba recubiertos con plastilina para que pensaran que era dinamita, que supuestamente explotaría si se movían, y lo dejaron esposado a la baranda de la escalera.
Un vigilante del lugar alertó a las autoridades de que algo no estaba bien. Quienes se encontraban en el banco notaron que en el primer piso estaba todo en su sitio, pero el ascensor presentaba fallas, estaba sucio y mojado. Y la situación se puso peor cuando fueron al sótano y encontraron un completo caos de herramientas, caretas, máquinas de soldadura, zapatos y tanques de oxígeno. Estas fueron las pruebas que dejaron los asaltantes luego de hacer un hueco en la bóveda principal y robarse 24.072 millones de pesos.
Los asaltantes se reunieron luego en la colchonería de uno de los cómplices y allí empacaron el dinero en cajas y lo repartieron en dos camiones repartidores de cerveza. Las autoridades solo se enteraron esa tarde, cuando el celador amarrado logró soltarse y pidió ayuda. Con el número de serie lo primero que hizo el Banco de la República fue sacar de circulación el dinero robado, pero eso generó un caos en el comercio y el sistema financiero que terminó afectando al Gobierno y toda Colombia quedó alterada. El banco informó que, de los 24 mil millones de pesos robados, 18.560 millones correspondían a billetes sin emitir, es decir, no tenían valor real, y publicó el número de series para que nadie los recibiera. Los cajeros tenían que revisar el número de serie de los billetes de 2 mil, 5 mil y 10 mil pesos para verificar si eran los robados. Más tarde, se vieron obligados a cambiar el diseño de los billetes por los actuales.
Los ladrones borraban uno o dos números del serial para mantener en circulación el dinero, compraron cosas que luego revendieron, adquirieron varias propiedades, canjearon el dinero por dólares e incluso vendieron los billetes de 10 mil a 7 mil pesos. Pronto quedó claro que el dinero robado ya estaba circulando y las autoridades tuvieron que autorizar a los bancos a reembolsar a quienes lo habían recibido sin darse cuenta. Tiempo más tarde, la banda empezaría a caer uno por uno, pero ¿cómo los atraparon?
Algunos de los responsables comenzaron a gastar mucha plata y levantaron sospechas. Esto derivó en que las autoridades comiencen a investigar a sus contactos. Otros, sin embargo, se entregaron por la presión. De hecho, en una entrevista con el programa Los Informantes de Caracol Televisión en 2017, Elkin Susa, una de las cabezas del asalto, aseguró que muchas de las personas que estuvieron involucradas en el robo fueron capturadas o terminaron muertas por distintas circunstancias, por lo que solo tres o cuatro siguen con vida.
El lado injusto de la historia le correspondió al gerente de la sede del banco en esa época, Marco Emilio Zabala Jaimes, a quien las autoridades acusaron injustamente de ser uno de los cómplices y estuvo preso durante casi cuatro años sin mayores evidencias. Más adelante, cuando demostró su inocencia, el Estado Colombiano lo indemnizó con más de 300 millones de pesos.
Hasta la fecha se han vinculado a más de 20 personas en este robo pero estos son los ejecutores principales del robo del siglo en Colombia: Benigno Suárez Rincón (Don Pacho), el cerebro del asalto; Alexánder Flórez Salcedo; el Teniente Juan Carlos Carrillo Peña; Jaime Bonilla Esquivel (Botella); Elkin Susa; Héctor Ociel Echeverry López y Gabriel Herrera (El topo).